Myriam Gonzalez Britos - TODOS SUS LIBROS
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Dos almas y un secreto de Myriam Gonzalez Britos
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>, dijo Selma Lagerlof. Quiza tenia razon. Quiza. El dolor enaltecia o desmoronaba por completo a un ser humano. Mutaba los colores de su esencia y transformaba su espiritu para siempre. Todos tenemos un secreto inconfesable en esta vida. Creo que incluso el propio hijo de Dios lo tuvo en su tiempo. Nadie estaba exento de el. Nadie. Yo, al igual que cualquier otro ser humano comun y corriente, lo tenia, pero muy bien guardado, bajo siete llaves. Nadie me comprendia, ni siquiera yo mismo. --Juegas con la vida y algun dia ella te hara una trampa mortal --me dijo mi padre el ultimo dia que lo vi en esta vida. El cabron habia reaccionado del mismo modo, tiempo atras, cuando le conte, llorando, que la ninera abusaba de mi todas las noches. En aquel entonces, tenia apenas seis anos. Me senti solo desde que naci, solo y abandonado por aquellos seres humanos que supuestamente deberian haber velado por mi y por mi dicha en esta vida. Jamas recibi apoyo. Jamas recibi carino. Jamas recibi un abrazo. Jamas supe lo que era ser querido. Jamas recibi un beso de buenas noches. La frialdad de mis progenitores congelo mi alma y mi corazon, y me convirtio en un hombre vacio y superficial, incapaz de sentir algo remotamente humano por cualquier otro ser vivo. Ellos murieron cuando yo habia cumplido veinte anos y, la verdad, no los echaba en falta. ?Se podria extranar lo que nunca se tuvo? Creo que no. Tras la tragica muerte de ambos en un accidente de avion --mientras retornaban de una fiesta al que acudieron como pareja tras anos de haberse separado--, comence una larga y peligrosa trayectoria de fiestas, drogas, mujeres y sexo. Mucho sexo. Perdi el control y termine esclavo de aquella vida desordenada e inmoral. El placer en mi vida era tan esencial como respirar, a veces, llegaba a pensar que podria prescindir del aire, pero no del placer. No me consideraba un sadomasoquista, ni sexopata, ni depravado sexual. Simplemente era un amante de la carne femenina. Amaba el gozo que provocaba en otra mujer y, ante todo, el dolor que pudiera causar al mismo tiempo. En todas mis parejas sexuales veia al monstruo que destruyo mi infancia. Castigarlas era como castigar al verdugo de mi historia. Mi terapeuta me decia que debia enterrar el pasado, pero ?como hacerlo? No tenia idea. El dolor que aquella mujer horrible de casi cincuenta anos causo en mi y en mi inocencia, seguia latente a pesar del tiempo y su muerte. Habia danos realmente irreparables. X Ray Dog – the vision Me conocian como Matthew Caffrey, el millonario excentrico y sin pudores. Hijo de un ingles petulante y una alemana frivola, que nunca me quisieron en sus vidas. Naci y creci en tierras germanas. Tenia treinta y cinco anos, una carrera prestigiosa, belleza, dinero y muchas mujeres. Mi vida era perfecta. El sueno de cualquier hombre; sin embargo, era un ser muy infeliz. Me sentia vacio. Sin alegria. Sin esperanzas. Sin fe. Sin metas. Sin suenos. Llevaba anos luchando contra la depresion, consecuencia de los abusos que habia padecido cuando era un candido y ufano nino. Mi mente y mi corazon no conseguian desconectarse de aquella tragica epoca, a pesar de los tratamientos y el tiempo. Me mire curioso, a traves del ornamental espejo del lavabo. Tenia todo para ser feliz, pero no lo era. El dinero compraba todo, menos la felicidad. No era un eufemismo, al menos no, en mi caso.--Necesito unos analgesicos --sisee al sentir una fuerte punzada de dolor en la cabeza. Baje la cabeza y entrecerre los ojos de golpe. De pronto, la voz ponzonosa de mi nana irrumpio mi mente como un frio y distante eco de terror: < >, repetia aquella horrible mujer de pelo rubio y rostro surcado de arrugas. Identica a las brujas malvadas de los cuentos de hadas que me solia contar tras su ritual diario de abuso. < >, dije al abrir mis ojos. Me preguntaba como hubiera sido yo, sin aquellos abusos inhumanos. ?Hubiera sido un hombre distinto? ?Feliz? ?Alegre? ?Normal? La voz de mi amigo, Albert Smith, me arranco de golpe de mi trance melancolico. --?Matt? !Ven hombre! --exclamo y decidi bajar. Descendi la suntuosa escalera de mi mansion, enfrascado en mis pensamientos mas oscuros y sombrios. --!Matt! --grito impaciente, pero no le respondi. Me arregle el sueter negro de algodon que llevaba puesto. Hice una mueca de dolor al sentir una fuerte punzada en la cabeza. --Buen dia, Matt. Mi amigo, me saludo desde la puerta ventana acristalada que llevaba al jardin colgante de Babilonia, como el solia llamarlo. Pedi unos analgesicos al mayordomo de turno, la cabeza me estaba por estallar, la noche anterior habia bebido demas. --Buen dia --le dije con una mueca de dolor estampada en la cara. Sexo, alcohol, sexo, drogas y mas sexo. Con diversas mujeres, que hoy mal recordaba sus nombres. Asi era mi vida, llena de diversiones mundanas, pero carentes de sentimientos. Nunca supe lo que era amar. Nunca supe lo que era la empatia. Nunca supe lo que era la compasion. Nunca supe, porque nunca lo senti o lo practique. Mi pasado anulo cualquier vestigio de humanidad dentro de mi. Aquellos que debian cuidarme, no lo hicieron, y creci solo, en un mundo tan hipocrita, en donde lo unico que importaban eran las apariencias. Aprendi a aparentar. A sonreir cuando en verdad queria llorar. A gritar en silencio. A rezar sin fe. A esperar sin esperanzas. Nadie acudio a mi cuando aullaba de dolor, pidiendo ayuda a las frias y duras paredes de aquel cuarto suntuoso, repleto de juguetes y muebles caros. Mis padres siempre estaban viajando y, aunque gritara por auxilio, ellos eran sordos ante mi dolor. < >, me decia mi padre antes de meterme al oscuro y frio sotano, donde me dejaba trancado por horas e incluso dias. Comia cada vez que la nana Miranda me traia algo. Su generosidad siempre tenia segundas intenciones. --Matt --decia mientras descendia las escaleras. Yo empezaba a temblar y llorar. Me arrodillaba cerca de la cama y rezaba, como mi amigo Peter me habia aconsejado. Pero, su Dios siempre estaba ocupado para oir mis suplicas. La nana me miraba con avidez, como un leon miraria a su presa tras dias sin haber probado bocado. --Eres tan hermoso, Matt --susurraba y se quitaba las ropas. Lloraba a lagrima viva, pero a ella no le importaba mi pena sino su pretension corrompida. --Si te comportas bien con tu nana, comeras estas deliciosas galletas de chocolate --me decia, con aquella expresion ladina que tanto odiaba y temia. Tenia hambre y sed. Tenia que obedecer. Lo hacia. Y tras ello, lloraba hasta cansarme y quedarme dormido sobre aquella vieja cama medieval de madera. Se preguntaran que pasaba con mi madre ?no? Ella era tan fria e inhumana como mi padre. Me habia llevado en su vientre por nueve meses, pero, tras mi nacimiento, no recordaba que haya estado ni nueve dias seguidos a mi lado. Viajaba mucho con mi padre y, algunas veces, con sus tantos amantes. Fui un accidente. Un infortunio. Una pausa. Un tiempo perdido. Un grave error. Gritaba cada vez que discutia con mi padre, mientras yo, escabullido detras del sofa, los escuchaba llorando. En aquel tiempo era un humano normal, y sentia cosas, cosas que hoy ya no. No eran efectos de mi actual vida, sino del calvario que habia padecido en pasado. --Eres un nino problematico --gritaba mi madre, cada vez que me encontraba llorando en mi cuarto. Era un nino triste y solitario, que lloraba cada vez que el corazon me lo pedia. --La nana, me obliga a hacer... --Ella siempre me interrumpia. --!Iras a un internado en Suiza! --Mama... --Alli aprenderas a ser un buen nino --zanjaba, sin escucharme ni compadecerme. La ira envolvio mi corazon, al evocarla. Hay mujeres que no merecian concebir, la mia era una. I grieve – Peter Gabriel De un momento a otro, comprendi que queria cosas diferentes, sentir aquello que alguna vez senti: emociones humanas que se habian suprimido dentro de mi por las terribles experiencias vividas en mi maldita infancia. --!?Que quieres que, Matt?! --dijo Albert, con cara de asombro al escuchar mi deseo. Lo mire con atencion, como si le acabara de salir otra cabeza. --Ya sabes que soy algo extravagante con respecto al sexo. Albert asintio sin abandonar su mueca entre divertida e ironica. --He participado de tus deliciosas y pecaminosas fiestas, amigo --dijo suavizando un poco su expresion. Bascule nervioso y con cara de pocos amigos, todo mi peso en la pierna derecha. --Hemos hecho de todo a lo largo de estos anos, Albert --musite pensativo, mientras contemplaba la exultante piscina de mi mansion--. Todo lo que Dios repudia. Albert rio de buena gana.