• Cautiva de mi Senor de Sophie West

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    Branden Ware era un capullo. Guapo, si, eso no podia negarlo, con un aura sexy que la ponia muy nerviosa, con esos fuertes pomulos, los labios jugosos y ese cuerpazo de infarto que le quitaba la respiracion. Pero un capullo, al fin y al cabo, que la habia tenido trabajando hasta las tantas de la noche buscando antiguos informes y resoluciones para uno de sus casos. Branden era una de las estrellas en auge de la firma de abogados en la que trabajaba como archivista, Hooper, Maloney y asociados, y no entendia por que narices tenia que ponersele la piel de gallina cada vez que lo veia. --Capullo --repitio por lo bajo mientras subia las escaleras del metro. Eran las diez de la noche pasadas, y la calle estaba desierta. El calor empezaba a ser molesto, y Jailyn se habia quitado la chaqueta y la llevaba colgada del brazo. Vestia un traje chaqueta gris clarito, el uniforme del despacho, como ella lo llamaba, con una blusa blanca y unos zapatos de salon de tacon bajo, formales pero comodos. Subio el ultimo escalon y respiro profundamente, cerrando los ojos durante un instante. El lunes acababa de terminar y preveia una semana larga y terriblemente aburrida hasta el proximo fin de semana. Enfilo la calle en direccion a su casa. Compartia apartamento en el SoHo, en una tipica casa de fachada amarilla que habian dividido en pequenos estudios. Le gustaba vivir alli. A pesar de la gentrificacion, el barrio todavia mantenia ese aspecto bohemio tan caracteristico que la hacia viajar a los anos setenta, cuando aquel lugar era un reducto de artistas despreocupados. El alquiler no era bajo, pero su sueldo era bastante decente y compartir los gastos con Kendra, su amiga y companera de trabajo, lo hacia asequible. Sus tacones resonaron sobre el pavimento de la acera y el eco reboto contra las paredes. Jailyn se desabrocho los dos botones de arriba de la blusa y se abanico con la mano. Junio estaba siendo especialmente caluroso, y la ropa que la obligaban a llevar en el trabajo no era fresca precisamente. Paso por delante del Victor's, un pequeno restaurante italiano cuyo dueno estaba bajando la persiana, terminada ya su jornada. Lo saludo con una sonrisa y este se la devolvio. Solian ir alli con Kendra a menudo, sus pizzas eran de las mejores y su lasana... mmmm. Se le hizo la boca agua solo de pensarlo. Giro la esquina y apresuro el paso. Ya podia ver la fachada de su casa. Se daria un bano en cuanto llegara, se tomaria una copa de vino y, si Kendra se lo permitia, se meteria en la cama. Aunque podia ser que la estuviera esperando para ver el nuevo episodio de Anatomia de Grey, con un gran bol de palomitas preparado. Si era asi, no tendria mas remedio que acompanarla. !La de cosas que hacia por la loca de su amiga! Como acompanarla al Taboo, el club de BDSM al que se empeno en ir el sabado pasado. Todavia se moria de verguenza al recordar lo que habia pasado en aquel tetrico lugar. De todas las personas que hubiese imaginado encontrar, desde luego, Branden Ware no era una de ellas. Pero alli estaba, vestido de una manera informal que jamas le habia visto, con un pantalon vaquero y una camiseta ajustada que le sentaba como un guante, mirandola con aquellos penetrantes ojos castanos que la hacian temblar como si fuese un polllito recien salido del cascaron. --Capullo --volvio a musitar, como si aquella palabra se hubiese convertido en un mantra para mantenerlo alejado de su mente--. La curiosidad mato al gato, pero a ti te ha metido en una buena encerrona. Apenas le quedaban cien metros para llegar a su portal. Inspiro profundamente para controlar el temblor que la sacudio al pensar en lo que le habia hecho y apreto la mandibula con fuerza, decidida a quitarselo de la cabeza. Branden no era para ella. Por muy sexy que fuese, hasta el punto de babear solo al pensar en el; por mucho que ansiara volver a sentir sus grandes manos sobre su piel, y por mucho que en su mente reviviera el espectacular orgasmo que habia vivido entre sus brazos, tenia que cerrar de un portazo esa diminuta parte de su vida y mantener el recuerdo bien enterrado para que no volviera a molestarla. Absorta en sus pensamientos, y deseosa de llegar a su casa, no se dio cuenta de la furgoneta oscura con cristales tintados que giro por la esquina y se acerco a ella por detras, a una marcha lenta, hasta que fue demasiado tarde. El vehiculo se detuvo en seco a su lado, alguien abrio la puerta lateral, y un hombre con pasamontanas salto para agarrarla. Jailyn intento gritar, pero una gran mano le tapo la boca con un trapo humedo al tiempo que con la otra la agarraba por la cintura y la alzaba del suelo. Pataleo, intentando defenderse, pero el hombre era alto y fuerte, y no la solto. La metio dentro de la furgoneta sin que ella dejara de forcejear. Le clavo las unas en las manos y consiguio arrearle una patada en la espinilla. El hombre grito y aflojo la mano que le tapaba la boca, momento que ella aprovecho para gritar primero y morderlo despues. --!Jailyn, joder! Esa voz, a pesar de estar distorsionada por el pasamontanas, le resulto conocida. Jailyn se quedo quieta, estupefacta. ?Quien era? No podia recordar, pero estaba segura de que lo conocia. Intento seguir peleando, pero su cuerpo empezaba a notar los efectos del sedante que le habian hecho respirar. <>, penso, mientras sus ojos pesados empezaban a cerrarse. El trapo humedo que le habia puesto en la boca debia estar mojado con algun tipo de tranquilizante. --Vaya chapuza estas haciendo, de esta nos meten en la carcel --oyo decir a una voz masculina desconocida, con un tono divertido que le parecio fuera de lugar. --Cierra la boca y arranca --contesto la voz conocida, evidentemente molesto con la chanza --. No te preocupes, nena --fue lo ultimo que Jailyn le oyo decir antes de caer en la inconsciencia. La voz estaba cargada de una ternura que no supo si permitir que la reconfortara o que la alarmara todavia mas--. No voy a hacerte dano. Capitulo uno Unos dias antes Jailyn Middleton estaba de pie delante de la puerta del despacho del senor Ware. En los brazos, llevaba la pila de documentos referidos a los casos que habia pedido hacia un rato y que habia estado recopilando junto a Susan Prescott, una de las pasantes del despacho. Estaba nerviosa, como siempre que tenia que subir hasta la planta diecisiete, donde estaban los despachos de los abogados de la firma en la que trabajaba. Respiro con fuerza un par de segundos y apreto los labios con decision. Por suerte, Carola, la secretaria, no estaba alli, o hubiera tenido que soportar su mirada altanera y la ceja alzada con diversion mal contenida. La muy zorra se habia dado cuenta de que Jai bebia los vientos por su jefe y no desaprovechaba ninguna ocasion para hacerle ver que una chica simplona y nada sofisticada como ella no tenia ni una sola oportunidad de llamar la atencion del abogado mas guapo y sexy del edificio. Expulso el aire con dureza, llenandose de determinacion, y llamo a la puerta con energia. A la mierda Branden y a la mierda Carola. Podia ser que ella se pusiese cachonda como una perra solo al mirarlo, pero no iba a dejar que le hiciese perder la cabeza ni la valentia. La voz de Branden no respondio al otro lado. Quiza no estaba. Indecisa, alzo la mano mientras cambiaba el peso de un pie a otro. Golpeo de nuevo la madera con los nudillos, y espero. Nada. Estaria en la sala de descanso tomando cafe, o metido en algun bano metiendole mano a la secretaria, seguro. No le extranaria nada que esos dos estuviesen liados. Carola si era el tipo de mujer que llamaba la atencion de los hombres como Branden: sofisticada, elegante y sexy, incluso con la ropa sobria que les obligaban a llevar en el trabajo, con ese pelo rubio moldeado desde la raiz hasta las puntas... Era como una version moderna de Marilyn Monroe, con peca incluida. No como ella, que parecia una mojigata de pueblo con la blusa abrochada hasta el cuello, la falda por debajo de las rodillas, y los pantis color carne en lugar de las medias de seda con filigranas plateadas que le habia visto a Carola mas de una vez. Nada habia mas anti erotico que unos pantis color carne. Algo muy parecido a los celos se enrosco en su estomago al pensar en la secretaria enrollandose con Branden, como una serpiente despertada de mala gana, furiosa y con ganas de morderle el culo a alguien. --Le morderia el culo al senor Ware sin dudarlo --musito, cabizbaja, rindiendose a la evidencia. Se quedo unos segundos mas delante de la puerta cerrada, mirando el pomo con mucho interes, como si alli hubiera algo super interesante que hubiese llamado su atencion. Despues, miro a su alrededor para comprobar que no habia nadie observandola. Sus labios se curvaron en una sonrisa traviesa cuando se le ocurrio una idea peregrina que, seguro, no haria mas que traerle problemas. <>, se dijo, algo que no tenia porque suceder. Puso la mano en el pomo y lo hizo girar. La puerta se deslizo en sus goznes sin hacer ruido alguno y Jailyn la atraveso y cerro detras de ella antes de que alguien pudiese verla y llamarle la atencion. Jamas habia estado alli dentro ella sola, sin la presencia de un Branden demasiado ocupado para levantar la cabeza de su trabajo para mirarla. <>, se tranquilizo. Si. Con decir que le traia los informes que le habia pedido, podria salvar la situacion si se daba el caso. Dejo la documentacion sobre uno de los asientos enfrentados a la enorme mesa del despacho y la rodeo. Sobre ella habia un ordenador con la pantalla apagada, varios boligrafos, el telefono fijo y mucho papeleo desperdigado. No habia fotos familiares, ni objetos personales, como en las mesas de sus companeros. Aquella mesa era impersonal y estaba vacia de recuerdos; solo con mirarla, nadie sabria adivinar quien era su ocupante, podria pertenecer a cualquiera. Paso los dedos sobre la madera, acariciando la suave y brillante superficie, y suspiro. ?Por que se habia encaprichado tanto con aquel hombre que ni siquiera sabia que ella existia? Nunca le habia pasado algo asi. Ya siendo una adolescente inexperta en temas amorosos, habia tenido claro que si un chico no le hacia caso, tenia que borrarlo de su cabeza y enfocar sus energias en otra cosa. Insistir en ir detras de alguien a quien ella no le interesaba era una perdida de tiempo, y provocaba danos emocionales que no valia la pena sufrir; nunca habia tenido problemas para olvidar, ni siquiera cuando se enamoro como una idiota de Jack Torrance, el quaterback del equipo del instituto, un muchacho que solo tenia ojos y manos para las animadoras. Paso varias semanas suspirando por las esquinas, espiandolo como una buena acosadora, haciendose la encontradiza con el con la esperanza de que la mirara, sonriendole como una boba cada vez que se cruzaban por el pasillo. Ni una sola vez consiguio que el reparara en su presencia, ni siquiera para burlarse, como hacia con otras el muy cretino. Al final, se armo de determinacion y decidio borrarlo de su cabeza y de su corazon. Paso unos dias bastante jodidos, luchando contra la tentacion de espiarlo de nuevo; pero al fin consiguio su objetivo y la siguiente vez que se cruzo con el, su corazon no se acelero, y las angustiosas mariposas no hicieron acto de presencia en su estomago. Se lo habia quitado de la cabeza. ?Por que no conseguia el mismo resultado con Branden Ware? ?Por que, a pesar de las veces que se habia dicho que tenia que dejar de pensar en el, seguia haciendolo? --Porque eres idiota --murmuro, molesta consigo misma. Era idiota, desde luego, y su necesidad enfermiza por conocer mas cosas de el, la llevaron a abrir los cajones de la mesa con la esperanza de encontrar algun objeto personal que le contara algo sobre su desconocida vida fuera del despacho. A duras penas lo conocia. Solo sabia que era un hombre muy atractivo que exudaba masculinidad por todos los poros de su piel, con unos ojos castanos preciosos, una boca demasiado besable para su buena salud mental, y un cuerpo de infarto que se moria por lamer. ?Pensar asi era tan superficial como le parecia? Si, lo era, pero !no podia evitarlo! Encontrar a un hombre tan atractivo fuera de la pantalla del cine era practicamente imposible, y era una tonteria sentirse culpable por esa atraccion animal y salvaje que la poseia cada vez que pensaba en el. Los hombres lo hacian constantemente y nadie los senalaba con el dedo por ello. De su caracter, poco podia decir. Era amable pero serio, muy formal en su trato con las personas que, en la empresa, ocupaban posiciones inferiores a la suya, y siempre se comportaba correctamente, como un caballero; pero jamas lo habia visto sonreir. Fue este pequeno detalle el que hizo que se fijara en el, mas que los musculos que se adivinaban bajo sus trajes caros, o el rostro perfectamente simetrico y varonil. Abrio otro cajon con la esperanza de encontrar algo, quiza una foto familiar, de algun hermano, o padres, o algo, pero la sorpresa por lo que encontro la hizo cerrarlo de golpe, espantada. ?Que demonios guardaba alli? Volvio a abrirlo, muy despacio, como si temiera que el contenido saltara sobre su cara de repente. Parpadeo varias veces, intentando convencerse de que aquello era una broma. Quiza no era la primera vez que alguien se dedicaba a curiosear en sus cajones y habia decidido darle una leccion a la entrometida de turno, ella en este caso. Metio la mano dentro, hipnotizada por los objetos que ocupaban el cajon, y saco uno. Era un dildo de un tamano considerable, muy realista excepto por el color rosa chicle, con las venas muy marcadas. Parecia una polla de verdad. ?Seria posible que Branden fuese gay y nadie lo supiera? No, se nego a pensar en esa posibilidad. Habia rumores sobre el que apuntaban en una direccion totalmente opuesta. Saco otro objeto, unas esposas de cuero negro forradas de pelusa roja que se quedo mirando, horrorizada consigo misma por sentir una punzada de excitacion. Lo dejo caer dentro del cajon como si le hubiera quemado en las manos y lo cerro, asustada. ?Que cono le estaba pasando? Se llevo las manos al pecho intentando normalizar su respiracion, que se habia vuelto irregular y agitada. !Estaba excitada! Durante un instante, se habia imaginado a Branden Ware poniendole aquellas esposas mientras <> con ella, y la respuesta de su cono habia sido empaparse de necesidad. Llena de curiosidad, como el gato al que no le importa arriesgar su vida, volvio a abrir el cajon y siguio curioseando. Por sus manos pasaron un latigo hecho de tiras de cuero muy suaves, o un plug bucal de silicona, de los que obligan a quien lo lleva a mantener la boca abierta. Dios santo, !Branden Ware era un pervertido! <>. Cerro el cajon con tanta fuerza que el chasquido la sobresalto. Se llevo la mano a la entrepierna con la esperanza de detener el torrente de sensaciones y deseo que la habian asaltado por sorpresa, y musito un <>, mientras respiraba en profundidad, intentando recomponerse. Se habia excitado con la idea de ser sometida.!Una locura! Tenia que salir de alli. Se movio con rapidez, como si su vida estuviera en peligro; cogio la pila de documentos que habia dejado sobre el asiento para no dejar pruebas de su presencia alli, y salio por la puerta como alma que lleva al diablo, rezando para que nadie se diese cuenta del estado tan lamentable en el que se encontraba. Se metio en el bano, dejo los documentos en el inmaculado suelo, abrio el grifo sin dejar de resollar como una res agotada, y metio la cara bajo el chorro de agua fria. Por suerte, aquella manana se habia levantado demasiado perezosa como para entretenerse en maquillarse. Volvio a su planta un rato despues, repuesta de su insolita experiencia. Se metio en su cubiculo e hizo lo que deberia haber hecho desde un principio: llamar al departamento de mensajeria de la empresa para que fuesen a recoger los documentos para el senor Ware. Colgo el telefono y miro hacia el cubiculo en el que su amiga Kendra estaba trabajando. Necesitaba contarle a alguien lo que habia experimentado, y no podia esperar a volver a casa. Se levanto y fue hacia ella. --Vamos a tomar un cafe --le dijo, senalando hacia el pequeno cuarto que utilizaban para descansar de vez en cuando. --?Estas bien? --le pregunto su amiga mirandola con aquellos ojos celestes tan peculiares--. Te veo un poco palida y sudorosa. No tendras fiebre, ?no? --Estoy bien. Vamos. La agarro de la mano y tiro de ella para serpentear entre las mesas de sus companeras de departamento. Kendra la siguio llena de curiosidad. Entraron en la sala de descanso y Jai miro hacia la oficina, donde sus companeros seguian trabajando, ajenos a sus movimientos. Deseo poder tener un poco mas de intimidad, pero ni siquiera habia una puerta que poder cerrar. --No te vas a creer lo que me ha pasado --susurro. Se lo conto, con pelos y senales, delante de una buena taza de cafe, echando una mirada de vez en cuando hacia la puerta para asegurarse de que nadie estaba escuchando su conversacion. Kendra la escucho en silencio, dejando ir de vez en cuando alguna exclamacion de sorpresa, mirandola con los ojos muy abiertos y tapandose la boca de vez en cuando para ahogar una risa. --?En serio tiene todo eso metido en un cajon? --exclamo su amiga en voz baja, tan sorprendida como divertida, cuando termino su relato--. Vaya con don seriecito, que sorpresas da la vida. --Te lo juro. Y no veas como me ha puesto, tia. --?Cachonda como una perra? --se rio--. No me extrana. El tio esta como un quesito, y si encima va de Amo... ?Te lo imaginas vestido de cuero negro, con unos pantalones apretados que le marcasen ese culo prieto? Joder, que salida voy. --Mas que eso me he imaginado, carino --contesto, indecisa por contarle el resto de la historia. --Venga, sueltalo --la animo su amiga, llena de curiosidad. Estaba siendo un dia muy aburrido y aquello le estaba dando la vida. --Me imagine desnuda ante el --confeso bajando aun mas la voz--, de rodillas, con las esposas puestas y el plug bucal, a punto de hacerle la mamada de su vida. --Tia, necesitas echar un polvo pero ya. --Lo que necesito es que Branden Ware se fije en mi, me secuestre y me convierta en su esclava sexual durante unos dias --solto a bocajarro, haciendo que su amiga ahogara una carcajada que estuvo a punto de hacerle escupir el cafe que acababa de llevarse a la boca--. Hablo en serio, no te rias. Quiza asi me lo quitaria de la puta cabeza. --Carino --Kandra alargo la mano para posarla sobre la de Jai y la apreto, en un gesto solidario y consolador--, creo que necesitas mucho mas que eso. Nunca te habia visto tan obsesionada por un tio. --Precisamente por eso. Seguro que una semana en sus manos me quitaria la tonteria. Descubriria todos sus defectos y ahi acabaria todo. --O descubririas sus virtudes y te enamorarias hasta las trancas. --Los tios como Branden Ware no tienen virtudes, Kendra. A estas alturas, deberias saberlo.

  • Sometida a tus caricias de Sophie West

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    La senorita Anatolia Eidenburg, hija bastarda del conde de Townstill, esta en la mas absoluta miseria. Sola, desamparada y sin hogar, la unica familia que le queda reniega de ella a causa de sus origenes ilicitos. La unica opcion que tiene de evitar el hambre y la pobreza, es aceptar el trato que le ha ofrecido el duque de Castle, un hombre altivo y frio que solo quiere a una muchacha de buena familia que sea pura e inocente, para convertirla en su amante sumisa y asi ganar una apuesta con sus amigos.
    El duque le ensenara a disfrutar de los placeres de la carne y, a cambio, ella descubrira que se esconde detras del corazon aparentemente frio del Amo al que sirve.
    ?Podran evitar enamorarse el uno del otro?
    Pasion, amor y drama, la combinacion perfecta para una historia que sacudira tus sentimientos. y algo mas.

  • La dama de las flores (El escoces errante 3) de Sophie West

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    Escocia, 1209.
    Kenneth Allaban es un soldado mercenario y vagabundo que alquila su espada al mejor postor. Viaja de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad, ofreciendo sus servicios a quien pueda pagarlos, sin importarle si son de noble cuna o simples vasallos. En sus correrias seduce y es seducido, ahogando el dolor que lo esta consumiendo en el sexo, el alcohol y las peleas. Pero la unica verdad es que despues de cinco anos aun no ha podido olvidar a Seelie, su unico y verdadero amor, de cuya muerte se culpa.

  • Destino traicionado de Sophie West

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    Winnifred Sterling y Trevor Sugdon llevan enamorados el uno del otro desde que eran unos ninos. Win siempre ha sabido que iba a convertirse en la esposa de su vecino y companero de juegos de la infancia, en cuanto Trevor terminase sus estudios de medicina en la universidad de Oxford. Cuenta con el beneplacito de su padre, el conde de Stratton, al que no le importa que el muchacho pertenezca a una clase social inferior porque lo unico que desea es la felicidad de su unica hija.
    Pero cuando el marques de Collingwood, heredero del duque de Broswich, se encapricha de su belleza y de su cuantiosa dote, el futuro brillante y feliz que Winnifred se imaginaba junto a Trevor se desmorona completamente.

  • Trilogia completa El escoces errante de Sophie West

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    !Las trilogia completa en un solo volumen!
    Tres novelas que narran tres historias de amor y pasion en una Escocia magica y oscura, cuando los antiguos dioses todavia no habian desaparecido de la faz de la Tierra, y los demonios eran combatidos por valientes guerreros.
    Tres historias con un nexo en comun, Kenneth Allaban, un soldado mercenario y vagabundo que alquila su espada al mejor postor.
    Kenneth viaja de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad, ofreciendo sus servicios a quien pueda pagarlos, sin importarle si son de noble cuna o simples vasallos. En sus correrias seduce y es seducido, ahogando el dolor que lo esta consumiendo en el sexo, el alcohol y las peleas. Pero la unica verdad es que despues de cinco anos aun no ha podido olvidar a Seelie, su unico y verdadero amor, que murio en sus brazos, y de cuya muerte se culpa.
    ?Quieres conocer su historia, la de Blake y Maisi, y la de Gavin y Rosslyn?

  • Hot, hot Christmas de Sophie West

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    Maddy odia las luces de colores, los adornos, las calles atestadas de gente feliz y, sobre todo, los villancicos. En resumen, Maddy es un grinch. Odia la Navidad, y cuando se acerca la fecha senalada se transforma en una amargada ermitana deseosa de huir del mundo.