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Kayla Leiz
Tenia problemas. Graves problemas. Tremendos problemas. No era solo haberse ido de casa dos dias antes con lo puesto y el dinero que llevaba encima: la situacion era mucho peor. Mucho… Mucho… ?Donde cuernos estaba? Miro a su alrededor tratando de asimilar algo, que en su mente se le encendiera una bombilla y le dijera donde podia estar... !algo! Pero esta parecia tener un cartel en su lugar: <
>, lo que mas le conviniera. Temblo escondiendose dentro de su chaqueton. Esa noche iba a hacer frio. Y ella estaba en apuros. Dejando a un lado el hecho de no saber donde estaba --esto tenia una buena solucion si lograba encontrar un alma, a poder ser viva y calentita para robarle algo de calor, mientras le preguntaba donde se hallaba--, el problema era que no tenia ni un centimo en el bolsillo. El dinero se habia esfumado a pesar de que habia llevado cierta cantidad. ?Y por que? Por ser una estupida y confiar en las personas. ?Como iba a saber que esa ancianita octogenaria iba a tener las manos tan largas? Gimio ante el recuerdo de los ahorros perdidos. Adios a una comida decente, adios a un billete de autobus hacia un lugar mas tranquilo, adios a... a todo. El viento helado la hizo sisear y se enfundo mas en el abrigo, arqueandose para calentarse un poco los muslos, pues los dedos de los pies ya no los sentia hacia rato. Necesitaba encontrar un sitio donde poder pasar la noche, uno donde no hiciera frio; no lo soportaba y ahora este se tomaba la revancha atormentandola a conciencia. Saco la mano para sostener el movil. Podia llamar por telefono, quiza la estuvieran buscando o se alegraran de saber de ella. Como un rayo, el grito aparecio en su mente deteniendo cualquier avance para encender el telefono. Suspiro y lo enterro de nuevo en su chaqueton. Mejor continuar andando y mantenerse despierta que quedarse quieta y morir de hipotermia. O estaba en un pueblo desierto o algo pasaba en aquel lugar. Eran las doce de la noche, sabado o domingo, dependiendo de los segundos que llevara ya la hora, ?no habia jovenes por ahi? Necesitaba saber donde se encontraba, y no solo para dejar de sentirse como una autentica recien llegada. Un sonido vulgar y digno de un bruto le llamo la atencion. Se volvio lo suficiente para ver a un hombre… ?O era una mujer? Ya se preocuparia por el genero despues. Parecia un gigante bostezando mientras cerraba con llave la puerta de su casa. Las luces de las farolas, encendidas desde que llego, no le dejaban apreciar mucho de esa persona, pero le llamaban poderosamente la atencion dos cosas: el color oscuro de su piel y el hecho de llevar un tocado de mujer y un vestido a juego. Se quedo mirando embobada sin saber por que. Era altisimo y fortachon, como uno de esos hombretones que se dedican a la lucha libre profesional y que se veian por television o en los videojuegos. Pero toda masculinidad estaba desinflada por el vestido rojo, escotado por delante, con dos rellenos para simular pechos, y el pelo negro recogido en un mono del que sobresalian mechones discretos pero simetricos unos de otros, como si hubiera dedicado bastante tiempo a ello. Llevaba zapatos de tacon de color rojo, no demasiado altos; tampoco los necesitaba pues debia de medir uno noventa, si no mas. Los ojos eran de un color ocre, refulgente ante tanta oscuridad; tenia una peca al lado de la comisura izquierda… Un momento, esas cosas no se podian ver desde lejos… Reacciono cuando una enorme mano la zarandeo levemente. --?Estas bien, carino? --pregunto una voz claramente de hombre aunque intentaba darle un toque <> sin demasiado exito. Levanto la cabeza casi hasta dolerle el cuello y observo a ese hombre, segura ya de que era de sexo masculino, eso o una mezcla de humano y gigante, que la miraba con amabilidad. --Disculpe. --?Eres nueva aqui? --pregunto. <> Era curioso como todo el mundo empleaba este adverbio para referirse al lugar donde se encontraba. ?No podia decir simplemente el nombre de la localidad? La primera persona, o gigante, que se encontraba y tenia que decir <>. --?Donde…? --?Tienes…? Se miraron los dos callando las preguntas que iban a hacer, estallando en risas de repente. ?Cuantas posibilidades habia de que dos completos desconocidos fueran a hablar al mismo tiempo? --?Que haces aqui sola? ?Te has perdido? Nego intentando sonreirle. ?Por que no estaba nerviosa con el? Era casi el doble de alto que ella, quien apenas llegaba al uno cincuenta, y encima hacia dos veces, o tres, su complexion. Y, sin embargo, el hecho de ir vestido como una mujer le quitaba toda fiereza. --Ven conmigo, iremos a un sitio donde calentarte --agrego cogiendola del brazo. Ella afianzo sus pies en el suelo ejerciendo algo de resistencia. Una cosa era sentirse bien a su lado, otra ir adonde el quisiera. --Me llamo Jerome. Esa es mi casa y, si no nos damos prisa, todos estaran pillados. --?Todos? --pregunto frunciendo el ceno. --Date prisa, carino. Hoy quiero que Ithan sea solo para mi. ?Me haras ese favor? ?Si? Ver a un tipo de casi dos metros suplicando, con las manos unidas en un rezo y una de sus piernas levantada hacia atras, no era la idea de un macho, desde luego. --Te prometo que no te llevo a ningun lado malo, solo es el Fever Club. --?Fever Club? Jerome abrio los ojos y levanto las cejas. Se tapo la boca abierta con la mano. ?Acaso habia dicho algo grave? --?No lo conoces? Dios Santo, una mujer como tu deberia ver eso, y a los cinco. Tienes que ir, vamos --contesto; esta vez tirando sin ningun pudor. No es que ella pudiera ganar ante uno como el, a no ser que tuviera una piedra y emulara a David contra Goliat. Y aun asi, seguro que si le tiraba la piedra solo le haria cosquillas. Caminaron --si se podia llamar asi a tener que dar tres pasos por cada uno de Jerome-- por las intrincadas calles, todas desiertas en esos momentos salvo por alguna que otra mujer que corria adelantandolos. ?Que pasaba alli para que las mujeres… y los gais se pusieran histericos? --No me has dicho tu nombre --puntualizo Jerome--. ?Tienes nombre? --Por supuesto… Puedes llamarme Ex. El la miro de reojo arqueando una ceja. --No es muy normal que digamos. --Tampoco lo es un hombre como tu vestido de mujer --replico ella. Levanto la vista hacia Jerome y vio que sonreia. --Les vas a gustar a los chicos, no suele haber mucha sangre fresca por aqui
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