Ver todos los libros de: Raul Garbantes
Las olas estaban agresivas aquella manana. Asi lo penso Jerry Wilson cuando estaciono cerca de la costa y contemplo a distancia el indomito mar en el cual tenia intenciones de zambullirse para surfear. Las primeras horas de un sabado en la manana de clima frio, aunque tolerable, era el momento perfecto para practicar su deporte favorito sin tener que toparse con nadie. Segun lo acostumbrado, la costa apenas recibiria sus primeras visitas en un par de horas. Jerry no se arrepintio de su decision. Ningun factor en contra superaba sus ganas de surfear. Era justo la clase de olas que constantemente esperaba, durante sus visitas al litoral, para lanzarse a la aventura de conquistarlas. Si bien ya no era el mismo jovencito imprudente de antes, todavia conservaba la energia y el impetu de sus mejores anos. A sus casi cuarenta lucia en excelente forma. Nunca descuido su alimentacion y llevaba una vida dedicada al ejercicio. Aunque era un hombre deportista, era el surf la actividad fisica que mas le apasionaba. Sin pensarselo dos veces, Jerry cogio su tabla y se adentro en el mar. La realidad no contradijo su anterior impresion visual. En efecto, el mar estaba iracundo e impaciente, tal como el mismo lo estaba al querer montar la primera ola que viniera a su encuentro, con el proposito de olvidar todo lo que no fuera el presente. Habian sido meses dificiles para Jerry desde que murio su padre, el hombre que lo crio a el y sus hermanos luego de que su madre los abandonara, y quien lo inspiro a convertirse en policia. Fue el unico entre sus hermanos en continuar esa tradicion, que de padre a hijo se siguio cabalmente durante generaciones en su familia. Jerry penso que era lo apropiado por ser el primogenito. Sin embargo, tambien lo hizo porque le complacia. Una de las razones por las cuales queria tener un hijo era para ensenarle a surfear. Lo cierto era que todavia lloraba por la ausencia de su padre. A veces le sobrevenian las ganas de hacerlo en los momentos mas inoportunos, cuando algo le recordaba a el. Jerry era un clasico tipo rudo, al cual no le gustaba demostrar de forma abierta su lado mas sensible. Incluso entre quienes lo llegaban a conocer mas profundamente asumia siempre el caracter protector y fuerte, aparentando que nada le afectaba. A su vez preferia enmascarar el dolor con el sarcasmo. Preferia ser el bufon del grupo y nunca la nube negra de la cual era preferible alejarse. La muerte de su padre activo una conexion distinta con el sufrimiento que antes no habia experimentado, ni siquiera cuando lamentaba el abandono de su madre siendo el mayor entre sus otros dos hermanos, todavia demasiado pequenos para que les afectara realmente. Era como si aquella muerte lo obligara a confrontar la acumulacion de dolor que nunca se dio la oportunidad de desahogar. Nada de eso importaba, en verdad, cuando nadaba aferrado a la tabla hasta que fuera el momento perfecto de subirse a ella y poner a prueba el equilibrio. Jerry sentia el aire frio y humedo obligandole a entrecerrar los ojos. No le hacia falta tener pleno dominio de la vision en ese instante porque se conducia por puro instinto. No importa cuanto tiempo pasara sin surfear, su cuerpo nunca olvidaba como actuar. Minutos mas tarde Jerry se colocaba encima de la cresta de varias olas que pretendian regresarlo a la orilla. Tal como previo, el mar estaba enfurecido y no se dejaria domesticar con facilidad. Eso era justo lo que el queria; una fuerza retadora que lo obligara a tensar todos sus musculos e incluso a sentir pavor si fuera necesario. En otras circunstancias habria sido mas prudente, considerando que incluso para un surfista profesional existian limites al momento de decidir cuando detenerse. Aun asi continuo montando las olas, a pesar de que le costaba mantenerse en pie. En un par de oportunidades se resbalo de la tabla y tuvo que nadar a contracorriente para mantenerse a flote. Tras varios intentos, Jerry al fin decidio rendirse, al menos momentaneamente. Todavia no estaba dispuesto a abandonar la costa, aunque solo fuera para permanecer sentado en la orilla contemplando el hermoso paisaje mientras lamentaba su derrota. Tenia la intencion de recuperar fuerzas para intentarlo nuevamente. La playa seguia siendo toda para el, por lo cual seria insensato no aprovechar y alargar tanto como pudiera ese rato de introspeccion y soledad que necesitaba. Asi que puso la tabla a un lado y se tendio, poco ajeno a prestarle importancia a detalles superfluos, como la arena que se le meteria en el traje de bano. En la posicion de la orilla donde se encontraba, todavia el mar lo banaba hasta la altura de los muslos cada vez que la corriente alcanzaba su maximo punto. Esa sensacion de frialdad lo calmaba hasta el deseo de querer quedarse durmiendo alli. No obstante, era consciente de que seria riesgoso y comprometido dejarse llevar por la somnolencia que lo embargaba. Asi que Jerry opto por ponerse de pie nuevamente al sentir que los parpados le pesaban, esta vez con la intencion de caminar a lo largo de la orilla, todavia sujetando la tabla en caso de que se animara a lanzarse otra vez a la caza de olas. Al cabo de un minuto de caminata Jerry noto un extrano objeto encallado a cierta distancia. A medida que se acercaba se dio cuenta de que era una trampa de langostas, la cual llevaba algo en su interior. Por logica, el policia asumio que se trataba de una langosta o algun otro desafortunado animal. En el caso de que siguiera vivo, estaba dispuesto a liberarlo. Si bien no era vegetariano y el mismo disfrutaba la ingesta de langostas, le parecia razonable salvarlo si estaba en sus manos hacerlo. A escasos metros de distancia entre el y la trampa, no eran los contornos reconocibles de una langosta lo que el objeto retenia en su interior. Tampoco parecia un animal. Jerry sintio un nudo en la garganta mientras acorto los pasos restantes, corriendo para comprobar que su vista no le estaba haciendo una mala jugada. --!Dios santo! --exclamo horrorizado--. ?Como es posible? Jerry no era facilmente impresionable, de ninguna manera, tomando en consideracion lo que atestiguaba con frecuencia en su trabajo. A pesar de eso, encontrar una trampa para langostas que se ondula entre las olas y lleva dentro una mano cortada era razon suficiente para agradecer que todavia no hubiera desayunado. El hallazgo le resulto chocante porque siempre habia considerado ese lado de la costa como un refugio de paz y serenidad. Ahora aquella mano mutilada le recordaba que no existia lugar alguno que no pudiese ser afectado por las consecuencias del crimen. Tras unos segundos de cavilacion antes de tomar una decision al respecto, opto por dejar caer la tabla contra las rocas cercanas y correr hasta su camioneta para buscar el telefono movil. Antes de marcar el numero que tenia en mente regreso de nuevo al lugar donde dejo su tabla y la trampa para langostas. No era conveniente moverla de su sitio en vista de que se trataba de la escena de un crimen. Por otra parte, Jerry temia que la trampa se desatascara a efectos de la corriente y retornara al oceano. Era probable que quien la haya colocado alli tuviese la intencion de que eso fuera lo que sucediera. El policia no quito los ojos de la trampa mientras llamaba al contacto que mejor sabria actuar ante una situacion como aquella: el detective David Hensley. Al primer intento de Jerry, el detective no atendio la llamada, tras esperar prudencialmente cuatro repiques antes de colgar. El policia dejo pasar unos minutos para intentarlo de nuevo. Era probable que Hensley no atendiera la llamada si es que se encontraba disfrutando un dia de familia junto con su esposa. A Wilson le daba pena molestarlo, pero temia tomar una decision erronea. Solo alguien como David sabria decirle cual era la mejor alternativa antes de hacer una llamada oficial a la estacion de Policia. Por fortuna para el indeciso Jerry, Hensley le respondio al segundo intento. El tono de su voz no disimulo la molestia respecto a ser molestado tan temprano durante un fin de semana. --Disculpa la molestia, David --saludo Jerry--. Eres la primera persona en la que pense cuando... --?Te das cuenta de que hora es? --Hensley grune al otro lado de la linea antes de que el policia pueda seguir disculpandose--. ?O acaso olvidaste que es sabado? Jerry duda antes de continuar. Considera apropiado insistir en su disculpa hasta conseguir que el detective suene mas calmado para poder contarle sobre su hallazgo. --Comprendo que debes estar descansando junto con tu esposa. Nuevamente te pido disculpas. Yo tambien andaba disfrutando de mi tiempo libre. --Ya me molestaste, Jerry. Supongo que no daras marcha atras, para mi desgracia. Ahorrate los rodeos y dime que ocurrio. ?Te metiste en un problema? El tono aspero y directo del detective, aunque con un ligero dejo de cinismo y camaraderia, era una buena senal para el policia. Hensley estaria dispuesto a escuchar lo verdaderamente importante aun al margen de su impertinencia. --Es dificil describir lo que encontre porque yo no lo creeria. ?Has visto alguna vez una trampa de langostas? Encontre una en la costa con una mano dentro de ella. --He visto algunas de esas trampas --respondio Hensley, asumiendo esta vez un tono mucho mas serio--. Pero nunca con una mano dentro de ella. Supongo que es humana, ?cierto? ?No sera una jugarreta de adolescentes? --Luce como una mano real para mi --insistio Jerry--. Por supuesto, no pretendo tocarla para confirmarlo. Ese mensaje es un poco mas de lo que Hensley puede digerir a esa hora de la manana. Asi que, en lugar de continuar la conversacion, simplemente cuelga. Jerry esta sorprendido, pero no demasiado. Hensley puede ser dificil a veces. En parte, supuso que lo estaba castigando por haberlo importunado. No tenia caso volver a llamarlo, ya que era evidente que no estaba dispuesto a prestarle ninguna colaboracion extraoficial que danara sus planes para el fin de semana. A Jerry le habria gustado hacer lo mismo y desentenderse de aquel asunto como si nada hubiera ocurrido, para que fuera otro el que lo descubriera. Pero eso ya no era una alternativa para el segun los limites de la etica en su profesion. Con o sin Hensley, le correspondia actuar. En vista de que no obtuvo el consejo que buscaba del detective, no le quedo otra opcion mejor que llamar a la comisaria para reportar la situacion. Esta vez la respuesta al otro lado de la linea no se hizo esperar. Tras identificarse, describio la naturaleza de su descubrimiento y el lugar donde se encontraba. El sargento de la recepcion hace una pausa por una fraccion de segundo, lo suficiente para interpretar el mensaje de Jerry. --?Y donde dijo que encontro la trampa para langostas, senor? --pregunto el sargento--. ?Esta seguro de que no es una broma? --No, no es una mano de mentira --replico Jerry exasperado--. He venido a la costa para pasar un sabado tranquilo. No estoy en mis horas de trabajo y esta clase de asuntos no deberian ser de mi competencia. Yo soy el primer importunado con esta lamentable situacion. --Pasare el reporte, oficial Wilson. Y nos ocuparemos de inmediato. El sargento le pidio que le diera su ubicacion exacta, a pesar de que Wilson ya la hubiera mencionado. --?Puedo comunicarme con algun detective en relacion a esto? --pregunto Jerry, aunque evitando revelar que llamo a Hensley antes de comunicarse con la comisaria--. Sally Lonsdale ha lidiado con situaciones similares. Quiza seria pertinente llamarla.
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