• Los que odian a las mujeres (Vanessa Frank 2) de Pascal Engman

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    El poster, en el que ponia AMOR SORORIDAD MUSICA , estaba manchado de sangre. La respiracion de Vanessa era pesada, notaba olas de adrenalina recorriendole el cuerpo. El humo de la polvora le picaba en la nariz. Se pego los punos a las sienes, apreto las mandibulas y ahogo un grito. Debajo del cartel habia una companera policia. Su cuerpo estaba retorcido, le habian disparado a la cabeza. La sangre que no habia salpicado el poster habia salido a borbotones de su craneo y se deslizaba por el cesped. Habia otras cuatro mujeres tiradas en el suelo en un semicirculo. Algunas se movian levemente, otras gritaban de dolor. Llamaban a sus madres, a Dios, a sus hijos. En la salida, una muchedumbre de mujeres trataba de alejarse a empujones del area del festival. Las sirenas de la policia y las ambulancias se iban acercando, aullando como si tambien estuvieran sufriendo un ataque de panico. Vanessa percibio un movimiento con el rabillo del ojo. Nicolas le estaba tirando de la manga. Ella se lo quedo mirando estupefacta. Entorno los ojos. La boca de Nicolas se movia, pero Vanessa no oia nada de lo que decia. De pronto el se abalanzo y se echo al suelo, al lado de una de las chicas abatidas. Era pequena y delgada. El cabello, tenido de color verde. Vanessa dio un paso al frente, pero las piernas le fallaban, trastabillo. Estuvo a punto de caerse. Logro mantenerse en pie y se acerco a Nicolas y a la muchacha. El le estaba sujetando la cabeza con las manos. El pelo le caia entre los dedos. Nicolas grito y pego su frente a la de ella. Entonces Vanessa cayo en la cuenta de quien era la chica. Deslizo la mirada por su cuerpo. En el estomago tenia un orificio que se abria de par en par. Nicolas le habia soltado la cabeza y presionaba ahora la herida para impedir que la sangre abandonara su cuerpo. --?Esta viva? --grito Vanessa. Prologo Una bolsa de plastico se habia quedado enganchada en la valla metalica que rodeaba el Centro Penitenciario de Akersberga. Emelie Ryden, de veinticinco anos, giro la llave en el tambor de arranque de su Kia de color verde y el motor callo de golpe. Se inclino hacia delante y descanso la frente en el volante. Dos anos atras habia dado a luz a Nova, la hija que tenian en comun. Ahora habia venido para cortar con Karim, el hombre al que habia llegado a considerar el amor de su vida. Emelie tenia miedo. Se enderezo, levanto el labio superior y se observo la cara en el retrovisor. La parte inferior de uno de sus incisivos estaba amarilla. Cuatro anos antes, Karim la habia lanzado sobre un radiador en mitad de una discusion. Emelie se habia desmayado. Cuando se desperto, el no estaba. Cuarenta y ocho horas mas tarde habia vuelto a casa, apestando a bar y a sudor, y con ojos enrojecidos le habia pedido mil disculpas. Emelie abrio la puerta del coche y al bajar metio el pie derecho en un charco de agua que se habia formado en un hoyo en el asfalto. Tenia que ponerle fin a aquello. Tenia que hacerlo por Nova. Su hija no se merecia criarse con un padre en prision. Aunque Karim fuera a salir en cuestion de tres meses, Emelie estaba convencida de que lo volverian a encerrar tarde o temprano. Probablemente, mas lo segundo que lo primero. Se dirigio a la entrada de visitas con pasos grandes, pulso el timbre y la dejaron entrar. Durante los ultimos tres anos habia estado viniendo cada semana, salvo algunas excepciones contadas. Nova habia sido concebida en una de las salas de visita. Algunos de los funcionarios de prisiones le mostraban compasion; otros, desprecio, en mayor o menor medida. A lo largo de los anos habia hecho todo lo posible por mantener la cabeza erguida y cruzar los pasillos con la espalda recta. Reconocio al vigilante de la recepcion. Era un hombre taciturno, parecia timido. Pese a haber coincidido varias veces, el no dio senal alguna de reconocerla. --Vengo a ver a Karim Laimani --dijo Emelie. El funcionario asintio en silencio. --?Me puedes prestar un boli? El hombre le dio un boligrafo sin quitar los ojos de la pantalla. Emelie desplego el dibujo de Nova y apunto la fecha en la esquina derecha. El procedimiento que vino luego era el mismo de siempre: chaqueta, bolso, telefono movil y llaves, encerrados en un armario. Despues la hicieron pasar por el arco detector de metales y la cachearon. Emelie abrio los brazos en cruz y dejo que el vigilante le palpara el cuerpo. --Acompaname --dijo el en tono mecanico, y pego su pase al lector de tarjetas. Caminaron por un pasillo, doblaron a la derecha. El funcionario de prisiones iba por delante. Emelie, detras, con el dibujo de Nova doblado en la mano. El hombre se detuvo delante de una puerta blanca que tenia un ventanuco redondo. Emelie echo un vistazo. Karim estaba sentado con las manos sobre la mesa. Tenia puesta la capucha de la sudadera gris. La puerta se abrio y Emelie entro en el pequeno cuarto. Respiro hondo. Le temblaban las manos y las piernas. Ensayo una ultima vez lo que le queria decir mientras la puerta se cerraba a su espalda. Karim se levanto de la silla. Las palabras que Emelie habia estado practicando se esfumaron de golpe. El tiro de ella para acercarsela, le magreo los pechos. --Karim, para... El hizo como si no la hubiera oido, pego el miembro a su entrepierna y le metio la lengua en la boca. Ella se lo quito de encima. --?Que cono te pasa? --pregunto el. Karim la miro enfurecido unos segundos, dio media vuelta y volvio a sentarse. Emelie dejo el dibujo de Nova en la mesa, delante de el, que lo miro sin mostrar ningun interes. --Has engordado, ?no estaras prenada otra vez? Emelie se arreglo un mechon de pelo que se le habia descolocado. Abrio la boca, pero tenia la garganta demasiado seca. En cuanto hubiese pronunciado las palabras, ya no seria mas su novia, sino su enemiga. El mundo de Karim era blanco o negro. Emelie jamas podria desdecirse. Se aclaro la garganta y trato de mantener la voz firme. --No quiero que sigamos juntos. Karim arqueo las cejas, se raspo la barbita del menton con las unas. --Callate. --No funciona --dijo ella. Se le quebro la voz. Volvio a carraspear--. Ya no puedo mas. A Karim se le estrecharon los ojos. Se levanto lentamente y las patas de la silla rascaron el suelo. Su menton se iba apretando y aflojando mientras se acercaba a Emelie. --?Te crees que es algo que puedes decidir asi como asi? Casi habia llegado hasta ella. Emelie hizo de tripas corazon. --Por favor... --susurro mientras se le empanaban los ojos. Los cerro. Trago saliva--. ?No puedes dejar que me vaya y ya esta? Podras ver a Nova cuando salgas. --?Te estas tirando a alguien? --No. La cara de Karim se detuvo a diez centimetros de la suya. Olfateo el aire. --Anda que no, siempre has sido pesima mintiendo. ?Has estado correteando por la ciudad y abriendote de piernas? Eres una puta zorra idiota. Emelie se dio la vuelta, estiro el brazo para coger la manilla de la puerta. Karim se le adelanto y la agarro. --No te escaparas. Si me entero de que le has ofrecido el cono a otros, te mato. El funcionario abrio la puerta de un tiron. Karim la solto y alzo las palmas de las manos. Emelie recupero su brazo y se masajeo la muneca. Al instante siguiente, la voz de Karim resono por toda la salita de visitas. --Te voy a matar. Ya veras. Te vas a arrepentir de esto. El funcionario se interpuso entre los dos. --Tranquilizate. Karim fulmino a Emelie con la mirada por encima del hombro del vigilante. Mientras retrocedia, esbozo una sonrisa. PARTE I Nosotros tambien somos personas. Solo queremos que nos quieran por lo que somos. Nuestra desesperanza no ha surgido de la nada. Me alegro de que tu nunca te hayas sentido asi, pero espero que puedas sentir empatia. Nos marginais, nos humillais. En todas partes. En lugar de hacer eso, deberiais preguntaros que es lo que nos ha hecho sentirnos asi. A menudo hay una historia que nos ha traido hasta aqui. Si escucharais nuestros relatos, quiza os mostrariais mas comprensivos con nuestra situacion, que no deja de habernos sido impuesta en contra de nuestra voluntad. HOMBRE ANONIMO 1 U na tira de luz violeta colgaba en el abeto en el parque dedicado a la cantante Monica Zetterlund. La subinspectora Vanessa Frank llevaba un abrigo azul marino. Debajo, pantalon de pinzas oscuro y camisa blanca recien planchada. Se paso la lengua por la encia. Por primera vez en su vida, Vanessa habia hecho una promesa de ano nuevo: dejar de usar snus , el vicioso tabaco en polvo que llevaba anos colocandose bajo el labio. Se habia pasado todo el invierno posponiendolo. Ahora ya estaba a mediados de abril, la nieve se habia derretido. Hacia cuarenta y ocho horas que se habia tomado la ultima monodosis y el sindrome de abstinencia le estaba provocando picores por todo el cuerpo. La tienda de telefonia movil de Hassan, que a pesar del nombre ofrecia un poco de todo, seguia iluminada. La campanilla de la puerta tintineo y Hassan sonrio al ver que era ella. --Agente Frank --la saludo en sueco con un fuerte acento y l e hizo una suerte de reverencia descorazonada--. Espero que no hayas venido para comprar snus . --Cortate, que tengo cuarenta y tres. Dame una cajetilla. --Hace dos dias estabas exactamente en el mismo sitio prohibiendome que te vendiera snus . --O me vendes una cajetilla o te atraco. Hassan corrio a bloquear la neverita del tabaco en polvo con todo su cuerpo. --Cigarrillos electronicos, menos peligrosos, te mantendran ocupada --dijo, senalando una vitrina--. Lo digo en serio, Vanessa, me obligaste a hacer una promesa. Pienso cumplirla. Vanessa solto un suspiro y se arreglo el cuello de la camisa. Apreciaba a la gente que mantenia sus promesas. --Vale, vale, dame una mierda de esas. Pero, Hassan, procura no rayar el suelo. El la miro sin comprender, luego bajo la vista a sus pies. --?Que? --Con la vara moral que llevas metida en el culo, digo. En la esquina de Odengatan, Vanessa hizo un alto y encendio el cigarro electronico, dio una calada y estudio pensativa el humo blanco que se diluyo en la oscura tarde de primavera. Paseo en direccion a la avenida Sveavagen. Las terrazas habian abierto. La gente tomaba cerveza con mantas en los hombros, inclinada sobre mesas destartaladas de madera. La vida de Vanessa estaba en plena transformacion. En diciembre, Natasja, la adolescente siria de dieciseis anos que Vanessa tenia en acogida, habia recibido de forma inesperada una llamada de su padre. El hombre habia sobrevivido a la guerra, lisiado pero vivo. El dia de Navidad, mientras la nieve caia a raudales, Vanessa se despidio de Natasja delante del portal y vio los faros traseros del taxi desaparecer por Surbrunnsgatan. Las luces de freno se habian encendido. Por un momento, Vanessa habia tenido la esperanza de que Natasja fuera a saltar del coche, coger su maleta, bajar la calle corriendo y decirle que todo habia sido un malentendido. Habian pasado cuatro meses, y aun asi notaba la soledad como una cadena de bici oxidada rascandole las costillas cada dia.