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Veronica Mengual
La noche fue tormentosa. Los relampagos no habian dejado que Margot, de apellido Kidder, pegase ojo. Habia estado buena parte del tiempo de descanso mirando por la ventana. Era un espectaculo fascinante ver los dibujos inesperados que se formaban en el cielo. Era la naturaleza en su maxima expresion rugiendo furiosa, despues de tenir el horizonte. Le apasionaba estar en su alcoba, con la chimenea prendida, observando una intempestiva tormenta nocturna. Desde pequena supo que no era una persona demasiado comun. Las diferencias con su hermana mayor, Bernice, eran del todo evidentes. A Bernice le gustaba jugar con munecas, a Margot con las plantas. Bernice deseaba salir a pasear, ella preferia leer un libro. Su hermana pintaba de modo fascinante, ella podia cocinar un rico bizcocho de chocolate. Por descontado que todo lo que Bernice hacia, era elogiado y aceptado por sus padres, los condes de Burst. No asi lo que Margot llevaba a cabo. Se sentia extrana en su casa, con su propia familia. No encajaba. Esas diferencias tan manifiestas que ambas hermanas tenian, la colocaban a ella, a Margot, en una posicion delicada. Mas, cuando la belleza que una dama debia tener para conseguir a un buen partido, habia recaido casi por completo en Bernice. Se habia conformado con ser <
>. En efecto, todo en Margot era un problema de proporciones biblicas. No sabia como lo hacia, pero siempre conseguia estar en el momento menos oportuno y en el lugar poco adecuado. Su caracter tierno y docil la ayudaba a sobrellevar ciertas cosas que desde un punto de vista exterior eran bastante injustas. Se consideraba a si misma bastante confiada. Con dieciocho anos recien cumplidos, Margot no tenia miedo mas que a una cosa: la ira de su hermana. Bernice era demasiado... demasiado... demasiado... !todo! Ademas de ser perfecta, su hermana mayor siempre buscaba molestarla. No entendia muy bien el motivo. Tal vez la disputa viniese por aquella muneca que le regalo tia Theodora. Bernice considero que la de Margot era mas bonita y a partir de ahi, las cosas cambiaron. Margot sacudio la cabeza para negar. No creia que aquella muneca comenzase la historia compleja que se producia entre las hermanas. Bueno. Si, era cierto que Theodora solia tener una especial inclinacion por Margot, pero en cuanto Bernice supo ganarse a la tia, la cosa cambio por completo. Tanto mudaron los afectos de la tia solterona Theodora, que el viaje por Europa que le habia prometido a Margot, le fue concedido a Bernice. No importaba. Margot estaba mas que satisfecha por la tranquilidad sosegada que reinaba en la finca de campo. Bernice llevaba fuera cerca de ocho meses y, aunque estaba feo decirlo, habian sido los mejores de toda su existencia. Y no solo por este motivo. Su felicidad era plena porque, aunque refunfuno un poco por ese viaje del que finalmente habia gozado su hermana, !ella iba a casarse! Margot estaba entusiasmada. Bernice contaba sobre sus espaldas dos temporadas y pese a ser toda una beldad, no habia conseguido una propuesta aceptable. Tambien era cierto que su perfecta hermana, con sus medidas adecuadas, sus preciosos ojos azules y ese cabello del color del oro mas claro, rechazo a todos y cada uno de los pretendientes que llegaron hasta su puerta porque no los consideraba apropiados. Bien. Por una vez ganaria a Bernice en ese juego de competencia que su hermana mayor instauro entre ellas. Margot se casaba con un hombre sin haber disfrutado de ninguna temporada y sin haber salido del campo para encontrarlo. La joven se miro al espejo. Fuera de la sombra que proyectaba su hermana, parecia que habia florecido timidamente. Compuso una sonrisa triunfal llena de ilusion y esperanza. Coloco un mechon de pelo rebelde que se habia salido de su lugar. Su cabello no era tan ostentoso como el de Bernice, pero era del color adecuado: dorado como los rayos del sol. Sus ojos no tenian tampoco el tono tan claro como el de la hija mayor del conde de Burst, pero eran azulados, mas bien grises, como un dia nublado. El mayor de los problemas era su alzada. Con apenas un metro cincuenta y siete de estatura era bastante baja, pero deseaba pensar que su intelecto, ese que nutria con una buena lectura, compensaba con creces su talla. Bernice le sacaba casi cabeza y media... La fortuna dio gran parte de la belleza de la familia a su hermana, a ella la bendijo con bastantes pecas en buena parte de su cuerpo. No estaba bien visto que las manchas echasen a perder el tono lechoso de piel. Habia probado todo tipo de remedios para aplicarse: como los tonicos con limon, banarse en leche de burra como hacia Cleopatra... Sus pecas no deseaban marcharse y a ella ya no le importaba porque el hombre que le habia preguntado si deseaba casarse con el decia que eran encantadoras. Margot suspiro de plena felicidad. Estaba completamente enamorada de el. Era sencillamente maravilloso, ideal, perfecto, atento, apuesto, con buenos modales, rico, con titulo y su padre lo aprobaba por completo. David Clarke, conde de Luxor, tenia veinticuatro anos y la adoraba al igual que hacia ella. Era el vecino que habia comprado la propiedad adyacente a la de lord Burst y cuando David llego a casa para presentarse... fue un cuento de hadas, se miraron a los ojos y saltaron chispas. Margot nunca fue muy dada a creer en enamoramientos, pero lo que sintio al principio por el, no fue nada en comparacion con lo que siguio tras esos seis meses en los que se habian conocido y hecho grandes amigos. Y entonces llego un contacto que ella consideraba divino. Los labios de el la rozaron un momento con timidez y todo su cuerpo temblo. Habian salido a montar y cuando la ayudo a bajar del caballo a mitad de la cabalgata, el no pudo resistirse, segun le habia dicho. Estaban prometidos en secreto, porque solo faltaba que David hablase con su padre y la cosa quedaria lista para sentencia. Nunca creyo que encontrar el amor resultase tan sumamente facil. !Ni siquiera lo habia buscado! Pero era deliciosamente perturbador imaginarse viviendo la nueva vida que pronto iniciaria. Tendria un esposo, es decir, todo con lo que una joven dama casadera suena desde que deja de hacerse las trenzas. Dirigiria su casa y seria amable con sus sirvientes porque eso iba con el caracter dulce que Margot tenia. Le daria muchos hijos, tantos como Dios quisiera enviarles y seria la mejor esposa de todo Londres. No, de todo el planeta. Colmaria a su esposo con tanto amor que nunca dejaria de sentirse querido. Si. Eso haria. Seria la perfecta esposa para el conde de Luxor. David. Todavia recordaba el instante en el que el la invito a usar su nombre de pila. Le parecio un acercamiento tan intimo que no supo como reaccionar. Se puso tan colorada que sus mofletes hablaron por ella ante esa invitacion. El le acaricio la mejilla y le dijo que la encontraba adorable. Antes de salir de la habitacion, cogio un sencillo sombrero de paja y se marcho en direccion al riachuelo. David deseaba hablar con ella de manera privada y la habia citado alli despues del desayuno. El lugar al que se dirigia estaba a unos veinte minutos de la casa y ese tiempo le sirvio para sentir una expectacion increible. Conforme se acercaba hasta el punto de encuentro, lo veia cada vez de forma mas nitida. El se habia quitado el sombrero y lo portaba entre las manos. El cabello negro se movia por el ligero viento que se habia levantado. En cuanto la diviso, le otorgo una brillante sonrisa que la deslumbro con la blancura de sus perfectos dientes. Sus ojos eran tan verdes, como la hierba mas fresca. !Era tan apuesto! --Margot... --Cada vez que el pronunciaba su nombre su corazon se estremecia. ?Se podia morir de puro amor? La joven comenzaba a pensar que si. --David... --Consiguio decir antes de que el se abalanzase para abrazarla. Las rodillas le temblaron. El se obligo a despegarse de ella. La miro con verdadera adoracion. Los ojos de ambos estaban en sintonia. Se sonrieron como dos jovenes absolutamente embelesados. --Te amo, Margot. Mas de lo que imagine que amaria a cualquier mujer. Eres perfecta para ser mi esposa. ?Lo seras, verdad? --El conde le acaricio la mejilla en un gesto muy tentativo lleno de nerviosismo. Ella sintio mil mariposas revolotear en su estomago. Era la primera vez que el le confesaba sus sentimientos de forma tan efusiva. --Por supuesto que si --respondio la rubia, sin apice de duda. Era el hombre mas apuesto, atento y perfecto que jamas penso que podria tener. --Margot... --La volvio a abrazar con intensidad--, me vuelves loco. Cuando no estoy contigo pienso en ti a todas horas. No se que tienes, pero me haces sentir como un animal... David la solto de improviso como si quemase. El se giro de pronto. --?Que te sucede? --inquirio ella sorprendida por el supuesto rechazo. --Tu me sucedes. Te deseo tanto que me duele --dijo de un modo agonico. --?Como puedo hacer eso? --Margot se acerco para tocar su hombro a fin de que el se diera la vuelta. La mirada de ambos estuvo nuevamente conectada. El le acaricio la mejilla una vez mas.--Debo marcharme. Mi tio esta enfermo y no se cuando regresare. --!Oh! Lo siento mucho. ?Cuando te marchas? --La noticia le habia sentado como un jarro de agua fria, pero comprendia que era necesario que el atendiera sus asuntos familiares. --Esta tarde. Deseaba hablar con tu padre antes de marcharme, pero cuando he ido en su busca, el mayordomo me ha informado que ha partido a Londres. --En verdad esto habia sido un contratiempo a sus planes. --Si, el conde se ha marchado. ?Has estado en casa esta manana? --pregunto con extraneza, pues no le dijo nada de su visita. El cabeceo afirmativamente. --He ido con la unica idea de cerrar nuestro compromiso lo antes posible... --Su tono de voz sono extrano. Con un deje de tristeza. Margot le sonrio. --En mi corazon no hay lugar para otro que no seas tu --trato de tranquilizarlo--. Por lo que a mi respecta, eres mi prometido. David le devolvio la sonrisa y ella percibio que el se tranquilizaba. --?Tu padre me aceptara? --inquirio con nerviosismo contenido. Ella se rio con ligereza. --?Un conde, joven, apuesto, rico y que declara su amor por su hija? Estoy segura de que padre te aceptara por completo. --Al menos asi lo esperaba, porque lord Burst no podia poner ningun impedimento. --Es un hombre muy serio. Parece inaccesible. --A David no le gustaba demasiado la actitud de ese hombre, en especial, con relacion a su hija. --Lo es con todo el mundo. No solo contigo. Le preocupa el condado, su titulo y sus negocios --puntualizo. Margot era su propia sangre y creia que, si la hija de la cocinera se hiciera pasar por ella, ni lord ni lady Burst se darian cuenta del engano. --Yo... deseaba haber hablado con tu padre antes de irme y pedirle sus bendiciones porque... --La frase quedo suspendida en el aire. Margot lo vio excesivamente inquieto, y por norma general, David era un hombre muy civilizado y tranquilo. --Sea lo que sea que ocurra, puedes contar conmigo siempre. --En un gesto de audacia, Margot se puso de puntillas y le dio un ligero y suave beso en los labios. David la sostuvo un instante entre sus brazos. --Te deseo, Margot. Se mia --pidio, mientras acercaba su entrepierna al cuerpo femenino para dejar claro lo que en verdad estaba demandando. Margot sintio el pinchazo de su hombria. Se sofoco, pues sabia que el estaba en un estado que antes nunca habia sido tan patente. Su zona intima se sentia dura y ella diria que incluso palpitante. Trago saliva con fuerza y lo miro con intensidad a los ojos. Vio el deseo de el ahi reflejado. --Yo... yo soy tuya... --dijo sin ser demasiado consciente de las implicaciones de su aseveracion. --No. No lo entiendes. Yo deseaba hablar con tu padre para poder sellar nuestro compromiso y poder... Yo... --Le toco el turno a el de tragar saliva--. Margot, deseo tomarte como mi mujer. Aqui y ahora. Te deseo y no puedo esperar mas. Si no te tengo, me volvere loco. He tratado de contenerme. Ya no lo soporto mas. Saber que estare unas semanas lejos de ti... Deseo llevar conmigo tu recuerdo siendo mia para que nada nos separe jamas. Margot bajo la mirada al suelo. Estaba azorada. Si. En estos instantes comprendia perfectamente lo que el estaba demandando. Una joven solo tenia su reputacion. Era la leyenda que la condesa le recitaba casi a diario, mas cuando David comenzo a dar muestras de interes por ella. Una joven mancillada fuera del matrimonio no sobrevivia al ostracismo. --David... yo no... --comenzo a titubear. --No. No digas nada. Lo se. Estoy siendo demasiado egoista. No tengo derecho a pedirte nada. No contestes. Podre esperar... --Margot lo vio totalmente desesperado en su explicacion. Se sintio miserable por haberlo hecho sufrir con su intento de negativa. --David, comprendo que tu... En fin, eres un hombre y que yo... Yo sere tu esposa. Creo que mi deber... Es decir, yo... Te amo. --Consiguio decir entre los balbuceos. --?Me amas? --Abrio los ojos lleno de jubilo por la declaracion. Esa muchacha era pura luz y el deseaba quedarse ciego por su mirada. --Con todo mi ser. Creo que eres el mejor hombre que conoci, conozco y conocere. Estoy muy agradecida de que te interesases por mi. --?Como no iba a hacerlo? Eres todo candor, inocencia. Ademas, posees una inteligencia excepcional. Todo ello, sin olvidar esos preciosos ojos que tanto me impresionaron cuando te conoci. Creo que eres la mujer perfecta. --El coloco su nariz pegada a la femenina--. Puedo esperar si es lo que deseas. Lo hare, aunque ello me cueste horrores. --Emitio una carcajada carente de humor--. Solo es que necesitaba hacerte el amor de modo desesperado. Lo siento, Margot. No debi haberlo pedido. Me disculpo. Cuando estemos casados... Margot inhalo una bocanada de aire fresco. --Deseo que me hagas el amor, David... Ahora --susurro la ultima palabra por lo bajo mientras su mirada caia al suelo. --Margot... --David sintio que el cielo se habia abierto ante sus ojos. Desde que la habia visto, solo fantaseaba con tumbarla sobre su espalda y... Y eso fue justo lo que hizo en cuanto obtuvo la aprobacion de esa maravillosa mujer. Le acaricio unos breves minutos los incipientes senos, y a continuacion la ayudo a acomodarse sobre la mullida hierba. David se coloco sobre ella mientras se desabrochaba la presilla del pantalon. Le subio la falda y hurgo entre su ropa interior. --Mi amor. Mi amor... me has hecho el hombre mas feliz del mundo --le dijo al tiempo que llevaba su miembro hasta el interior de ella. Le costo atinar el tiro, pero al tercer intento, una vez que su virilidad se apoyo en su abertura, consiguio meterse de una embestida hasta el final de su cueva. Margot no grito. Pudo contener la furia del dolor que nacio en su ser. No asi, consiguio refrenar sus lagrimas. El siguio embistiendo sin saber la laceracion que habia provocado. La rubia cerro los ojos. Sabia que dolia. Su hermana habia hablado de ello en alguna ocasion con sus amigas casadas y la habia escuchado decir que cuando un hombre yacia con una mujer el dolor era insoportable. Ya tenia la confirmacion. Deseaba gritar, pero no podia. No debia hacerlo. El seria su esposo y ella le serviria en todo cuanto precisase. La labor de una mujer era mantener satisfecho, feliz y contento a su marido. Ella habia aceptado la proposicion de el y comenzaria de inmediato a demostrarle su valia. En lo que fueron tres minutos, un rugido profundo acallo el canto de los pajaros. Margot percibio unas palpitaciones en su interior al tiempo que algo calido se vertia dentro. David se quedo laxo sobre el cuerpo de ella. Su cabeza se apoyo sobre su clavicula un momento. Margot no se atrevia a decir nada. Tan solo queria que el se retirase. Y parecio leerle la mente, porque David se movio de inmediato y se incorporo. Vio la sangre de la mujer a la que pretendia desposar en su virilidad y sonrio. --Eres mia, Margot. Mia para siempre. --Se acomodo sus partes y la ayudo a incorporarse. Se fijo en la humedad que todavia tenia en sus mejillas--. No llores, preciosa mia. Has perdido tu virginidad, pero no has de temer nada. Te he prometido que me casare contigo y lo haremos pronto. ?Podras esperar, Margot? Ante las palabras de promesa, ella sintio que su herida intima se acallaba. La esperanza renacio de nuevo. Habia obrado correctamente. --Si. Lo hare. Te amo, David. Entonces el le dio otro beso calido y la abrazo con fuerza. --Esperame, Margot. Pronto seras mi esposa. Con el juramento de un amor que acaba de sellarse, el conde de Luxor se marcho de alli mirando atras a cada rato. Margot era dulce, era sensata, era todo cuanto podia desear un hombre que buscase una buena esposa. Y con el corazon lleno de amor y rebosante de felicidad, la joven Margot llego a su casa sobre un monton de nubes que le indicaban que seguia sonando. Pero no todos los suenos eran dulces. Habia pesadillas que comenzaban de la manera mas natural. Margot en su ingenuidad y falta de lecciones sobre la vida y los hombres, no se ocupo de esconder la prueba de su delito. La doncella encontro sangre en sus enaguas y de inmediato dio parte a la condesa. Y todo comenzo a ir de mal en peor... Asi fue como su hermana Bernice amanecio en casa a la semana siguiente y tia Theodora se llevo con ella a Margot, a la espera de saber si lo que la joven habia hecho, presumiblemente con algun trabajador de la casa, daba sus frutos. Para suerte de Margot, su hermana no llego a enterarse del motivo de su precipitada marcha de la finca familiar. Pese a que la segunda hija de lord y lady Burst imploro un poco de tiempo para explicar la situacion, nadie le hizo caso. Para sus padres, ella habia cometido el peor de los delitos y no merecia mas que una reclusion en un lugar donde no pudiera hacer gala de su caracter licencioso y reprochable. Y los dias se convirtieron en semanas, estas en meses y cuando cumplio los veintidos anos, al fin tuvo las ansiadas noticias que nunca llegaron mientras residia con su tia lejos de sus padres. Cuatro anos de soledad, donde las penas habian sido mas que las alegrias. Pero habia llegado el momento de respirar libertad. Sentia retirarse el yugo que anos atras colocaron sobre su cuello. David al fin la habia encontrado. Libre. Seria libre al fin y con el hombre que tanto habia amado. Su cuento de hadas comenzaba una vez mas y esta vez, nadie podria evitar que Margot Kidder alcanzase la felicidad que le habian robado durante cuatro largos anos. Y con ese pensamiento en la mente, nada mas llego a Londres se dio cuenta de que la pesadilla no habia hecho mas que comenzar.
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