• Yo soy aquel de Osvaldo Bossi

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    ABRO LOS OJOS, cierro los ojos. ?Soy un arbol o soy un nino? Soy un nino. Tengo nueve anos y esta es mi casa: cuatro paredes de madera y un techo de carton, nada mas que eso. El bano esta afuera y es casi lo mismo. Cuatro tirantes y un par de chapas y una cortina de tela. Abro los ojos, los cierro. Que mas, que mas... En el fondo hay un arbol de eucaliptus, la bomba de agua, un patio de tierra, un caballo que se llama Tornado, y el carrito de mi papa. Si llueve se escucha la lluvia, pero ahora no llueve. Las chapas duermen su sueno tranquilo despues de soportar, todo el dia, el sol del verano. A veces crujen un poco, como si estiraran las piernas, pero en general estan dormidas o mirando la noche. Acostado en mi cama, las miro. ?Estoy dormido o estoy despierto? La luna, desde la ventana, me mira y se sonrie. ?Es importante eso? La miro y le digo que no. Creo que no, le digo. Luego pasa un mosquito, zumbando. Chau, nos vemos otro dia, me dice, de refilon y a las apuradas. Aca no se puede respirar... Y me senala el humo de los espirales que estan apoyados, haciendo equilibrio, cada uno sobre el pico de una botella. --Chau --le digo. Abro los ojos, los cierro. PAPA SE QUITA la camisa, apaga la luz de la cocina y vuelve a la pieza. Se acerca hasta la ventana y mira el cielo, de un negro purisimo, como una mancha de alquitran. Del bolsillo de su camisa saca un paquete de cigarrillos y el encendedor. Mama lleva puesto un camison blanco, holgado; parece una nube. Lo mira a mi papa, se le acerca. Apoya la cabeza sobre su hombro. Papa se lleva un cigarrillo hasta los labios, espera un segundo, mira por la ventana y despues lo enciende. De su boca, de su nariz, salen dos chorros de humo. Largos, espesos. Mama lo mira y luego mira la noche por la ventana. El aparta el cigarrillo de sus labios; ella se suelta el pelo, negro, hasta la cintura. El la mira, la atrae junto a si. Ella se rie. A lo lejos, se escucha el run-run de la radio y las aletas de un ventilador dando vueltas. Cierro los ojos, pero no puedo dormirme. Mama se da cuenta y se aleja enseguida de mi papa. Ahora vengo, le dice. El trata de retenerla, pero ella se aleja, se escurre, se acerca hasta mi cama. --Hola --me dice. No le contesto nada. La escucho. --Se que estas despierto. Abro los ojos. --No tengo sueno... --?Queres que te cante una cancion? --Bueno. Entonces se pone a cantar, bajito. Casi no se le escucha la voz. Papa sigue en la ventana, le da una ultima pitada al cigarrillo y le pregunta: ?Se durmio? Ella le dice que si. Me da un beso tibio, como un pajarito, sobre la frente y luego otro, sobre la mejilla, y vuelve a su lado. Al rato, me duermo. En el sueno, atravieso el cielo de una punta a la otra, como un cometa que no sabe si va a chocar contra la Tierra, o dar la vuelta y seguir su camino por la galaxia. Al verme, mi papa se sonrie. Mama apoya la cabeza sobre su hombro, como si estuviera muy enamorada o muy cansada, o las dos cosas a la vez. En eso, sin dejar de mirar el cielo, papa le senala un punto brillante que cruza la noche a toda velocidad. --Mira, es un cometa --le dice--. ?Lo ves...? Pero cuando mi mama levanta los ojos para verme, ya estoy en otra parte, muy lejos... --A donde. Parece una nina. Papa se rie. --No importa --le dice, y aspira el humo de su cigarrillo, y luego lo arroja al aire, y luego se acerca. Mama lo mira, mira esa rafaga de humo, y cierra los ojos. AL LADO DE MI CASA esta la casa de mi tia Magdalena. Y un poco mas alla, la casa de mi padrino Serafin y de mi tia Rosa. Y otro poco, pero mas lejos, la misma casilla de madera en donde viven mi tia Pirucha y el tio Carolo. Desde afuera parece una villa, pero no es una villa, porque somos todos de la misma familia, dice siempre la tia Nene, con su cara redonda, como un plato. Mama la escucha y se sonrie. Cuelga las camisas de mi papa y un solero lleno de flores azules y anaranjadas, y mi ropa, que ocupa la mitad de la soga. Cuando llega la tia Pirucha (un poco enojada, como siempre) agarra la ropa y la tira toda junta adentro del fuenton. Mama se rie otra vez. Tia Pirucha cuenta que no pudo pegar un ojo en toda la noche, con este calor insoportable, y dice una mala palabra. Es temprano. No corre una gota de aire. Cada tanto, abro el cuaderno y trato de concentrarme en la tarea de la escuela. Pero a mi alrededor todo arde, tiembla, como si no estuviera en el patio del fondo, bajo la sombra del eucaliptus, sino adentro de un panal de luz, y mis tias y mi mama fueran un punado de abejas transportando enormes carretillas de miel. En eso, tia Pirucha deja la ropa y vuelve hasta su casa y pone en el tocadiscos una cancion, a todo volumen. Es una cancion que habla de cosas tristes, pero a mi y a mi mama nos gusta. A tia Magdalena, en cambio, parece que no, porque dice que para sufrimientos esta la vida, y que mas lindas son las canciones alegres. Igual le pregunta: ?El que canta es un ciego, no? Tia Pirucha le dice que si, e inmediatamente se olvida de todo lo que esta pasando a su alrededor. Se olvida de mi mama, de la ropa en la soga, del calor, y se pone a cantar a los gritos. Yo la miro, un poco encandilado, como si todo lo que le esta pasando al muchacho de la cancion, le estuviera pasando a ella en realidad. Al verla, tia Magda se vuelve corriendo para la cocina. Mama y yo, todo lo contrario, nos quedamos mirandola, los ojos muy abiertos, como hipnotizados. A ella, y al ciego que mato a la chica de la que estaba enamorado, y ahora, en la carcel, espera ser llevado a la silla electrica. Tio Carolo se asoma por la ventana de la cocina, en cueros, con un mate en la mano, y se sonrie. A mi mama se le cae una lagrima, y enseguida la seca, con el dorso de la mano. Yo, al principio, no se que hacer; pero despues lo entiendo al ciego y pienso: Si yo fuera la chica, aunque estuviera muerta, lo perdonaria. Lo perdonaria, estoy seguro. --Lo que pasa es que sos muy bueno --dice mi mama, que lee todos, o casi todos mis pensamientos. Levanto los ojos y la miro. Sin darle tiempo a nada, como si estuviera poseido por el espiritu de la chica, le contesto, con absoluta conviccion: --No se confunda, senora, lo que pasa es que estoy... esta, la chica quiero decir... enamorada... Solo eso... ?Es tan dificil de entender? Aparentemente si, es muy dificil, ya que ella me mira, un poco aterrorizada, y sin saber que hacer, exactamente, conmigo. Si llevarme de un brazo, corriendo, fuera del alcance de mi tia Pirucha, o si pedirme que la disculpe y darme la razon. Yo aprovecho el barullo y me dejo transportar, con los ojos llenos de lagrimas, hasta el cielo, y en el cielo me abrazo con el muchacho recien electrificado. Tanto, que puedo sentir yo tambien, en mi propio cuerpo, el mismo cortocircuito. Y ahi nomas nos perdonamos, el uno al otro, y nos olvidamos de todas las cosas horribles que nos pasaron en la Tierra. ES LA HORA de la siesta. Estoy acostado en mi cama y mama en la suya, los ojos cerrados, como si estuviera dormida. A veces da vueltas para un lado y a veces para el otro, o se acurruca, o estira los brazos y las piernas como si llevara, en secreto, una incesante actividad. Yo hago todo lo contrario: me quedo quieto y pienso en el frio. Pienso en grandes bloques de hielo, y en una tormenta de nieve acercandose hasta los pies de mi cama. ?Estare dormido o despierto? Abro los ojos y miro la pieza. Miro la luz que entra por las hendijas de madera y pienso: Dormido o despierto, tengo que irme... Y antes de que pudiera darme cuenta, ya estoy afuera, en el patio. Empujo la puerta de alambre. El sol, en lo alto, como una bola de fuego incandescente. A unos pocos metros, veo la casa de mi amigo Luis. Es una casa grande, de material. Un rectangulo de pasto con algunas flores adelante; la puerta principal y la puerta del pasillo, a un costado.