• Mi autonomia de Nadia Colella

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    E Capitulo 1 l humo de mi cigarrillo se formaba delante de mis ojos como una nube de tormenta a punto de estallar sobre mi. Me quede observando como el tiempo lo atravesaba, milimetro a milimetro, devorandolo como un virus que avanzaba a rapida velocidad hasta hacerlo desaparecer por completo. Y, de un momento a otro, ya no quedaba nada, salvo la mancha negra que estaba en el techo. Fije la mirada para intentar descifrar el posible origen de aquello y me pregunte si seria humedad o algo mas, pero no se me ocurrio nada. Me encogi de hombros y le di otra pitada a mi cigarrillo. Cansada de estar acostada, me puse de pie y senti como si hubiera pisado sobre hielo. Busque con la mirada mi calzado, pero no sabia donde lo habia dejado, asi que le di la bienvenida al frio y segui mi camino. La ventana del balcon estaba abierta y la brisa matutina envolvio mi cuerpo desnudo. Me acerque a la computadora y abri mi casilla de correo. Lo primero que vi era un mail del propietario del edificio con un asunto en mayusculas y mas de tres signos de admiracion: <>. Ni siquiera lo lei; lo borre directamente. Lo peor de todo era que no habia mas correos nuevos. --!La puta madre! --grite. Tire el cigarrillo al piso y me sostuve la cabeza entre las manos. Respire profundo y me obligue a hacerlo mas de una vez. No iba a poder encontrar una solucion a mi problema si me dejaba llevar por las emociones. Tenia que serenarme y buscar alternativas. De pronto, senti una mano sobre mi hombro y me levante saltando de la silla. Tenia una media sonrisa que se esfumo en cuanto me observo con atencion. --Perdon, no queria... --No me asustes asi, Javier. --Jonathan. --Si, Jonathan --le respondi volviendo a mi habitacion. Me acerque al armario y abri mi segundo cajon. Alli se encontraba mi remera favorita, la que mi mejor amigo me habia comprado en Nueva York. Despues de ponermela, encontre mis pantuflas asomandose por debajo de la cama, del lado izquierdo. Me agache para juntarlas y volvi a salir hacia el living. --Gracias por la cena --le dije mientras ponia agua a hervir. Jonathan se acerco a mi lado y apoyo su cintura contra el borde de la mesada. Se cruzo de brazos y giro su cabeza para poder mirarme, pero yo me aparte de la cocina y busque en las alacenas mi taza. --Tomo lo que tomes vos --me dijo. Me rei. --Voy a desayunar sola. Gracias por todo, Jonathan. --Y busque el polvo para hacerme un capuchino. Por el rabillo del ojo pude ver como se apartaba de la mesada y se quedaba de pie observandome. Yo segui con mi tarea. Busque el azucar y me puse a revolver el contenido. Escuche su bufido y se dirigio hacia la habitacion con pasos pesados. Unos segundos despues, salio de mi departamento sin siquiera decirme adios. Yo tampoco lo salude. Cuando mi infusion estuvo lista, sali al balcon y me sente en la reposera. El cielo azul claro de Buenos Aires estaba impoluto. Me entretuve observando el horizonte mientras degustaba mi bebida. Intente que nada atosigara mis pensamientos. Necesitaba reconectarme, dejar a un lado todos los problemas y sentirme presente en el momento. Si en cada minuto que respiraba pensaba en mis problemas, era lo que iba a seguir atrayendo. Eso me habia ensenado mi mama y lo habia comprobado con el tiempo, asi que dejaria en blanco mi mente y respiraria. Pero el sonido de mi celular me hizo sobresaltar y por poco me hizo tirar lo que me quedaba del capuchino. Deje a un lado la taza y volvi al interior del departamento a buscar el aparato. Era una llamada entrante de Quimey. --!Hey! --le dije con una sonrisa y busque el reloj que estaba colgado sobre el escritorio de mi computadora--. ?Que haces levantado tan temprano? --Me estoy yendo a Ezeiza --me respondio riendose. Recien en ese momento me percate del sonido del exterior. No estaba solo. --?A Ezeiza? --le dije sentandome en una silla--. ?Tenias un viaje planeado y no me dijiste nada? --No, fue un viaje espontaneo. --Bajo la voz--. Me estoy yendo con Lucas. --Te escucho igual --dijo una voz lejana. --?Lucas? --pregunte asombrada--. ?Lucas, Lucas? ?El del bar de Palermo? --El mismo --me dijo volviendo a hablar normal--. Le salio un viaje de negocios y me invito a Londres. --Ah, pero... !que natural! --Y no pude evitar reirme--. Siempre te suceden cosas extraordinarias. --Las busco. No suceden de la nada. ?Y vos como estas? Trague saliva y, sin querer, mire la computadora. --Bien. --A mi no, Hunter --me dijo con su voz reprochadora--. Contame como estas. Mira que cancelo todo y voy para alla. --!No! --me apresure a decirle. Sabia que era capaz de hacerlo--. Estoy bien. El negocio no lo esta. --?Otra vez? Te dije que te paso plata si necesitas. --Y yo te dije que no hace falta. Que voy a encontrar una solucion. --Se que la vas a encontrar, pero, mientras tanto, puedo ayudarte. No seas cabeza dura. --No, te agradezco de verdad. --?Te volvio a contactar el dueno del edificio? --Si. Me dio un mes. --!Mia! --Me grito al oido y tuve que alejar el celular--. ?Por que no queres aceptar la plata? !Te pueden echar del departamento! --Porque no voy a tener como devolvertelo en el corto tiempo. --Quimey iba a quejarse, pero lo interrumpi antes de que lo intentara. --Y ya se que no te importa cuando te lo devuelva, pero a mi si me importa. Ya todos me ayudaron lo suficiente; no puedo seguir dependiendo de los demas para vivir mi vida. Tengo que encontrar las soluciones por mi cuenta. Y, si me llegan a echar, tendre que encontrar otro departamento que se adapte mejor a mi nueva realidad. Habia vivido en ese lugar casi cuatro anos. Me gustaba el balcon porque cada noche salia a respirar el aire de la ciudad y a disfrutar del murmullo bajo de una ciudad viva. Incluso cuando tenia compania. Me escabullia del dormitorio para estar un rato en paz. O la amplia cocina, que me permitia experimentar con la comida cada vez que tenia ganas. Aunque, realidad, mas la usaba Quimey cuando jugaba con las bebidas e inventaba tragos. Las dimensiones del living tambien me permitian alojar a toda mi familia y que pudieramos disfrutar de una buena pelicula o algun tentempie. Y, por supuesto, mi estudio fotografico. Habia usado una de las habitaciones de huespedes para mis utensilios de fotografias, los marcos que compraba, las imagenes que mandaba a imprimir... Era un departamento grande para mi sola, pero habia podido pagarlo. Aunque, si era sincera, el primer ano me habia ayudado mi familia, el segundo y el tercero habia tenido que ayudarme mas de una vez Quimey y el cuarto lo estaba soportando... Pero dia a dia las ventas caian. Habia estado enviando solicitudes para realizar muestras digitales en las paginas de las grandes galerias de arte, pero ninguna me habia respondido. Ni siquiera me habia llegado un pedido de compra. ?Que iba a hacer? Pensar en dejar la fotografia me oprimia la garganta, pero tenia un ultimatum del dueno del edificio. Solo treinta dias para que, finalmente, me echara. No me agradaba la idea de tener que mudarme a un lugar mucho mas chico. No me agradaba la idea de reconocer otro fracaso. --?Y si buscas un empleo de medio tiempo, aunque sea? Suspire. --Por el momento no quiero hacerlo. No querria tener que hacerlo nunca. Pero algo voy a encontrar. Lo se. --Sos una persona creativa. Abri tu mente y vas a ver que la solucion te llegara sin esfuerzo. Dicen que salir del lugar donde uno se encuentra estancado ayuda. ?Por que no vas a dar una vuelta con tu camara? --Es una buena idea. --Era verdad--. Subi muchas fotos a Instagram. !Que tengas un lindo viaje! --Gracias, mi amor. Y cualquier cosa... --Lo se. Te llamo. Te quiero. --Yo tambien. Entre a mi estudio y lo primero que vi sobre la mesa de vidrio fue mi camara fotografica. El peso que tenia sobre los hombros parecio desvanecerse por un instante. Por un escaso momento, el sentimiento de satisfaccion y calidez que me generaba ese aparato me recorrio por completo, como si en medio de una tormenta de nieve, encontraras una cabana con una chimenea encendida. Eso era la fotografia para mi. Mi refugio. Aun asi, no la habia tratado con el respeto que se merecia. No la habia cuidado lo suficiente y en ese momento estaba viendo las consecuencias. No podia volver a buscar un trabajo esclavo al que tuviera que dedicarle mas de ocho horas de mi vida. No podia volver a hacerlo. De solo pensarlo, me dolia la cabeza. Tenia que encontrar una solucion pronto. Asi que respire hondo y segui el consejo de mi amigo. Escogi Puerto Madero, cerca del Puente de la Mujer. No podria explicarte como funciona, pero la camara es como una extension de mi cuerpo que me pide que haga ciertas cosas. A veces, no se bien lo que hago, pero le hago caso a mi instinto. Confio en el y se que hacia alguna direccion intenta llevarme. Asi que, cuando mi camara me pidio que empezara a sacar fotografias a mi alrededor, no lo dude ni un segundo. Mi fuerte siempre fueron los paisajes. He tenido la suerte de poder recorrer el mundo, dado que mis padres lo viven recorriendo constantemente y tengo un hermano asentado en Alaska. Me resulto natural captar esos momentos maravillosos que nos regala la madre naturaleza. Sin embargo, en el ultimo tiempo me sentia presa de una rutina que no me gustaba. Asi que sacar fotos a extranos se sintio como una brisa fresca en pleno verano. Familias, grupos de amigos, parejas. Mi mente comenzo a expandirse y las historias se iban formando solas en mi cabeza. Un padre abrazaba a su esposa, quien sonreia contenta porque el acababa de decirle que finalmente podrian irse de vacaciones. Era alli cuando los hijos se sumaban al abrazo y, entre los cuatro, formaban una especie de fortaleza impenetrable. Despues habia dos amigas que reian a carcajadas porque una de ellas habia conseguido el trabajo que tanto anhelaba. Al lado de ellas, un hombre besaba a una mujer, susurrandole mentiras al oido. Ella sonreia sin saber el dolor que le esperaba. De a poco, fui captando distintas situaciones, momento a momento, formando una historia en imagenes. Y, entonces, un hombre me llamo la atencion. Mi instinto supero cualquier control que podria llegar a ejercer sobre este. Mi dedo no paraba de tocar el obturador. Una tras otra. Hasta mi corazon se habia acelerado de la emocion. Tenia el cabello oscuro, en abundante proporcion, y sin el minimo resguardo por acomodarlo. La barba era pareja en la altura de los cachetes, pero en el menton la tenia mas poblada y algunos de sus cabellos estaban tenidos de color ceniza. Sin darme cuenta, me acerque a el para poder verle mejor el rostro. Estaba vestido con un jean negro desgastado y de su cintura colgaba una cadena plateada sujetada a un cinturon con tachas. En la parte de arriba llevaba una camisa cuadrille de color negro y rojo. Y no podia obviar a la mujer que estaba con el. Su melena lacia y rubia bailaba con el viento. Ella sonrio con sus labios de rojo carmesi cuando el apoyo su cuerpo contra su espalda. Sus fuertes brazos la capturaron y le susurro algo al oido. Aparte la mirada incomoda, como si estuviera espiando algo secreto. Me aleje de alli y me acerque hacia la baranda que rodeaba el rio para poder mirar las imagenes en la camara. Tanto las que habia sacado al resto del mundo como las que le habia sacado a ese hombre me hacian sentir una chispa en el cuerpo. Sobre todo, las que aparecia el... Una tras otra, fui pasando todas las fotos que le habia sacado. No me di cuenta del tiempo que habia pasado observandolas hasta que escuche una voz. --?Salimos bien en las fotos? Cuando levante la mirada, me encontre con unos ojos azules y una melena oscura. Debajo de la camisa tenia una musculosa blanca que se le cenia al cuerpo. La sorpresa de su aparicion me hizo perder el control de mis extremidades. Nunca me saco la correa del cuello, por cualquier cosa que me suceda en las manos. Sin embargo, el paso por alto ese detalle. Y, asumiendo lo que podia pasar, estiro su mano para sostener mi camara de fotos y sacarla de la zona del agua. La capturo en el aire y la atrajo hacia su cuerpo, por lo que la correa en mi cuello me tiro contra el. Levante mis manos para frenar el choque y pude sentir la dureza de su pecho y su aliento contra mi coronilla. En ese momento, me senti como un pajaro al que le sacuden su jaula.