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E C A P I T U L O 1 n el despacho de Killian Gallagher, vampiro y magistrado de la zona norte de Irlanda, solo se escuchaba el rasgueo de la pluma sobre el papel. El juez estaba firmando la ultima sentencia que habia dictado y que se copiaria al dia siguiente en el libro oficial del Club Enigma, donde todos los miembros de la sociedad vampirica podrian consultarla cuando quisieran. Al igual que el resto de las sentencias que sus antecesores habian dictaminado a lo largo de la historia. Su mayordomo, al igual que el resto de los miembros del servicio de su casa sabian que no debian molestarlo a esas horas, ya que tenia asignado ese tiempo al papeleo correspondiente a su trabajo y necesitaba cada minuto de los que disponia, ya que el resto del dia lo dedicaba a la direccion de La Brigada. Por eso precisamente, cuando escucho el suave sonido que produjeron los nudillos de su mayordomo en la puerta del despacho, levanto la vista sorprendido. Tenia que ser algo realmente grave para que lo molestara. --Pasa, James. --El sirviente entro con un gesto de preocupacion en la cara. --Perdone, senor, pero ha llegado una carta de Burdeos. --?De Amelie? Dejala sobre el escritorio, luego la leere. --No, senor, precisamente lo que me ha extranado es que la letra no es la de la senorita de Polignac ni de su tia, la senora Lesnais, y he pensado que podria tratarse de algo grave. No obstante, si no es asi, le pido disculpas por haberlo molestado. Si Killian habia aprendido algo a lo largo de los anos, era a valorar las intuiciones de James, de manera que extendio la mano para que le diera el sobre. --Gracias, James. --Despues de dejarlo suavemente sobre la palma de su mano, el sirviente salio silenciosamente y Killian dejo la pluma sobre la mesa mientras observaba la letra. Era de mujer y tenia una caligrafia impecable, pero desconocida para el. Su intuicion le dijo que era urgente, de modo que cogio el abrecartas y la abrio, leyendola enseguida: 14 de 1844 B, Francia. Distinguido senor Gallagher: El motivo de la presente es informarle de que hace una hora que Celestine Lesnais, a quien Dios tenga en su gloria, ha dejado este mundo. Su hijo acaba de comunicarme que Amelie y yo debemos abandonar esta casa hoy mismo, en cuanto tengamos preparado el equipaje. Lamento darle la noticia de esta manera, pero Celestine no dio muestras de encontrarse enferma a pesar de su avanzada edad, al contrario, mantuvo siempre una vitalidad digna de mencion hasta el ultimo momento. Amelie me ha contado en numerosas ocasiones la profunda preocupacion que siempre ha mostrado usted por ella, pagando todos sus gastos, incluyendo mi sueldo, y por eso recurro a usted en este momento. Afortunadamente, tengo un poco de dinero ahorrado y con el podremos aguantar algunas semanas, si no lo malgastamos. He pensado coger una habitacion en la posada El cafe del puerto, que es muy conocida en la ciudad por su limpieza y buenos precios, esperando que usted nos envie una carta con lo que debe hacer Amelie, ya que no se como obrar en este caso. Es ella la que me ha pedido que le escriba, ya que esta muy afectada por la muerte de Celestine. La queria mucho, como todos los que tuvieron la suerte de conocerla. Pero su pupila se sobrepondra, no se preocupe. No en vano es una joven fuerte, inteligente y preparada, en parte, gracias a las diferentes materias que usted ha insistido en que estudiara a lo largo de los anos. No me molesta reconocer que al principio algunas de esas asignaturas no me parecieron adecuadas para una joven de su edad, pero segun ha pasado el tiempo, me he dado cuenta de que han sido muy provechosas para ella. Termino esta carta rogandole que nos envie su contestacion lo antes posible y perdone mi atrevimiento si le digo que, si quiere que su pupila viaje hasta Dublin para encontrarse con usted, debera enviarnos algo de dinero ya que con lo que yo tengo no alcanza ni siquiera para un pasaje. Esperamos impacientes sus noticias. Gabrielle Toure Institutriz. Killian termino la carta y se quedo pensativo durante unos segundos, luego se levanto y salio en busca de su mayordomo. Tenia muchas cosas que hacer si queria salir ese mismo dia de viaje. La puerta de la posada se abrio para dejar pasar a un hombre alto, moreno y con barba, que miro a su alrededor de forma un tanto despectiva, como si le resultara desagradable entrar en un sitio semejante. Cuando vio al posadero que estaba detras de la barra, se dirigio a el sin perder un momento llamandolo con gesto altivo; el hombre, un anciano calvo y delgado que habia visto de todo a lo largo de su vida, apreto los dientes y se mordio la lengua mientras se acercaba al recien llegado. No le gustaban los pedantes y el que acababa de entrar era uno de ellos, sin ninguna duda. --!Posadero! --volvio a llamarlo y en esta ocasion levanto la voz, a pesar de que el anciano ya se estaba acercando a el, mientras se quitaba los guantes de piel para dejar a la vista unas manos blancas y cuidadas. --?Si, senor? --Estoy buscando a dos mujeres. Deben de llevar aqui cerca de una semana... se llaman Gabrielle Toure y Amelie de Polignac. Tengo que hablar con ellas urgentemente. El posadero asintio mientras pensaba lo mas deprisa que podia. La mirada del desconocido moreno le dijo que no maquinaba nada bueno, asi que decidio mentirle; no solia hacerlo, pero no le daba buena espina que buscara a esas dos jovenes en concreto, y preferia avisarlas de quien las buscaba y que ellas decidieran si querian hablar con el o no. --Han salido hace un rato, senor, y no se donde han ido. El desconocido dio un golpe con los guantes en la vieja barra de madera donde el posadero servia las consumiciones, y solto una maldicion que hizo que los pocos clientes que habia a esa hora en la taberna se lo quedaran mirando con curiosidad. --!Maldita sea! !Ya le he dicho que necesito hablar con ellas lo antes posible! --con una maldicion volvio a ponerse los guantes--. Esta bien, cuando vuelvan digales que ha venido Pierre Lesnais a verlas y que volvere esta tarde. !Y que no vayan a ningun sitio hasta que yo venga! --Despues, se dio media vuelta con un revuelo de su capa y desaparecio por la puerta que daba a la calle. El posadero lo siguio con la mirada deseando saber que buscaba tan extrano individuo. Gabrielle y Amelie, mientras, paseaban muy cerca de alli por un parque paralelo al puerto como todas las mananas, cogidas del brazo y mostrando una estampa muy particular. Gabrielle, la institutriz, era una mujer bajita, su coronilla llegaba escasamente al hombro de su alumna, Amelie, y sus curvas hacian que los hombres que encontraban a su paso se quedaran mirandola a pesar de ir vestida como si fuera una mujer mucho mas mayor. Las curvas del cuerpo de Gabrielle le habian provocado muchos problemas a lo largo de sus veintiseis anos, razon por la que siempre vestia ropa suelta con la que intentaba disimular su silueta y el pelo sujeto en un mono tan tirante, que le provocaba dolor de cabeza. Ademas, tambien llevaba unas gafas de cristales gruesos que ocultaban sus ojos. Amelie, su pupila, tambien llamaba la atencion de cualquiera que mirara en su direccion sin proponerselo. Ademas de ser una muchacha alta y elegante, poseia unos ojos rasgados que recordaban el color del mejor whisky y un hermoso y rebelde cabello al que costaba mantener sujeto. Despues de andar durante bastante rato y al ver que no habia nadie a su alrededor que pudiera escucharlas, Gabrielle se decidio a hablar con su pupila y amiga: --Amelie, hay algo que llevo dias queriendo preguntarte. --La muchacha la miro. En la curva sensible de su boca se percibia la tristeza que sentia por la reciente perdida. Celestine era su tia, pero habia sido mucho mas que eso para ella desde que perdio a sus padres, tantos anos atras. Gabrielle suspiro deseando poder dejarla mas tiempo tranquila, pero, desgraciadamente, tenia que tomar una decision. --Querida... --insistio. --?Si? --A pesar de que le habia contestado, estaba distraida observando los ancianos arboles que habia a los lados del camino. --Sentemonos un momento en ese banco. --Esperaba que asi le prestaria mas atencion. Se sentaron juntas y Gabrielle se volvio hacia ella. --Necesito saber si estaras bien con tu tutor. No es que tenga nada en contra de el, pero, si voy a buscar otro trabajo, me quedaria mas tranquila sabiendo que, si vives con el, estaras a salvo. --Por alguna extrana razon, la desconfianza que tanto le habia costado expresar, a Amelie le hizo gracia y sonrio, por primera vez en dias. --?Lo dices porque es un vampiro? --Gabrielle abrio la boca sin saber como contestar porque la hubiera malinterpretado de esa manera. --Sabes que yo nunca he hecho diferencias entre hombres y vampiros... y te he animado siempre a que los trates por igual. Te preguntaria lo mismo si fuera completamente humano, eso no me importa.
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