• El diablo tiene nombre de mujer de Una Fingal

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    Fergus Wellan irrumpio en el aula como solia, despistado y ajeno a las gradas, abarrotadas por sus alumnos --mucho mejor si puntualizamos: alumnas-- de Escritura Creativa en el Grado de Lengua y Literatura Inglesa de la Universidad de Columbia. Dejo algunas notas sobre la mesa, se atuso el pelo, demasiado largo y despeinado, y coloco unas gafas de montura redonda delante de sus ojos, miopes y ligeramente achinados. Sobrepasaba a los demas en altura una cabeza, y su cabello y su barba claros, junto a su piel atezada, le conferian un aire muy distinguido. De origen irlandes, ademas de ser profesor, dirigia el Departamento de Ingles y Literatura Comparada. A sus treinta y cinco anos habia publicado mas de veinte exitosas novelas de misterio y gozaba del respeto y reconocimiento del publico y de la comunidad docente. La clase iba a dar comienzo en breves instantes. Los alumnos aun intercambiaban saludos o bromeaban entre si, aunque algunas toses de sus companeros llamandoles la atencion para que se callaran indicaban el animo expectante de otros. El se mantenia imperterrito, serio y distante. No era antipatia, sino timidez. La sesion transcurrio de forma agradable, en algun momento interrumpida por las tristes gracias de alumnas extramotivadas, a las que el respondia con una templada pausa y una mirada imprecisa por encima de los anteojos, mostrando asi sus ojos verdes como un olivar. La ultima, dirigida al fondo, le devolvio la presencia de su amigo Murdock Macallan, realizador de peliculas de genero negro, a quien nada unia con los fabricantes del mitico whisky, salvo las botellas vacias almacenadas en su despacho desde tiempos inveterados, como el mismo se encargaba de mencionar una y otra vez cuando tenia oportunidad. Macallan, locuaz, mordaz, ingenioso e infatigable, no perdia jamas la ocasion de agasajar a sus interlocutores con una ocurrencia inesperada que los dejara descolocados, y tan solo Fergus era capaz de combatirlo. Ambos gozaban de una indecorosa amistad desde hacia tantos anos como ellos mismos, como solian jactarse. Por separado, eran animales dociles y mansos, casi de redil, pero juntos se convertian en una fiera monstruosa y temible. --Se acabo esta mierda, chavales --celebro un muchacho, sentado delante de Murdock, cuando la clase termino. --Si, porque la mierda se va --salto Murdock, acompanando visualmente la salida del joven. Este lo oyo y le dedico una mirada mitad desconcertada, mitad ofendida, pero el le dedico un desfallecido ademan con el brazo. Luego bajo para encontrarse con su companero de fatigas. --?Que ocurre, Murdock? --Quiero que supervises mi nuevo guion... Recorrian con paso apresurado los pasillos de la facultad mientras sostenian un cafe entre las manos; Murdock los habia sacado a la carrera de la maquina dispensadora. --De acuerdo --accedio Fergus, como era habitual--. Dame un par de meses y lo hare; ahora estoy muy liado con... --!?Un par de meses?! !No tengo ni una semana! --farfullo su amigo. --!?Como es eso, tio?! --El productor se ha vuelto loco; lo ha adelantado todo, y ni siquiera tengo a la actriz principal. Los castings ya me irritan tanto que me levanto en cuanto aparece la aspirante; son todas un plomo y, encima, iguales, clones... ?De donde las sacan? --Pobres chicas, ?tan malas son? --No, que va. No es que sean malas, y no puedo negar que le ponen empeno, pero no destacan; en conjunto son como una linea plana, grises, sin matices. --?Y si optas por alguna de las grandes? --Simplemente, no puedo trabajar con ellas. Es una cuestion de encaje, no responden al perfil que busco. Prefiero a alguien virgen... aunque no sepa interpretar, pero con alma, con ese brillo penetrante en la mirada. Ya la moldearemos. Ademas, fisicamente quiero que se parezca a Brigitte Bardot, pero mas alta, mas delgada, mas... --Estas como una cabra, Murdock. --Lo se, pero es que tiene que ser asi. --?Y de donde piensas sacarla? --No lo se, por eso tienes que ayudarme... Quiza alguna de tus alumnas. --Olvidalo, no voy a hacer eso. El profesor Wellan tomo la delantera, decidido a no inmiscuirse en ese asunto. Murdock lo seguia a pocos pasos. --?Y si...? --insistio. --No --respondio, tajante. --Seria de lo mas ventajoso para ambos --volvio a la carga el cineasta. --!No! --repitio, impenetrable, Fergus. --Pero, si lo pensases con detenimiento, podriamos... --Macallan tenia trabajo para seguirle el paso. Wellan se detuvo en seco y se volvio hacia el. --?Entiendes el significado de ene seguida de o? --replico mientras le encasquetaba el vaso de cafe y seguia adelante sin esperarlo--. Eso si, enviame ese guion y vere que puedo hacer para revisarlo cuanto antes --anadio, y Murdock lo perdio de vista, pues desaparecio entre el enjambre de alumnos que transitaban el corredor. * * * Pocos dias despues volvian a encontrarse, esa vez en una gran libreria de la Quinta Avenida donde tenia lugar la presentacion de la ultima novela de Fergus Wellan, Juego de llaves. Como solia ocurrir en cada uno de esos acontecimientos, estaba atestada, mayoritariamente por un publico femenino. --Si te dedicases a la actuacion, no te iria mejor --le murmuro Murdock, satisfecho--. Tal vez solo para ligar..., ligarias mas, eso si. --Tanto como tu, ?no es cierto? --replico el aludido, alzando los labios a medias en una caracteristica mueca. --Puto irlandes --rezongo su amigo. Murdock Macallan --de la misma edad que Fergus y tan pelirrojo y fornido como un McDougall de las Highlands, de donde provenia, con su barba esculpida y unos ojos intensamente azules bajo sus densas cejas-- permanecia en el mismo y activo estado de solteria que su hermano de hazanas. Elsa Thomson, la agente literaria de Fergus, dio inicio al acto y los presentes se mostraron animados, participativos y vibrantes, por lo que el acabo con el rostro arrebolado y casi sudoroso, a pesar de mantener su inalterable conducta, formal y distante en exceso. Lo cierto es que fue semiarrastrado por la ardorosa corriente, y sus mejillas encendidas dieron buena cuenta de ello. Ademas, cuando la pragmatica Elsa dio fin a la presentacion, aun le aguardaba otro momento caliente: el de la firma de ejemplares. Cuando vieron la interminable cola de lectores, con los libros aferrados como un tesoro sobre sus pechos palpitantes, Fergus y Murdock intercambiaron una alentadora mirada. --A saltar la trinchera con valor, hermano --lo animo su amigo. El solto aire de modo discreto. --Puedo hacerlo, ?verdad? --respondio, intentando divisar el lejano final de la infinita fila. El escoces esbozo la mejor de sus sonrisas mientras su circunspecto colega se dispuso a afrontar la mision con un destello de firmeza en sus ojos verdes. Asi se internaron en el corazon de la carga ligera de fans que los devoro en cuestion de segundos. Cuando todo acabo por fin, lograron adentrarse en Central Park, no sin antes librar la ultima batalla con los aspirantes a novelista, guionista, e incluso a actores y actrices, pisandoles los talones mientras les lanzaban preguntas ininteligibles. --Aqui, ven. Macallan tiro de su amigo y lo introdujo en un bar frente al lago. Ya a salvo de miradas y persecuciones, resoplaron a la vez que tomaban asiento en la barra. --Que barbaridad, nunca lograre acostumbrarme a eso --farfullo Murdock. --Pero si te encanta, por eso jamas fallas a ninguna de mis presentaciones --le atizo Fergus. --Ahora mismo te mataria, pero, bueno, si, es verdad... ?Has visto a la rubia que casi me arranca la camisa...? Cambiando de tema, ?que hay de mi guion? --?Empezamos con cerveza? --Fergus le hizo una sena al camarero para que les sirviera dos jarras de presion. --?Empezamos? --Murdock rio--. Esto promete. Pero contestame: ?que hay de mi guion? El camarero poso las bebidas ante ellos. Fergus casi se bebio la mitad de su jarra de un trago. --Tio, si que estas seco. --Lo estoy, mucho. --Pongamos remedio a eso, entonces. --Dicho esto, y tras acabar su cerveza en dos unicos sorbos, con un gesto, pidio otra ronda. >>Mi guion... --volvio a la carga el cineasta. --Joder, Murdock. Toma, acabado. Fergus le tendio un pendrive sin mirarlo siquiera y se centro en su cerveza. --Por las barbas del primer Macallan, esto es serio... ?Que ocurre? --se preocupo. Conocia demasiado a su colega como para saber que, si no lo provocaba o lo enviaba a la mierda, era porque alguna razon de peso lo tenia abrumado. --Estoy en dique seco, tio. Hace un ano que solo empiezo historias y mas historias, pero sin lograr superar el segundo capitulo. No paso de las doce paginas. Doce putas y exactas paginas, siempre, y carpetazo. Me da pereza la documentacion, abandono con rapidez cualquier proyecto... No me apetece sentarme ante el ordenador, incluso le gruno cuando me mira mal... Un asco todo... --se sincero Fergus, haciendo al final un chasquido con la lengua y fijando los ojos en el borde de la barra. --?Que le grunes al ordenador...? --planteo su amigo, pasmado. El escritor asintio con la cabeza. Murdock reflexiono un breve instante y, tras palmearle un hombro, proclamo: --?Quien dice que es necesario escribir sin parar? Sabes que la tierra debe ser dejada en barbecho cada siete anos, para que recupere su fertilidad, ?no es asi? Pues, con la materia gris, pasa lo mismo, tio. Fergus lo contemplo con una ceja arqueada, en silencio, para acabar de nuevo con la mirada en el interior de la jarra.

  • La ultima Frontera de Una Fingal

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    Cuando Jess O’Flahertie llega a Hope Hill, un pueblo fronterizo en medio de aridas colinas. Todo el mundo cree que es un pistolero y es recibido con hostilidad por parte de los miembros mas influyentes de la comunidad. Whythman, el ayudante del sheriff, sera quien mire con mas recelo al forastero. Hay algo raro en sus andares, en el timbre de su voz… Sea como sea, se toma muy a pecho averiguar su procedencia e intenciones, ya que cree que causara problemas. Hasta que Jess le salva la vida. Entonces se pregunta ?que verdaderas intenciones tiene el pistolero?

  • Apagame de Una Fingal

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    Desenganada de su matrimonio y de su aburrida existencia, Suzanne Daniels se refugia en las novelas romanticas, viviendo sus fantasias de un modo tan real que muchas veces son causa de problemas o circunstancias hilarantes.