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El caballero, sobre su caballo blanco y al frente de sus leales soldados, por fin siente que el hogar esta cerca. Los bosques de pinos o las suaves montanas daban fe de ello, dejando atras las vastas llanuras. Rodearon la aldea y su muralla y, sobre la elevacion mas alta, aparecio la gran fortaleza rodeada por la mas robusta muralla, como una madre que abre los brazos para proteger a sus hijos. Cruzaron el foso sobre el puente levadizo para entrar en el patio de armas, donde escuderos y pajes se apresuraron a atender a sus exhaustos y polvorientos senores y a sus igualmente fatigadas monturas. El senor de Montsolis, tras bajar de su caballo, alzo la mirada hacia las almenas, como siempre que volvia a casa. Pero, como siempre, nunca encontraba a nadie esperandole. Siempre que regresaba de alguna de las revueltas sarracenas o, como en esta ocasion, de una reunion en Las Cortes, imaginaba, fugazmente, que su dama le esperaba impaciente en alguna de las almenas o sobre el adarve de la muralla. Incluso en ese mismo instante le parecia estar divisando una oscura silueta femenina recortada sobre el rosado cielo del ocaso, con sus ropas y sus cabellos ondulando al viento. Sacudio la cabeza para salir de su ensonacion y volver a la realidad. Se quito el yelmo y se dejo ayudar por Nuno, su escudero, ofreciendole sus armas para su limpieza. Todavia con la cota de malla, aunque sacandose el mismo el almofar y la crespina por la cabeza, subio las escaleras de la torre del homenaje para encaminarse a sus estancias privadas. Primero, como tenia por costumbre, saludaria a su esposa, aunque ya sabia de antemano que ella apenas le devolveria el saludo. Ni siquiera le miraria a los ojos. En realidad, penso, no sabia de que color eran esos ojos que siempre miraban hacia el suelo. Ademas, apostaria su vida a que se encontraria flanqueada por sus inseparables guardianas, sus propias hermanas, que, como hermanas mayores del senor y en su calidad de viudas de sendos senores ciertamente notables, se encargaban de la organizacion domestica. Algo que a la propia senora del castillo parecia agradarle sobremanera, ya que era mas feliz bordando o tejiendo algun tapiz mientras sus cunadas revoloteaban a su alrededor como si quisieran protegerla hasta de su propio marido. Despues de pedir permiso, flanqueo la puerta de la estancia mas soleada del castillo, donde un grupo de mujeres bordaban y tejian y suaves murmullos femeninos llenaban el aire, aunque cesaran de repente al advertir la presencia del senor. Sus hermanas, Elvira y Mencia, tan frias como siempre, fueron las primeras en dirigirle algo parecido a una bienvenida. --Hermano --saludaron con un movimiento leve de sus cabezas. --Hermanas --correspondio el. Y seguidamente dirigio su mirada a su esposa--, esposa --y se Inclino levemente. Amicia parecio mover ligeramente los labios, aunque su marido no estaba seguro si como saludo o como plegaria por su poca deseada presencia. Asi que, volviendose a inclinar, pidio permiso para retirarse y salio para encaminarse a sus propios aposentos. Si, siempre habia deseado volver al hogar, despues de batallas o reuniones con nobles o con el rey. Pero cada dia que pasaba sentia mas un vacio interior y un hueco en su corazon que necesitaba llenar pero que cada vez se hacia mas y mas grande. Siempre tuvo claro que, como heredero de la baronia, tendria que casarse con la mujer elegida para el. Y asi fue. El mismisimo rey Jaime I le habia concertado el matrimonio con Amicia de Bearn, para evitar una guerra promovida por el rey frances que llevaba acechando al monarca desde hacia varios anos. De esta manera, el rey Jaime seguia dominando el sur de Francia y se aseguraba la fidelidad de su caballero al convertirlo por herencia y por matrimonio en Guillem I de Montsolis y vizconde de Bearn. Guillem recordaba ahora el dia de su enlace con Amicia. Nunca se habian visto antes, pero era algo que ocurria muy a menudo y no le importaba especialmente. Pero en el fondo habia esperado algo mas. Sus propios padres se habian entendido bastante bien. Incluso sus desapegadas hermanas habian tenido unos matrimonios aceptables. El habia imaginado al menos una companera que esperase su regreso, o para conversar sobre temas cotidianos, como compania en la mesa y, por supuesto, en su cama. Pero habian sido deseos vanos. Tras un ano de casados, no sabia como era la voz de su esposa, ni tan siquiera el color de su cabello, que siempre llevaba tapado por un virginal velo blanco, casi tan virginal como ella misma. Ese era otro tema que si le preocupaba. Ese matrimonio necesitaba descendencia, ya que la falta de hijos podria acarrear un serio problema incluso a nivel politico, puesto que el rey Luis intentaria reconquistar las tierras a falta de herederos. Pero hacia ya demasiado tiempo que no visitaba la cama de su esposa. Un rictus amargo se le formo en la boca al recordar la noche de bodas. Su experiencia con mujeres nobles podia ser exigua, pero esa noche intento comportarse como el caballero que era. Mientras recorria el angosto pasillo envuelto en su propia sombra proyectada por la luz de las antorchas, recordo. Recordo la camara nupcial, en la mas completa oscuridad, con solo un pequeno atisbo de la silueta de su esposa metida en la cama y tapada hasta la barbilla. A el, colocandose encima, mientras ella, rigida como una tabla, recitaba una letania de oraciones. Despues de esa noche vinieron varias mas, en las mismas condiciones y sin resultado de embarazo tras varios meses. No era de extranar. Pensaba que un acto realizado con tanto miedo y aversion no podria dar nunca como fruto un hijo. Guillem entro en sus aposentos privados y suspiro cansado. Se sintio viejo, aunque a sus veintiseis anos deberia sentirse en la flor de la vida, una mezcla de juventud y experiencia. Miro a su alrededor y se sintio relativamente satisfecho. La estancia, disponia de una antesala, con una mesa, silla y documentos para revisar, y del dormitorio, donde el mueble que mas resaltaba era la gran cama. Podia no importarle que la decoracion y el resto de mobiliario fuesen escasos y austeros, como indicaba la sencilla presencia de un baul, un arcon y una pequena comoda. Pero despues de anos ayudando a su rey en multitud de batallas, sobre todo la conquista de Valencia, viviendo en las mas atroces condiciones, para Guillem eran muy importantes el descanso y la comida. Por eso no encontraba nada frivolo poseer una gran y comoda cama y una mesa donde nunca faltara la buena comida. Mientras le preparaban una tina de agua para el bano, se asomo a la ventana y observo el paisaje. Al menos la vision del entorno familiar que lo rodeaba le daba la seguridad y la fuerza necesarias para pensar en el futuro. Por lo demas, Dios proveeria. Habia vuelto al hogar. CAPITULO 1 Barcelona, mayo de 2014 Correr calle Muntaner abajo para poder coger el tren, sin tropezar y sin que la atropellaran en el intento, era un riesgo al que cada dia se enfrentaba Beatriz, o Bea, como preferia que la llamaran. Bea trabajaba en un hospital de esa zona como enfermera y se consideraba afortunada de tener una profesion que le encantaba y por haber conseguido un puesto para los tiempos que corrian. Pero ese dia deseaba cuanto antes poner tierra de por medio. Hay dias en los que es mejor no levantarse de la cama, le oia decir muchas veces a su madre, y ese, especialmente, habia sido uno de ellos. Al levantarse por la manana, no le habia sonado la alarma del movil, ya que se le habia apagado sin bateria. Sin tiempo para desayunar, habia corrido hasta la boca del metro para descubrir que solo habia servicios minimos por la huelga de transportes, por lo que tuvo que coger un taxi, donde el pobre taxista se habia visto obligado a sortear velozmente el trafico de esa hora de la manana, debido a la orden imperiosa de una usuaria con los nervios de punta. Al llegar, habia tenido que aguantar la mala cara de la companera a la que relevaba y, para colmo, Oscar habia vuelto al hospital tras su excedencia. Ahora, volviendo para casa, y por fin en el interior del vagon, Bea se agarro a la barra, apoyo su frente en ella y cerro los ojos. ?Que mas podia haberle salido mal ese dia? ?Por que habia tenido que volver a verle a el?
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