• Uno como los demas de Pintina Cuneo

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    Se busca chica guapa para casarse con hombre feo. Interesadas enviar correo a: [email protected] --Lara, mira esto. --Eloisa le acerco el periodico a su companera de piso. Era domingo, uno mas dentro de otro fin de semana, parecido a todos los anteriores que Eloisa llevaba viviendo desde hacia meses, una rutina continua que para ella no se diferenciaba apenas del resto de dias. Hacia tan solo cinco minutos que el reloj de la iglesia proxima a su edificio habia anunciado las diez con su lento taner de campanas. Las dos amigas desayunaban perezosas y sin prisas en el soleado salon. --?Que es? --pregunto su amiga, colocandose las gafas que habia dejado sobre la mesa. La alegre risa de Lara resono por todo el espacio al acabar de leer el sorprendente anuncio que Eloisa habia rodeado con rotulador rojo, destacandose, de ese modo, de entre el resto de la seccion. --Si es que hay gente para todo --dijo con desidia volviendo a leer aquellas escuetas frases. --?No te parece raro? --inquirio Eloisa con el ceno fruncido. --Me parece inquietante, mas que raro, y estoy convencida de que habra unas cuantas locas que contesten. --Lara se paso la mano por su corto y rubio flequillo con gesto despreocupado. Eloisa permanecio durante unos segundos mirando fijamente hacia el periodico cerrado que Lara acababa de lanzar, con gran desden, hasta el otro extremo de la mesa. --?En que estas pensando? --le pregunto su companera con evidente gesto de preocupacion en el rostro. --En el anuncio --contesto Eloisa, saliendo de su ensimismamiento. --?En serio? --Si --aseguro convencida. --?En que parte en concreto? --Lara se cruzo de brazos, intrigada a la vez que sorprendida. --No se, me parece muy extrano y confuso. --Lo que me parece a mi es que alguien quiere aprovecharse de otras personas --sentencio, segura de sus palabras--. A saber las memas que contestaran. --?Quien? ?Quien crees que va a contestar si ya te avisa de que es feo? --!Eloisa, no me gusta nada la cara que estas poniendo! --le recrimino senalandola con el dedo indice como si la estuviera amonestando--. ?No estaras pensando...? --Si --le corto por toda respuesta. --!!?Que?!! --chillo asustada. --Que voy a contestar --respondio Eloisa tranquilamente. --Tu estas loca, !como ese tio o mas! --se exaspero Lara volviendo de nuevo a toquetear su flequillo. --Solamente quiero ver que hay detras de un anuncio asi. --?Un pervertido? ?Un sadico?... --!Que exagerada! --?Igual algun asunto turbio para captar tontas como tu? --pregunto Lara en tono dramatico. --No me digas que no sientes curiosidad por saber si realmente tan solo es lo que dice. --?Curiosidad, dices? !!Verguenza es lo que siento!! A ver, recapitulemos: el es feo, pero busca una chica guapa, que vamos, no esta mal, muy respetable. Pero simplemente podria decir <>, a secas, si es que en realidad es un alma solitaria que necesita amor y compania... !Pero no! El tio matiza, especifica como debe ser. Lara se incorporo para recoger el periodico y buscar la pagina donde estaba el motivo de la discusion --!Ufff! --bufo, claramente agobiada, peleando con las hojas del ya maltrecho diario sin encontrar lo que buscaba--. Me parece tan ridiculo mantener siquiera esta conversacion… -- Volvio a lanzar el periodico lejos de ella y se encamino hacia el bano, abandonando sobre la mesa los restos de su cafe ya frio. Sin inmutarse por el malhumor de su amiga, Eloisa cruzo el estrecho pasillo hasta su habitacion. Con la mirada busco el portatil y en cuanto lo hubo localizado sobre el escritorio, lo abrio para ir a sentarse con el en la cama. Despues se conecto a internet y finalmente entro en su correo. --!!Eloisa!! --grito su companera tras ella dandole un susto tremendo. --!Joder, Lara! --dijo llevandose una mano al pecho como si quisiera constatar que no se le iba a salir el corazon de un momento a otro. --Pero ?vas en serio con esta locura? --Solo voy a enviar un mensaje y pedir detalles, ?que hay de malo? --Claro, tu se los vas a pedir y el te los va a dar. Anda, !buscate un trabajo! Y haz algo con tu vida. --Eso hago... !y mira como me va! --rezongo con tristeza. Lara se arrepintio al instante de su brusquedad al hablarle. Sabia que para Eloisa las cosas no estaban resultando faciles desde que la habian despedido de la empresa donde llevaba diez anos trabajando; la unica que conocia, puesto que incluso antes de acabar sus estudios de Marketing y Publicidad ya estaba realizando trabajos como becaria para ellos. Pero su virtud fue la honestidad, y es que, harta de ver los chanchullos a los que el director recurria para hacerse con las mejores marcas y las campanas que las administraciones lanzaban, decidio decirle al incompetente de su jefe que pensaba de el, de forma clara y abierta. Y ya metidos en faena de ser sinceros, le recordo el hecho de que la hiciese trabajar muchas mas horas de las que su contrato estipulaba sin llegar a protestar ni una sola vez. ?Y como le habia le pagado el su esfuerzo y dedicacion? Echandole en cara, no en una sino en varias ocasiones y ante quien le viniese en gana, que era una vaga, una holgazana y que su implicacion era cero con el negocio. Y no acababan ahi sus quejas: solia recriminarle que su unica motivacion en esa empresa era el acudir a diario para cobrar un sueldo, haciendo que Eloisa solo sintiese estupor y mucha rabia cada vez que se cebaba con ella, ya que, por todos era sabido que su creatividad les habia reportado varios premios dentro del campo de la publicidad. Eloisa creia firmemente que la explosiva reaccion de su jefe, tras acabar de ponerlo en su sitio, fue escuchada no solo en la empresa, tambien en unos cinco kilometros a la redonda. Levantando las enormes posaderas de su sillon, se encaro con ella al tiempo que la piel de todo su rostro se iba tinendo del rojo mas intenso. Sus palabras eran catapultadas de su boca junto a algo mas: alguna que otra gota de saliva que su viperina lengua proyectaba con inquina banandola una y otra vez. Saliva que ella limpio de su cara sin disimulo alguno y mostrando el asco mas profundo. Al escucharle, hubiera querido gritar con mas ganas y mas alto de lo que el lo estaba haciendo, pero aguanto toda aquella inundacion procedente de su boca. Tambien escucho improperios que no la definian y frases que no mostraban a la persona trabajadora y eficaz que ella era. Su despido fue fulminante, pero nada que Eloisa no esperase dada su forma de conducirse. Ahora pesaba sobre ella una acusacion por injurias y calumnias, por lo que un juez deberia dirimir si su despido era improcedente o no. Sabia que no ganaria ese juicio y lo que mas temia era que probablemente iba a tener que pagar las costas de este, aunque no sabia con que dinero iba a hacerlo. Su jefe, segundos despues, pasado el tsunami de mala leche y ya impasible desde su sillon -- aquella atalaya giratoria de diseno exclusivo, tapizada de piel negra desde la que miraba el mundo con altivez y desprecio-- habia dictado sentencia para ella antes de que lo hiciera un juez: <>. Y no cabia duda de que de eso se habia asegurado muy bien, puesto que desde que se habia quedado sin empleo ninguna empresa del gremio la habia querido contratar. Tenia la terrible intuicion de que su jefe se habia puesto en contacto con las empresas del sector para echar su nombre por tierra. En todas las empresas que no habia recibido un no de inmediato lo recibia al cabo de unos dias, cuando todo parecia ir sobre ruedas tras la entrevista. En otras ocasiones bastaba con pedir referencias, de ese modo estaba todo decidido para ella sin que contase para nada su brillante curriculum y todos sus anos de experiencia. Y por descontado, si no era bueno indicar el nombre de la empresa en la que habia trabajado, no indicar experiencia alguna para ahorrarse el mal trago de que le pidiesen referencias significaba dar a entender que no habia hecho nada de los veinticinco a los treinta y cinco anos que tenia en esos momentos. Y ese era un dato que no buscaban en el perfil de ninguna empresa. Eloisa sabia que ya era hora de enfrentarse a la realidad: iba a tener que trabajar en todo aquello que no le gustaba y de lo que no tenia ni idea, puesto que se habia formado en algo en concreto y nunca habia trabajado en nada mas. Llevaba unos meses viviendo de lo que ingresaba por la prestacion por desempleo y esa ayuda no iba a durar mucho tiempo mas. Nunca habia sido de ahorrar mucho, era una autentica manirrota, sabia que esa era una buena definicion para ella. El <> no era algo que tuviese muy asimilado, ya que casi todo el sueldo se lo gastaba en viajar y en los mas variados caprichos; como ese carisimo coche de alta gama del que habia tenido que deshacerse al quedarse en paro, malvendiendolo porque no podia afrontar las elevadas cuotas mensuales. La ropa de las mejores marcas tambien figuraba en ese derroche del que hacia gala casi a diario; habia tenido un buen sueldo, un trabajo fijo y nunca habia pensado en otra situacion economica distinta de la que habia gozado durante diez anos. Sin futuro claro a la vista se desesperaba sin saber que hacer. Habia conseguido algunas clases particulares con los hijos de los vecinos del cuarto que no daban para practicamente nada; como no fuese para acabar con fuertes dolores de cabeza, los que aquellas dos fieras sin domar le provocaban ante el caso omiso que hacian a cualquier cosa que ella dijese. Para Eloisa, aguantar a esos gemelos no estaba pagado con nada. El odio que sentian el uno hacia el otro era mas que evidente: si uno hablaba el otro chillaba, si uno se equivocaba el otro se burlaba, si uno tosia el otro estornudaba, uno respiraba y al otro le molestaba... El caso era estar como fuese siempre uno por encima del otro. Eran como una reminiscencia de lo que habia sucedido en el utero materno, donde uno habia robado espacio al otro, sintiendose, desde el mismo momento de su concepcion, como si ya fuesen sabedores de que siempre deberian luchar por el afecto y la aprobacion de sus progenitores. No eran hermanos, eran rivales: luchadores sin tregua, revestidos de un odio como ella nunca antes habia percibido en nadie. Habia concluido que aquellos ninos no necesitaban un profesor de apoyo, lo que necesitaban era una orden de alejamiento para llegar a ser felices. O al menos unas personas capacitadas para ver mas alla de ese espejo en el que irremediablemente se debian mirar a diario desde que amanecia hasta que al fin cerraban los ojos por la noche. El que su madre, pese a la edad de los chicos, once anos ya, se empenase en peinarlos y vestirlos como si de dos gotas de agua se tratase, no facilitaba las cosas. A la espera de que alguna empresa de publicidad quisiera apostar por ella, tan solo habia conseguido dos empleos: como camarera y como dependienta en una conocida cadena de ropa. Aunque servir cafes e infusiones en aquella gran teteria, solo habia servido para incluir, de manera hipotetica, su nombre en la lista de persona non grata en el mundo de la hosteleria. ?Y como olvidar que no habia durado ni una semana como dependienta? Asumio muy rapido que no estaba hecha para ordenar y doblar ropa de manera mecanica y en un tiempo record. Reconocia, avergonzada, eso si, que ni tan siquiera servia para contener esas miradas con las que fulminaba a las clientas de la tienda cuando las veia remover en las estanterias que acababa de ordenar de manera meticulosa. La voz de Lara le llego llamandola. --Eloisa, mirame. --Su amiga le sujeto firmemente las manos para hacerla reaccionar despues de verla tan sumida en sus pensamientos--. !Por favor! Dime en que estas pensando porque ya me estoy empezando a asustar. --Si este hombre ofreciese una vida sin preocupaciones a cambio de casarse con el... ?Tu lo harias? --Eloisa pregunto con la mirada perdida, como si no estuviese haciendo esa pregunta y solo fuese uno mas de sus pensamientos. --Claro que no, no lo conozco de nada, ?quien en su sano juicio iba a querer embarcarse en algo asi con un hombre del que no sabe nada? --Yo --sentencio, dejando atonita a su companera. --Eloisa... --gimoteo Lara--. No hablas en serio. --?Que crees que pierdo? --le dijo con el desencanto pintado en la voz--. Nada, no me queda nada que perder ya. --La dignidad, ?acaso eso no cuenta para ti? --Con eso no se come ni se paga el alquiler, te recuerdo que te mudas dentro de nada y me quedo yo sola haciendo frente a la mensualidad completa y no puedo pedir ayuda a mi familia, porque no estan en su mejor momento y ya tendre que recurrir a ellos para pagar las costas del juicio. La realidad es que tengo que encontrar una solucion a mis problemas, !ya mismo! --Pero no asi, casandote con un extrano. --Deja que envie este correo, vamos a ver que tiene que ofrecer y luego lo discutimos. No se... Tengo un palpito y quiza esto no es tan raro como parece. Lara se quedo en silencio y Eloisa aprovecho para redactar el mensaje: <>. --?Piensas quedarte ahi toda la manana hasta que ese tipo conteste? --inquirio Lara una vez que observaba, resignada, como su companera le daba a <>. --No tengo nada que hacer y quiza soy la primera en contestar. No habia transcurrido ni un minuto cuando el telefono de Eloisa emitio un suave sonido, indicativo de que habia recibido un nuevo mensaje en su correo. Incredula, miro hacia la pantalla del ordenador y confirmo aquel aviso sonoro. --!Vaya con el feo! Le corre prisa --refunfuno Lara. Abrio el mensaje dispuesta a leerlo, mientras su companera tomaba asiento junto a ella para hacer lo propio. <>. --!!Joder con el tio!! Sabes que pierde el tiempo, la busca guapa e inteligente. --Lo que cualquiera desearia, ?no crees? --?Y el que ofrece? Ya sabes que es feo, ahora solo falta que apenas tenga estudios y sea un ignorante con el que no se pueda mantener una minima conversacion. Eloisa no escuchaba sus quejas, unicamente se concentraba en buscar en la galeria de fotos una en la que a ella se la apreciase bien. --?Que haces? --Voy a enviarle una foto y asi zanjamos el tema fisico, que me vea a ver que le parezco. Eligio una del pasado verano, una de las muchas que conservaba de la ultima comida de empresa. Se la veia de cuerpo entero, embutida en un escotado vestido negro de seda salvaje, ajustado de cuerpo y falda amplia que realzaba su figura haciendola casi perfecta, dibujada, por no parecer humana. La adjunto de forma rapida y tecleo un comentario. <>.

  • El Muro (Todo Saldra Bien 6) de Pintina Cuneo

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    Silvana intentaba conciliar un sueno que tardaba en aparecer, uno imposible desde hacia dias. Unicamente pretendia dar una cabezada, una siesta, aunque fuese corta, seria de gran ayuda, ya que llevaba varias noches durmiendo mal, noches eternas en las que no dejaba de dar vueltas en la cama. Horas interminables de pensar. De pensar en mil cosas de manera continua. La primera semana de cuarentena habia pasado ya, y lo habia hecho con la sensacion de no acabar de creer lo que estaba sucediendo. Pero debia enfrentarse a los proximos siete dias de aislamiento y los pronosticos no eran nada halaguenos. Cada vez que escuchaba que las semanas podian alargarse la noticia le provocaba una terrible desazon anadida a su ya alterado estado de nervios. Y su vecino de patio no estaba ayudando demasiado. Agotada de escuchar aquel golpeteo infernal, se deshizo de la manta del sofa con un gesto brusco y se levanto de un salto. Aquel hombre del bajo de al lado llevaba dando pelotazos contra el muro divisorio casi una hora, estaba desquiciada ya. Su paciencia habia llegado al limite. Con gran estrepito, abrio la puerta corredera que comunicaba la cocina con el patio y proyectando la voz hacia la tapia se encaro con aquel extrano con el que le habia tocado convivir. --!Eh! !!El de la pelota!! Sabia que era un hombre a quien se estaba dirigiendo, esa presencia incomoda que compartia casa con otros dos chicos mas, al menos asi lo creia, porque en ocasiones, demasiadas para su gusto, las voces en la casa de al lado se multiplicaban hasta el infinito. Si, tenia unos vecinos muy sociables, unos escandalosos chicos que hacian mas vida en el patio que en el interior de su vivienda. No podia ponerle cara a ninguno de ellos, puesto que rara vez coincidia con alguno de los inquilinos de su edificio. Por horario de trabajo, porque no era muy dada a entablar conversaciones superficiales con la gente o porque la mayoria de veces que salia de casa, si escuchaba que alguien utilizaba el ascensor, esperaba unos segundos tras su puerta hasta que le llegaba el sonido del portal al cerrarse, evitando asi un encuentro con cualquier vecino. En otras ocasiones, y al regresar a casa, habia detenido sus pasos antes de llegar al edificio. No entraba en este hasta que el portal se quedaba completamente vacio. No, Silvana no era muy sociable y tampoco creia que fuese algo imprescindible, no al menos con los vecinos. Por lo que desconocia por completo la cara del rey del tenis al que le estaba dando alaridos en ese instante. El incansable pom, pom, pom, siguio retumbando en su cerebro. Silvana, separandose de la puerta de la cocina, se acerco mas y grito de nuevo, con el mismo exito que la primera vez. Entonces se alejo unos pasos del muro y haciendo bocina con ambas manos grito con todas sus fuerzas: --!Para! !!!Para con la pelota, por Dios!!! Silencio. Los ojos de Silvana se abrieron de manera sorpresiva. No podia creer que el ruido hubiese cesado. Entonces respiro aliviada, aunque, a decir verdad, que no se escuchase nada tan solo sirvio para que fuese mas perceptible el dolor pulsante en sus sienes y sabia que este se debia unicamente al incordio al que el vecino la estaba sometiendo. --Creo que el partido hace tiempo que lo perdiste, ?por que no dejas ya de dar pelotazos y te vas a leer un rato? --Perdona, ?me estas hablando a mi? --pregunto una voz desde el otro lado. --?Acaso hay alguien mas en todo el edificio reventando pelotas contra mi muro? --Tambien es mi muro, ademas, son las cinco de la tarde, no la una de la madrugada --se defendio el. --?Quieres que te recuerde lo que haceis tus amigos y tu a la una, a las dos, a las tres y a las seis de la madrugada? --Silvana, con los brazos en jarras le hablaba a aquella pared como si pudiera tener ante ella a la persona a la que estaba recriminando. --?A las cuatro y a las cinco no sabes lo que hacemos? Silvana fruncio el ceno extranada, no entendia la pregunta. --?Que dices? --Como no has nombrado esas horas y de las tres de la madrugada te has pasado a las seis, pues no se, por eso te pregunto. --!Vaya! Eres gracioso, ?eh? Molesto y gracioso, lastima que esten los teatros cerrados y no puedas acudir a hacer tu monologo semanal. Espero la replica, sabia que no tardaria en llegar. --Tu eres <>, ?no? --?Que me has llamado? --Pues eso, la tacones, la que se pasa el dia como si desfilase por las pasarelas de Roma, Milan y Paris en sesion continua. ?Se te ha ocurrido alguna vez quitarte los zapatos cuando vuelves a casa? --No vives en el piso de abajo, no se por que te molesta, en cambio no sabes lo irritante que es escuchar vuestras risotadas cada vez que montais un botellon aqui afuera, como si fueseis monicacos de quince anos. Sin hablar, claro esta, de esas ninatas salidas a las que invitais de vez en cuando para que vosotros parezcais mas burros de lo que habitualmente ya sois. Escucho murmurar, pero sin llegar a entender nada. De repente sono un gran pelotazo. --Uno: tengo tus tacones clavados en el cerebro, no sabes como retumban, como me taladra el cerebro ese tac, tac, tac. ?De que crees que estan hechas las paredes? ?De hormigon y acero? Otro pelotazo se escucho con mas intensidad. --Dos: mis companeros y yo nunca hemos molestado entre semana y hasta donde yo se ningun vecino se ha quejado. Ya iba a replicarle a eso cuando un tercer pelotazo sono como si quisiera reventar el muro. --Tres: !!vecina cotilla!! Si tanto te gusta escuchar conversaciones, no lo hagas tras la tapia, ven un dia y asi compruebas lo burro que me puedo llegar a poner. --!?Cotilla?! Pero si vuestras tontadas se escuchan hasta en Saturno y sin necesidad de satelite. Ya daba por zanjada la discusion cuando un nuevo pelotazo se estrello dandole un susto tremendo. --Cuatro: me aburro, !no sabes cuanto! --La pelota volvia a golpear en el muro--. Cinco: hay que hacer deporte, aunque estemos de cuarentena. --Nuevo pelotazo--. Seis: soy el mismisimo Nadal en la final de Roland Garros... Silvana no se quedo a escuchar el predecible <>, entro a la carrera en la cocina y agarrando la jarra del agua que descansaba sobre la encimera, la lleno a rebosar hasta arriba del todo y salio de nuevo. Aquel hombre continuaba dando pelotazos y contando, y con cada numero soltaba una sandez igual o peor que la anterior. Entrecerro los ojos, queria adivinar por el sonido de su voz a cuanta distancia estaria de la separacion; pasados unos segundos de duda lanzo con todas sus fuerzas el agua por encima de su cabeza. El sonido ceso al instante para escucharse una retahila de improperios. --Once --anuncio Silvana--, tras un largo partido es conveniente darse una ducha. --Me has calado las zapatillas al completo, ?lo sabes? --Vaya, ?solo las zapatillas? Pues que lastima. Los improperios continuaron sonando unos minutos mas, pero ella prefirio ignorarlos. Se encamino hasta el salon y busco con el mando algo que ver en television. Al cabo de un intenso repaso, del canal uno hasta el ciento y pico, el sonido del timbre la sobresalto. El corazon se acelero en su pecho. Cuando los timbrazos dieron paso a los golpes, Silvana apago el televisor, repitiendose, convencida, que no pensaba abrir, puesto que intuia quien estaba tras la puerta. --!!Abre, tacones!! --No se habia equivocado, el era su intuicion. Entonces se asusto, quiza habia ido demasiado lejos en lo de vengarse del tipo aquel. Agobiada, busco sus cascos, escucharia musica en su telefono, <>, penso, acomodandose en el sofa. Silvana, frente a la puerta del frigorifico, repasaba sus provisiones. No eran muy abundantes, la compra quincenal que habia hecho antes del inicio de la cuarentena estaba llegando a las ultimas. A medida que pasaban los dias se sentia mas nerviosa. Unicamente habia salido a la calle para tirar la basura al contenedor situado frente a su edificio, pero aventurarse hasta la tienda le generaba estres y ansiedad solamente de pensarlo. En varias ocasiones se habia arreglado, colgandose el bolso al hombro para permanecer inmovil durante unos eternos minutos con la mano posada en el picaporte sin atreverse a salir. Le entraban sudores de saberse rodeada de gente, de estar frente a la cajera, guardando su compra en bolsas, una compra que la dependienta debia tocar irremediablemente. Se imaginaba que encontraria clientes en los pasillos a los que deberia evitar, que tocaria los productos que otros ya habian tocado antes y que habian devuelto a las estanterias, tendria que coger cesta, una cesta que tocaban todos. El verbo 'tocar' tenia una dimension tan gigantesca que era en lo unico que pensaba si barajaba la opcion de pisar la calle, bloqueandose por completo. Ser asmatica y no disponer de mascarilla no facilitaba las cosas. Quiza deberia recurrir a alguien y pedir ayuda, un vecino tal vez. Entonces, una figura sin rostro vino hasta ella; si, el tenista del muro, raqueta en mano, probablemente estaria mas que dispuesto a hacerle la compra para despues lanzarsela hasta su patio como si de proyectiles se tratase. Agito la cabeza frustrada, harta con aquel encierro que sabia necesario pero que la estaba sobrepasando. Ni siquiera sabia si tenia el humor suficiente para enfrentar la tercera semana de confinamiento. El teletrabajo de las mananas era un gran alivio para no pensar en todo lo que el mundo estaba viviendo. Dias atras habia tomado la resolucion de dejar de ver las noticias, las cifras eran tan desoladoras que acababa llorando. Luego se renia. Las personas que queria estaban bien, tenia un trabajo, uno que iba a conservar cuando todo pasase, un empleo que no habia perdido como por desgracia le estaba ocurriendo a tanta gente. No podia evitarlo y se sentia tremendamente egoista, unicamente tenia que estar en casa, pero habia dias que se le hacia muy cuesta arriba. En los dias de bajon no hacia nada fuera del trabajo: no leia, sus ejercicios de yoga directamente los eliminaba de su rutina, comia cualquier cosa y se le hacia de noche sin quitarse el pijama y hecha un completo desastre. Otros, en cambio, era invadida por el espiritu de la limpieza y entonces ordenaba, clasificaba y quitaba el polvo hasta de lugares donde nunca se habia preocupado en mover los muebles.