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El invierno siempre habia sido su estacion favorita. Eyra se sentia reflejada en la crudeza de sus temperaturas, en la crueldad que podias hallar en la blanca nieve que cubria el bosque. Los arboles apenas soportaban el peso y se plegaban ante la joven, los animales estaban escondidos y la convertian en la unica inconsciente que alli se encontraba. Alzo los ojos azules euforica, deseando forzar sus musculos todavia mas, furiosa en el fondo. No sabia que le pasaba, no queria pensar en ello. Se dejo caer sobre una piedra y estiro los dedos, recordando la primera vez que se habia visto forzada a cruzar la linea. Ese instante que debia convertirla en una verdadera guerrera y que la transformo en un fantasma hurano que apenas soportaba la presencia de otras personas. "Siempre has sido una asesina. ?Acaso lo has olvidado?" La voz de su abuelo inundo su cabeza. --Solo era una nina. Tu me obligaste a hacerlo... --gimoteo Eyra, sin atreverse a alzar la voz contra el fantasma de quien tanto dano le habia causado. En la aldea todos festejaban. Bebian y comian en honor a los vencedores, disfrutando de un botin maldito. Sin embargo, eran sus preguntas y comentarios para los que ella no estaba preparada. Ellos esperaban una gran historia, palabras que ensalzarian las hazanas de su pueblo sin comprender que lo que Eyra habia visto era solo oscuridad y dolor, tristeza y lagrimas, que dejaban sobre su piel una ponzonosa sensacion. ?Por que habia elegido ir? Ya no habia marcha atras. "He protegido a mi pueblo, a mis hermanos", se dijo Eyra. ?Por que entonces no habia sido capaz de volver a levantar la espada desde esa incursion? Ahora preferia correr, saltar los arroyos y alejarse tanto como podia, hasta que la proximidad de la noche la obligaba a regresar. El orgullo que los ojos de los suyos le mostraban era el peor de los venenos. "Jamas podre olvidarlo", comprendio Eyra, ahogandose en un sollozo que no permitio salir. Ella no lloraba, no caia, no se rendia. Fue el silencio sepulcral que ahora preferia el que la ayudo a escuchar lo que estaba demasiado lejos. Aunque puede que fuera su instinto, lo cierto era que giro la cabeza y miro en direccion a su pueblo sin saber que era lo que buscaba. Una columna negra se alzo buscando las blancas nubes. "No se atreverian", ni siquiera ella fue capaz de creerse tamana mentira. ?No se atreveran? La venganza era un sentimiento poderoso que conferia fuerzas a quienes ya habian sido derrotados. Solo un pueblo los odiaba lo suficiente, perdio unos valiosos segundos ante la sensacion de que se lo merecian. Entonces, ?por que corria? Era sencillo, puede que mereciera morir, mas eso no implicaba que fuera a permitir que acabasen con los que apreciaba, que permitiera que colocasen unas cadenas en sus munecas y convirtieran sus vidas en un infierno permanente. La aldea era un caos cuando llego. Rostros con marcas de guerra perseguian a otros que buscaban como defenderse. No quiso reconocer a nadie, cerro los ojos con fuerza mientras llegaba a su choza y buscaba a una vieja amiga que nunca creyo que volveria a empunar. "Son tiempos de guerra", solia comentar su abuela cuando se sentaba frente al mar en verano. Para ella siempre lo eran y, lo cierto, era que rara vez se equivocaba cuando se aventuraba a discernir lo que el futuro les habia preparado. --Y para que la paz llegue es preciso dar un tributo a Tyr --solto Eyra, disculpandose cuando se planto ante un hombreton y flexiono las piernas--. Supongo que de poco valdra que trate de negociar. --Os arrancaremos la cabeza a todos. No habra prisioneros --prometio el guerrero, sediento por la sangre de sus enemigos. Sus pupilas eran tan diminutas que Eyra dudaba que pudiera verla, estaba perdido en otro lugar y otro tiempo. No por eso era menos peligroso. --Lamento esa decision. Nunca fue mi intencion arrancar mas vidas. --?Tu? --escupio el hombreton lanzando el hacha sobre su cabeza. Golpe que esquivo de tal forma que parecia bailar, sus pies se movian con tanta habilidad que ella no tenia que pensar como, permitir que su instinto tomase el control era suficiente --Deja de correr, de nada te servira. --Estoy segura. Llevo escapando de quien soy anos y, aqui nos hallamos. Mis pecados me escupen de frente. --Sonrio con los labios, sin que el gesto llegase a sus ojos. Su interior estaba tan helado como el bosque que habia dejado atras, eso no impedia que un fuego explotase en sus musculos cuando la espada estaba en su mano--. Estoy destinada a ser una asesina. El guerrero era inmenso y sus movimientos lentos. Ella buscaba herir y fue a por su gemelo, apunto a sus piernas sabiendo que habia muchos otros a los que debia detener. Rapida y eficiente, tanto que se detuvo tras cuatro cuerpos caidos sin recordar como habia llegado tan lejos. Su cerebro desconectaba como si pelear fuera todo cuanto necesitase, como si fuera ella misma arrancandose las cadenas, cadenas que su conciencia trataba de grabar a fuego en un alma negra como la noche misma. Era ella y no queria serlo. No queria sonreir al demostrar que podia doblegarlos, no queria ulular cuando corria ni cerrar los ojos de placer cuando el viento movia su pelo y refrescaba su piel. Viva, se sentia viva. Gritos, promesas, amenazas y ruegos. ?Para que? Eso no cambiaria nada. Los enemigos no se rendirian y ellos no dejarian de luchar por sobrevivir. Algo le llamo la atencion, hizo girar la espada en su mano mirando hacia el norte sin comprender por que ese hombre atraia sus ojos. Un paso, dos pasos, tres pasos... Llego hasta la esquina y esquivo un golpe mortal. Giro sobre si misma y aprovecho la nieve para cegar a alguien, que gruno furioso haciendo que los ojos verdes, de quien tanto le habia llamado la atencion, virasen a su persona. "Hermoso..." Eyra retuvo el aire que pugnaba por salir de sus pulmones. El estaba cubierto por sangre, sangre de los suyos. Debia matarlo... "?Por que?" --?Una mujer? --se carcajeo Snorri, alzando la ceja derecha. ?Debia sentirse insultada? Ella lo miro con mas curiosidad-- ?Ahora mandan a las mujeres a protegerlos? Eyra miro a su alrededor buscando a la joven debil que el parecia estar observando, desde luego no se sentia identificada. Se senalo a si misma con la empunadura de la espada y volvio a hacerla girar, un gesto que demostraba su nerviosismo y, al mismo tiempo, lo bien que se desenvolvia con ella. Era un apendice mas. --Debo detenerte --se dijo, ?o se lo habia dicho a el? ?Importaba? --No te matare. --?Estas loca? --inquirio el, pareciera verdaderamente interesado en la respuesta a dicha pregunta. Se habrian pasado horas mirandose si el grito que rasgo el aire no perteneciera a Lena. El estaba en el medio, lo convirtio en un hermoso estorbo. Ataco cegada, sintiendo la prisa espoleando sus movimientos. Grito dandole fuerza a sus golpes, haciendo que las espadas chocasen de tal forma que Snorri acabo retrocediendo.
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a. r. cid