• Entregarse a lo Bello (Entregarse 3) de Priscilla West

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    Era el primer dia de la clase de Economia 102. Tercer ano. Habia llegado hasta alli dejandome la piel semestre tras semestre, acampando en los horarios de oficina, quedandome despierta hasta tarde, viviendo a cafeina. De algun modo habia logrado sobrevivir. Pensaba que entrar a Harvard era la parte dificil y que el resto consistiria en la inflacion de las calificaciones, pero las clases en realidad eran bastante dificiles. Por supuesto, otros paseaban en una inteligencia pura y cerebros sobrehumanos que les permitian absorber las clases como las esponjas absorben agua. Desafortunadamente, yo no podia hacer aquello. Era la excepcion. Lo que significaba que me pase mis dos primeros anos haciendome mas amiga de los libros de texto que de la gente real. El salon de clases era tan grande como para que cupieran doscientos estudiantes y estaba casi abarrotado. Entre el mar de cuerpos, uno de ellos me llamo la atencion. De hecho, uno llamo la atencion de la mayoria de las mujeres que estaban en el salon: ojos azules brillantes, cabello castano alborotado, pomulos prominentes y unos anteojos elegantes que descansaban sobre una nariz afilada. Parecia un modelo masculino de un catalogo de J. Crew salvo que no lo habian mejorado digitalmente: era real. Sus rasgos estaban tallados con precision y economia. Resultaba adecuado. Considerando el tema de la clase, y considerando que estaba sentado en la fila de adelante, lo que significaba que era el ayudante de catedra. Tome asiento en una de las filas del medio y espere que el profesor comenzara su clase. Ya podia decir que aquella seria mi clase preferida del semestre. *** --Sabes, de cerca de cien estudiantes probablemente seas la unica que viene regularmente a mis horarios de oficina --dijo, con una sonrisa de infarto. Descubri que su nombre era Martin Pritchard. Un estudiante de ultimo ano que se especializaba en economia. Brillante, perspicaz y endemoniadamente atractivo. Demandaba una cantidad extraordinaria de voluntad no distraerse con aquellos ojos azules brillantes que, de algun modo, parecian arder con una intensidad abrasadora y con un calculo helado al mismo tiempo. Muchas chicas habian venido a ver a Martin en su horario de oficina a comienzos de clase deseando que les echara un polvo. Se reian bajo, revoloteaban el cabello y le coqueteaban con la mirada. Cuando se dieron cuenta de que el solo estaba alli por asuntos academicos --no sexuales-- perdieron el interes. Estaba sentado frente a mi en la oficina de ayudante de catedra, intentando ayudarme a comprender las ultimas lecturas asignadas. Solamente nosotros dos. Me sonroje y baje la mirada hacia mi cuaderno, lleno de garabatos sobre las leyes de salario minimo y el equilibrio de Nash. No tenia idea de que significaba todo aquello. --Necesito ayuda extra. Esto me resulta un tanto dificil. --Formulas preguntas excelentes. Preguntas que esperaria escuchar de alumnos de las clases de economia mas avanzadas. --Sonrio ampliamente, mostrando una dentadura perfecta--. Creo que simplemente tu razonamiento es detallado. Aprender es muy parecido a armar un rompecabezas. Y las distintas personas tienen distintas piezas. A las que tienen mas piezas les lleva mas tiempo armarlo, pero cuando lo logran, la imagen es mas grande. Sonrei con timidez, apartando la vista en direccion a las anotaciones, para luego volverla hacia el. --Gracias. Nunca lo pense de ese modo. Se dio un golpecito en la cabeza con los dedos. --Imagen grande. Los dos nos reimos por lo bajo y luego nos sonreimos el uno al otro. Definitivamente compartimos aquel instante y no sabia que decir a continuacion, por lo que me alegro que el finalmente rompiera el silencio incomodo. --Ey --me dijo alegremente--. Hoy hay una presentacion de Gary Becker en Lowell Hall. ?Quieres ir? Corriendo el riesgo de sonar ignorante, le pregunte: --?Quien es? --Un economista famoso conocido por el "teorema del nino malcriado". Es mi preferido. -- Martin sonrio ampliamente. Me encantaba como se emocionaba con los temas economicos y los economistas renombrados en sus horarios de oficina. Te transmitia su energia: de vez en cuando, hasta yo me emocionaba con esas cosas. Arrugue el entrecejo. --!Que gran nombre para un teorema! Se rio entre dientes. --Un gran nombre para un gran teorema. Imaginate un hermano malo al que le gusta maltratar a su hermana. Si los padres dicen que le daran mas dinero de la herencia al hijo que mas lo necesite, entonces el hermano malo querra ayudar a su hermana para que le vaya bien y asi terminara recibiendo una mayor parte de la herencia. Su bienestar ahora depende del bienestar de su hermana. Puedes hacer que un nino malo se convierta en bueno con los incentivos adecuados. Frunci mas el entrecejo, reflexionando sobre el ejemplo. Martin se encogio de hombros y luego me guino el ojo. --Quizas no sea tan famoso. Me rei. --Parece interesante. --Y una oportunidad para salir con un chico muy atractivo. Ademas, no era frecuente que tuviera la posibilidad de hacer actividades de ocio--. Seguro, vamos. *** Comenzamos a vernos con mas frecuencia. Al principio, en eventos sociales neutros, luego se hizo cada vez mas claro que estabamos saliendo. Hacia unos meses que nos estabamos viendo cuando pasamos caminando delante de un gimnasio y Marty sugirio que probaramos el club de baile swing. --?Un chico que quiere ir a danza? No se, no soy muy buena bailarina. Sus labios carnosos se curvaron en una sonrisa traviesa. --?Estas diciendo que los hombres no pueden bailar? --?No es eso un estereotipo? --?No es tambien un estereotipo aquello acerca de que las chicas son buenas bailarinas? --!Buen punto! Me extendio la mano para que la tomara y lo hice con elegancia. --?Bailamos? Me sorprendio descubrir que no solo era inteligente y atractivo, sino tambien un buen bailarin. Pasamos la tarde con nuestros cuerpos cerca el uno del otro, riendonos y sudando. Me tropece y lo pise varias veces pero parecia no importarle. Me ayudo mostrandome como hacer los movimientos basicos y hasta me convencio de que le permitiera balancearme alrededor de su cintura. Fue la vez que mas me diverti en la facultad hasta aquel momento. *** --Nunca antes hice esto, Kristen. ?Tu? --Tenia el cuerpo tenso mientras se colocaba encima de mi, en la cama de mi dormitorio de la universidad. Le habia quitado la camisa y ahora yacia sobre el suelo, adonde la habia arrojado. La superficie de su torso esculpido era suave y me excitaba mucho tenerlo arriba, tan cerca. Me habia sorprendido descubrir que estaba increiblemente en forma para ser un ayudante de catedra cerebrito. Una rutina regular de natacion y baile le hacia aquello al cuerpo. Su pecho jadeaba mientras intentaba controlar la respiracion. Le sonrei. --Si me estas preguntando si soy virgen, tengo que decirte que no. Tuve algunos novios cuando iba a la secundaria. --Ya veo. --Aparto la mirada de la mia, para bajar la vista a mi pecho, adonde usualmente le gustaba mirar. No me importaba. De hecho, me gustaba la manera en que me hacia sentir deseada. Generalmente tenia tanta confianza en si mismo y tenia todo bajo control, pero ahora, en este momento de intimidad, estaba vulnerable. --?Es un problema para ti? --No... Es que nunca tuve una novia antes de ti. Estoy un poco nervioso. --Entorne los ojos y frunci el entrecejo--. Pareces sorprendida. --Lo estoy. Pense que tendrias un extenso historial de citas dado lo inteligente y atractivo que eres. Me observo con aquellos ojos azules intensos. --No confio en los demas con facilidad. Por lo general, no me acerco tanto a las personas. --?Confias en mi? --Con cuidado, le quite los anteojos y los ubique sobre el estante arriba de la cabecera de la cama. Sus ojos se pusieron radiantes. --Confio en ti, Kristen. --Iremos despacio, Marty. Nos tomaremos nuestro tiempo. --Me quite un bretel del vestido del hombro. Tome su mano y la ubique sobre mi seno, que hizo que liberara lentamente una exhalacion al sentir la calidez que irradiaba su piel. Se le encendieron las mejillas. Era tan adorable verlo de esta forma. --Kristen, c-creo que... --?Que quieres decirme? Nego con la cabeza. --Nada. Simplemente eres tan maravillosa. La persona mas increible que he conocido. Sonrei. --?Incluso mas increible que Gary Becker? --Cien veces mas increible. Tire de su cabello castano y acerque sus labios a los mios. Esa noche hicimos el amor por primera vez. *** Marty hizo un agujero del tamano de su puno en la mamposteria de su apartamento. Estaba asustada. Durante las ultimas semanas, habia entrevisto su caracter --pequenos arrebatos por cosas aparentemente triviales que hacian otras personas-- pero no me habian preocupado demasiado. Se lo atribuia al estres. Era ayudante de catedra y, despues de todo, el curso implicaba una gran carga. Pero sus reacciones nunca habian ido tan lejos. --Marty, tranquilizate. No tiene tanta importancia. --Si que la tiene. ?Como pudo hacer eso? ?Acaso no tiene consciencia? --Estas reaccionando exageradamente. No fue su intencion. No vio que venias, por eso abrio accidentalmente la puerta y te pego de frente. Suspiro y se froto la nariz que estaba comenzando a hincharse. Se sento en el sofa de gamuza marron junto a mi, con la cabeza entre las manos. --?Por que te enojas tanto? --le pregunte-- ?Has estado estresado en el ultimo tiempo? -- Comence a acariciarle la espalda suavemente. Tanto para tranquilizarlo a el como para tranquilizarme yo misma. Todavia estaba conmocionada por aquel punetazo. --No, estoy bien --gruno. --Hablame, Marty. Hay algo que no me estas contando. Por un momento no respondio, preferia frotarse las sienes para calmarse. --Nunca le conte esto a nadie... a veces simplemente me enfurezco muchisimo. Mi mama fue un poco dura conmigo cuando era pequeno. --?Que sucedio? Dejo escapar otro largo suspiro. Percibia que estaba analizando si contarme lo que estaba pensando o no. --Era drogadicta. --Las palabras permanecieron en el aire un momento--. Hasta cuando estaba embarazada de mi, inhalaba cocaina. Dice que ahora esta limpia, pero se que aun bebe mucho. El corazon me dolio por el. Sabia como era tener una mala relacion con los padres. Como afectaba tus habilidades sociales y tu capacidad para relacionarte con otras personas. No podias librarte de aquello sin importar cuan lejos huyeras. Para mi, haberme mudado de Texas a Massachusetts no era lo suficientemente lejos. Pensaba que yo la pasaba mal, pero parecia que Marty la pasaba mucho peor. --Siento oir eso --le dije, mientras continuaba frotandole la espalda para tranquilizarlo--. No lo sabia. Se animo inesperadamente. --No te preocupes por ello. Quedo en el pasado. --Me acaricio la mejilla y me beso--. Se que a veces soy muy irascible, pero estoy trabajando en ello. Y tu haces que quiera ser mejor.

  • Entregarse a lo Prohibido (Entregarse 1) de Priscilla West

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    --?Ya te vas? Hice todo el esfuerzo que pude para no despertar a mi companera de apartamento mientras juntaba la pila de documentos del cliente que descansaba sobre la mesa de la habitacion del hotel. Riley Hewitt tenia sueno pesado, especialmente si habia salido y bebido la noche anterior, su pasatiempo de vacaciones preferido. Por eso me sorprendio cuando levanto la cabeza rubia rojiza de debajo de las sabanas. Aparentemente, no habia hecho el silencio suficiente. --Perdoname por despertarte. Me tengo que encontrar con Richard abajo en unos minutos, asi que solo estoy recogiendo las cosas. --La noche anterior habia estado leyendo cuidadosamente la estrategia de cliente con mi supervisor, Richard Hamm, en su habitacion del hotel, como si ya no la hubiesemos examinado decenas de veces la ultima semana. Cuando volvi a mi habitacion, examine nuevamente los materiales, memorizando cada detalle, reproduciendo mentalmente la secuencia de eventos que llevarian a conseguir este cliente para nuestra compania. Cerrar este trato significaria mucho para mi carrera: las empresas de gestion de patrimonios prestigiosas no tenian la costumbre de dejar que analistas con apenas tres anos de experiencia volaran a Ciudad del Cabo, Sudafrica, para captar clientes de mil millones de dolares. Habia sido solo gracias a una serie de acontecimientos afortunados --un grupo de empleados de alto rango que renuncio para comenzar su propia empresa, mi reciente ascenso y un encuentro casual con uno de los directores en la cafeteria-- que me encontraba en esta situacion. Decir que esto era algo grande seria subestimarlo. --No te preocupes. --Bostezo y se restrego un ojo sonoliento mientras hacia un ruido que sono como algo entre un gemido y un gorjeo--. De todos modos, me queria levantar. Desayunar algo, ir a ver algo de television extranjera. No todos los dias puedes ver a Abelardo hablando en afrikaans. ?Estas lista para la reunion? Dios, eso espero. Deberia estarlo despues de tanta practica y preparacion. Por suerte, las mariposas que revoloteaban en mi vientre me daban mas energia que la que una taza de cafe podria darme jamas. --Creo que estoy lista. Ademas, Richard es quien se encargara de la mayor parte de la conversacion. Tiene anos de experiencia en esto. Yo solo estoy como apoyo. Su sonrisa de victoria destello--: Y para ser el rostro bonito. Lo haras excelente, Srta. Egresada de Harvard. Le saque la lengua juguetonamente. Riley era de Staten Island y realizo los estudios superiores en NYU. Aunque ambas terminamos trabajando en el mundo de las finanzas, Riley era una contadora especializada en asuntos impositivos para corporaciones gracias a la orientacion de sus padres y, con frecuencia, me recordaba que su trabajo era mucho menos emocionante que el mio. Sin embargo, ella generaba muchas de sus emociones durante sus descansos. La puerta de su dormitorio que giraba permanentemente garantizaba que siempre tuviera una historia jugosa para contar en nuestras "noches de cita" de mojitos y comida mexicana semanales. Al observarla examinar un menu de servicio de habitacion reflexione por millonesima vez que tenia una suerte increible al tenerla en mi vida. Nos habiamos conocido en un seminario insensibilizador, al que nos enviaron del trabajo, sobre la Expansion de la Productividad Corporativa en la Facultad de Negocios Stern de la NYU, donde no aprendimos absolutamente nada acerca de como expandir la productividad corporativa y casi todo acerca de cada una durante un periodo de tres horas. Desde entonces, ella ha sido el yin de mi yang, la guerrera de fin de semana de mi bibliotecaria. Con frecuencia, bromeabamos acerca de enviarle a NYU una linda canasta con frutas en agradecimiento, aunque Riley siempre respondia: "los doscientos mil que deje alli para un titulo en Filosofia es suficiente agradecimiento". Aun asi, no podia suprimir la ola de alegria que me inundaba cada vez que pasaba frente a la imponente facultad de negocios de acero y vidrio mientras caminaba hacia el gimnasio; sabia que, sin Riley, mi estadia en Manhattan hubiese sido tan fria y solitaria como los anos en Harvard. Cuando le conte que iba a hacer un viaje de negocios a Ciudad del Cabo por una semana, insistio en usar sus vacaciones para acompanarme, para mi satisfaccion. Pasar el rato con ella en la playa seria mucho mas divertido que tomar sol sola o --que Dios no lo permita-- con Richard. Guarde el ultimo de los expedientes, cerre la mochila y me alise la blusa celeste y la falda de tubo negra. El atuendo habia sido meticulosamente combinado para mezclar profesionalismo y estilo. Formaba parte de la estrategia. --?Como me veo? --Te confiaria mis millones de dolares (si los tuviera). --Esperemos que el chico malo multimillonario Vincent Sorenson piense lo mismo. --Te he visto trabajar sin parar para esta reunion durante un mes. Estas mas que preparada, nena. De cualquier manera, esta noche nos vamos a divertir. No te olvides de eso. Por supuesto, una tarde y una noche completas de aventura con Riley: la dulce recompensa por despertarme condenadamente temprano para captar un cliente que, segun mis investigaciones, era muy dificil. Saludando con la mano, sali de la habitacion del hotel y baje por el ascensor hasta el vestibulo para encontrarme con Richard. Mientras daba un paso hacia las baldosas de marmol y los tacos golpeteaban, verifique la hora. Las 7:30 a. m. en punto. Habiamos acordado encontrarnos una hora antes de la reunion, para darnos tiempo suficiente para caminar las pocas cuadras que separaban el hotel del edificio de la oficina del cliente y repasar cualquier detalle de ultimo momento que hubiera surgido durante el sueno. Dios sabe lo que sone con este momento. Bueno, mas bien parecian pesadillas. Y por alguna extrana razon, todas terminaban conmigo en ropa interior. Localice a Richard sentado sobre el borde de un comodo sillon, con los ojos pegados a su Blackberry. El traje de color gris pizarra y la corbata cerulea lo hacian parecer mas joven. Solo unos pocos mechones de canas revelaban que se acercaba a los cuarenta. --Buenos dias --lo salude. --?Ya desayunaste, Kristen? --me pregunto sin levantar la vista de su Blackberry. Aunque sus malos modales me habian irritado al principio, los ultimos seis meses que trabaje con el me habian ensenado a tener conversaciones enteras sin hacer contacto visual ni siquiera una vez. A menos, por supuesto, que el tema fuera el dinero. En ese caso, Richard era todo oidos. --Tome un jugo de naranja y comi una barra de granola, pero tomaria un cafe. --Pongamonos en marcha entonces. Podemos detenernos a tomar uno. --Tomo su maletin y lo segui al salir del hotel. Cuando nos marchamos del alero del area de valet, la vista del oceano a lo lejos me ayudo a calmar los nervios. Una brisa de manana temprano me despeinaba y el sol de mediados de junio resplandecia. Al tiempo que caminabamos tranquilamente por las calles transitadas de Ciudad del Cabo, disfrutaba de la vista, de los aromas y de los sonidos que no habia observado ayer por haber estado tan ocupada con la preparacion. Altos edificios corporativos que penetraban el cielo, bocinas de autos que sonaban, una mezcla eclectica de personas que viajaban al trabajo, un McDonald's aparentemente en cada esquina... de muchas maneras, me recordaba a Manhattan. Aun asi, la mezcla de colores brillantes, lenguas desconocidas y oleadas de surfistas con rastas que se dirigian hacia la playa para atrapar alguna ola matutina le daba a este lugar su encanto propio. En el camino, nos detuvimos a tomar un cafe y Richard aprovecho la oportunidad para repasar nuestra estrategia. --Cuando entremos al edificio, quiero que seas puras sonrisas, Kristen. Quiero verte los dientes en todo momento. Yo me encargare de la mayor parte de la conversacion, pero tu tambien juegas un papel importante. Puede que los clientes tengan mas dinero que algunos paises pero, primero y principalmente, son personas. Las personas tienen emociones. Los hombres, en particular, son debiles ante el encanto femenino. Tu los ablandas y yo los moldeo. --Solia decir este tipo de pendejadas diariamente, sin absolutamente nada de ironia. Es como si mi papel pudiera reemplazarse por un carton recortado con tetas. Genial. El cumplido con doble sentido de Richard me irrito, pero no me encontraba en una posicion como para estorbar. Aunque hubiera muchas mujeres en el mundo de las finanzas, las esferas mas altas consistian en clubes de hombres con sus propias reglas. No decia nada cuando Richard hacia esos comentarios sexistas, pero eso no significaba que fuera a comprometer mi integridad personal si alguna vez me sugeria que avanzara un poco mas que una sonrisa. Despues de haber estado tres anos en este negocio despiadado, muy pocas cosas podian conmocionarme. --Bien. Un enfoque impulsado por las emociones. --Use sus propias palabras para demostrarle que lo comprendia. Sonrio. --Yo lo llamo el Sistema Hermano. Segun mi experiencia, Vincent es Tipo B. Un aficionado, apasionado por las actividades recreativas, que en realidad no sabe bien como dirigir una compania pero que tuvo mucha suerte. Un CEO desenfrenado y que no se preocupa por los detalles pero que es bueno para delegar responsabilidades a sus vicepresidentes. Al tipo le encanta surfear y machacarsela. Tenia mis dudas acerca de su valoracion, pero me las reserve. Vincent habia comenzado como un surfista avido y fabrico una camara economica a prueba de agua que sujeto a su tabla de surf, lo que le permitia filmar sus logros. Pronto, la generacion de deportistas extremos de YouTube clamaba por una camara similar para sujetar a sus tablas de surf/cuerdas de puentismo/patinetas/paracaidas, y la compania que Vincent construyo de cero generaba miles de millones de ingresos. Mi investigacion habia pintado a Vincent Sorenson como una persona adicta al trabajo --su imperio se habia expandido e incluia un programa de television de deportes extremos, una linea de ropa y tablas de surf hechas a medida--, pero si Google Images pudiera opinar, diria que era un fanatico de la playa todo tatuado, con un bronceado oscuro y ojos con parpados pesados. Un vago con tatuajes y abdominales marcados. Richard continuo mientras cruzabamos la calle. --Estos tipos son bastante predecibles. Todas las demas empresas de gestion de patrimonios que se disputan su dinero se ven exactamente igual sobre el papel. Le hablaran acerca de coeficientes alfa, dividendos, fondos de cobertura, y el no lo va a entender. Queremos que nuestro enfoque destaque. Al demostrar tu interes en lo que a el le apasiona ganaras la mitad de la batalla. Observa, te apuesto a que vestira una camiseta, shorts y sandalias cuando nos reunamos con el. Mi sensibilidad a las suposiciones iniciales incorrectas se activo, pero no iba a discutir con Richard. Nuestra estrategia estaba establecida. Afortunadamente, la confianza de Richard ayudo a mitigar la constante sensacion de que todavia no estabamos preparados. Parecia la ansiedad por los examenes que senti durante toda la etapa de facultad, excepto que ahora fracasar significaba perder millones de dolares en lugar de perder algunos puntos en el promedio general. Cuando llegamos a destino, apenas reconoci la estructura de la torre de nuestra investigacion. --?Vincent es el propietario de este edificio? --No. La compania solamente alquila algunas oficinas en el vigesimo tercer piso para pequenas operaciones en el area. El viene aqui principalmente a surfear. Me asegure de fijarme la sonrisa antes de pasar por la puerta giratoria de la entrada. Luego de registrarnos, subimos por el ascensor hasta el piso de Vincent donde una recepcionista nos acompano hasta su oficina. --Solo golpeen --dijo antes de regresar a su puesto. --?Estas lista? --me pregunto Richard al acercar los nudillos a la puerta. Alli estabamos. Inspire profundamente y lo mire a los ojos: --Hagamoslo. Golpeo la puerta y escuche una voz claramente masculina que nos decia que entraramos. Elevando las comisuras de los labios para darle a mi sonrisa esa ventaja extra, segui a Richard que me guiaba hacia dentro. Mi sonrisa se desvanecio al ver al hombre que estaba sentado detras del escritorio. Se encontraba sereno y poseia un refinamiento masculino que era mas digno de un modelo de Calvin Klein que de un CEO de Fortune 500. Mientras miraba fijamente esos ojos marrones intensos, la nariz pronunciadamente grabada y la boca seductivamente tallada, ubicada en una estructura osea sin duda alguna disenada por un artesano experto, pense por un segundo que habiamos ingresado al estudio de una sesion fotografica. Pero no habia dudas de que este era Vincent Sorenson, en carne y hueso. Las horas que habia pasado analizando sus imagenes con la excusa de la investigacion no me habian preparado --no habrian podido prepararme-- para el real. En la foto mas actual que habia podido conseguir, se encontraba en el mar con el agua hasta la cintura y se acercaba a la orilla con una sonrisa radiante que hacia que se te detuviera el corazon, como si fuese algun tipo de dios sexual mistico ansioso por reclamar sus ofrendas. No resultaba dificil imaginarse a virgenes que se sacrificaban voluntariamente por el. Pero la foto se habia sacado hacia meses y en aquel entonces tenia el cabello rubio oscuro corto. Ahora caia enmarcandole los rasgos como un retrato listo para la exposicion en un museo. Por un instante, lo unico en lo que podia pensar era como se sentiria deslizar las manos por esos mechones sedosos. Mis pasos aminoraron la marcha para igualar el ritmo de la respiracion mientras lo observaba ponerse de pie con elegancia y rodear su gran escritorio de roble, para disminuir la distancia que nos separaba con una destreza sobria. Luego de estrechar la mano de Richard, se quedo de pie frente a mi. Frunciendo el entrecejo con mucha curiosidad, sus hermosos ojos se mantuvieron fijos en los mios, evaluando y analizando con astucia. Me senti extranamente vulnerable y expuesta bajo el peso de aquella mirada, como si estuviese sin ropa, desnuda ante el.