• Verdades enterradas de Michael Hjorth

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    ?Cuanto tiempo hacia que se habia ido de alli? Anos. Varios anos. Pero ?cuantos? Menos de diez, seguramente. Era irrelevante. Bien podrian ser muchos mas, y deberian serlos, y mas largos, penso al ver la silueta familiar de la ciudad que se extendia al otro lado del cristal del autocar. ?Que estaba haciendo aqui? ?Por que habia vuelto? Sinceramente. Habian pasado diez anos, asi que… ?para que? ?Por que le importaba? En verdad, le daba igual. No tenia el menor interes en saber que le habia pasado a ninguna de las veintinueve personas con las que se habia visto obligada a compartir tres anos de su vida. Que hacian ahora, si tenian familia o no, en que trabajaban, donde vivian. Eso le importaba una mierda. Todas ellas le importaban una mierda. Y tambien dudaba mucho que ella fuera a importarle nada a ninguna de ellas. Nunca habia significado nada para nadie. ?Acaso se acordaban de ella? Quiza algunos si. Deberian hacerlo. ?O acaso la gente se olvidaba de las personas de las que habia abusado? ?Solo existian mientras se las podia atormentar, y desaparecian en cuanto dejaban de ser vulnerables? A lo mejor, las nuevas victimas sustituian a las viejas, en todos los aspectos. ?Que estaba haciendo aqui? ?Por que habia vuelto? No es que volviera con un sentimiento de triunfo. No era una revancha exitosa. No albergaba ninguna esperanza de que fueran a juntarse a su alrededor ni verla con mejores ojos porque se hubiese vuelto famosa o le hubieran ido bien las cosas. No estaba en posicion de ensenarles nada. El patito feo no se habia convertido en ningun cisne. El patito feo solo se habia hecho mayor, se habia curtido. Asi que ?que estaba haciendo aqui? ?Por que habia vuelto? Quiza queria mostrar que seguia viva, que se atrevia, que no habian logrado destrozarla. Pero ?era asi? Quien sabia si su vida habria sido distinta si aquellos anos hubiesen sido diferentes… Mejores. Soportables. Sin los Tres, que decidian que ella no era siquiera digna de despertarles irritacion. Que la trataban como si fuera aire. Como si no fuera nada. Sin el sequito silencioso, tan inseguros todos, tan temerosos de acabar en el lugar que ocupaba ella, los que lo hacian posible. Sin Macke y Philip. No, alli no iria. Ahora no. Todavia no. Se los quito de la cabeza: los pensamientos, los nombres, aquella noche. Pero iban a estar alli, se dijo a si misma. Se encontraria con ellos. Esta noche. En la fiesta, o como se le pudiera llamar a aquello. Reencuentro no, desde luego. Para poderte reencontrar hace falta sentir algun tipo de pertenencia. Ellos iban a estar alli. A lo mejor esa era la razon por la que iba alli, el autentico motivo por el que volvia. El sueno. Recurrente. La primera vez lo tuvo la noche siguiente de recibir la invitacion. Luego, despues de haber dicho que si, se repetia mas a menudo. El sueno en el que se hacia justicia. En el que se plantaba. Por fin. En el que les daba su merecido. A veces tan real, tan vivido, que se despertaba con una sensacion de triunfo, la cual se esfumaba en cuanto se levantaba y volvia a la realidad, como no podia ser de otra manera. El autocar paso junto a los carteles que senalaban que se estaban adentrando en Karlshamn, que habia vuelto a la ciudad que habia dejado atras. Que habia abandonado. De la que habia huido. El nudo en el estomago que ella habia creido que era arrepentimiento y angustia debia de ser otra cosa, se dijo. Determinacion. Expectacion. Un odio lentamente resucitado que llevaba mucho tiempo reprimiendo, pero al que ahora pensaba darle permiso para crecer. Por eso habia vuelto. Eso era lo que pensaba hacer. Devolversela. Calle Kungsgatan. Angelica Carlsson ni siquiera trato de reprimir la sonrisa de satisfaccion al girar para adentrarse en ella. En Karlshamn habia casas mas grandes y mas lujosas, pisos mas bonitos, direcciones con mas renombre. Pero en apenas cuatro meses practicamente se habia mudado a un piso amplio de dos habitaciones en la calle Kungsgatan. No estaba nada mal, a pesar de todo. Ciento doce dias despues de conocer a Nils. Ciento trece desde que se habia puesto en contacto con el en una de las numerosas aplicaciones de citas en las que estaba registrada y que visitaba con regularidad. Diecisiete anos mayor que el. Parecia buena persona, divorciado, una hija que ya se habia ido de casa, su perfil era perfecto, justo el tipo de hombre que ella estaba buscando, aunque tampoco podia estar segura del todo. No fue hasta la quinta cita, o quiza la sexta, cuando entendio que habia dado en la diana. Con la mirada caida, habia puesto una mano encima de la de el con cierta timidez y le habia preguntado si no le apeteceria que se vieran mas a menudo, que a ella le gustaria mucho que… fueran algo mas, o sea, algo estable. El se habia reido un poco cortado, y seguro que habria abierto los brazos si no fuera porque ella le estaba reteniendo una mano. --?Para que quieres a alguien como yo? Ella no dejo que la burbujeante alegria se le reflejara en ningun momento en la cara, sino que se limito a mirarlo seriamente, le dijo que no fuera tonto, que por que se infravaloraba, si se veia a la legua que era un hombre fantastico. Por eso queria pasar mas tiempo con el. Aquella noche habian paseado cogidos de la mano hasta su casa. La primera vez que ella puso un pie en el piso de la calle Kungsgatan. Unas semanas mas tarde dejo caer el nombre de Dick. Su exnovio, un idiota sin remedio. Habia quedado con Nils en su casa despues del trabajo, y ella se habia presentado un tanto desanimada y distraida. El se percato de que algo no iba bien, desde luego, pero ella no queria hablar del tema, no queria que se viera involucrado. Mantuvo su postura hasta que presintio que en breve el ya no le preguntaria nada mas, que haria lo que ella le estaba pidiendo y se olvidaria del tema. Entonces se lo conto todo, como a reganadientes. Para cuando hubo terminado ya se habia hecho de noche. Fue asi como Nils supo todo lo que habia que saber sobre como ella y Dick se habian conocido, en una epoca en la que ella era muy joven y tonta, cuando le habia parecido emocionante participar de los planes ambiciosos e irreales de Dick, sus alocadas travesuras, su estilo de vida despreocupado. Pero debajo de esa apariencia desenfadada y carismatica se escondia una faceta oscura y controladora. Con lagrimas corriendole por las mejillas, ella le habia contado que al cabo de unos anos se habia quedado embarazada, que Dick no queria tener hijos bajo ningun concepto, que la habia obligado a elegir entre el y el bebe, y que apenas unos meses despues de abortar la habia abandonado de todos modos. Nils la habia abrazado en el sofa mientras la escuchaba, ella se habia enjugado las lagrimas, se habia dejado consolar. Le habia dado unas vueltas a como continuar a partir de ahi, pero el se lo habia facilitado a base de preguntarle por que estaba pensando en Dick justo ese dia, en ese momento. ?Habia pasado algo? ?Se habia puesto en contacto con ella? Si, algo habia pasado. Si, se habia puesto en contacto. Hacia unos anos que el habia vuelto a aparecer en su vida, le explico Angelica. Dick habia empezado a cortejarla otra vez. Le habia dicho que la echaba de menos, que lamentaba la manera en que la habia tratado, que se habia dado cuenta de lo mal que se habia comportado. Habia madurado y se preguntaba si podian volver a estar juntos. Le habia insistido y suplicado. Y ella habia cedido. Se habia creido que el realmente habia cambiado. Que le brindaria la seguridad que ella buscaba. La cosa habia empezado bien, a los seis meses habian decidido irse a vivir juntos, se habian comprado un piso en Gotemburgo. Pero al cabo de unos meses volvio a asomar la cara celosa y controladora de Dick. Esta vez se habia vuelto violento. Ella habia logrado sacar fuerzas de alguna parte para liberarse. Despues de aquello era materialmente imposible que el fuera a recuperarla, dijera lo que le dijera, le prometiera lo que le prometiera. Habia terminado con Dick. Pero el no habia terminado con ella, ni muchisimo menos. A intervalos regulares la llamaba, le exigia, la amenazaba, la presionaba, hacia cuanto podia para ponerle las cosas dificiles y fastidiarla. Ahora era por algo del piso de Gotemburgo y la hipoteca, no lo tenia del todo claro, le habia colgado el telefono en cuanto el se habia puesto a dar berridos. Ella lo habia bloqueado, pero Dick ya habia conseguido colarse bajo su piel. Por eso se habia presentado en casa de Nils tan alicaida, pese a tener motivos de sobra para sentirse feliz. Con su vida. Con el. Aquella noche se acostaron por primera vez. Despues, ella estuvo llorando entre sus brazos. Le dijo lo contenta y agradecida que se sentia de haberlo conocido. El conseguia que se sintiera tan segura, tan cuidada… --Me gusta cuidar de ti --le susurro el, y le acaricio el pelo con delicadeza. Ella lo abrazo en silencio, era justo lo que habia esperado oir. Las semanas siguientes se podria decir que se fue a vivir con el. Iba mas a menudo, se quedaba mas tiempo, se llevo una muda o dos, el le cedio un estante, un cajon, sitio en el armario. A la exmujer no la habia visto ni oido, la hija sabia de la existencia de Angelica, pero no parecia tener ningun problema con que su padre hubiese conocido a otra mujer. No es que tuvieran un contacto muy estrecho, precisamente. Nils y su hija se llamaban cada quince dias, en el mejor de los casos. Durante el tiempo que Angelica habia estado en el piso, la hija no les habia hecho ninguna visita, pese a vivir en la ciudad de Helsingborg, a menos de dos horas de alli. Angelica dio los ultimos pasos hasta el portal. Ahora no le quedaba mas remedio que borrar la sonrisa de satisfaccion. Debia sustituirla por la preocupacion y la angustia. Habia llegado el momento de dar el siguiente paso. Hoy Dick habia logrado comunicarse otra vez con ella. La habia amenazado con ir a la policia y llamar a la Agencia Tributaria y no sabia que mas. No habia logrado entender todo lo que el le habia dicho, pero Dick pensaba vender el piso de Gotemburgo y le reclamaba dinero. Tenia que subir al piso alterada, desgarrada, entre lagrimas, necesitada del consuelo que solo Nils podia darle. Y que le iba a dar. Pero no podria hallar la paz. Esta noche no. Dick le pedia doscientas treinta y cinco mil coronas. Eso era mucho mucho mucho dinero. ?De donde iba a sacarlo? Hasta ahi podia planear, luego tendria que improvisar sobre la marcha. En el mejor de los casos, Nils se ofreceria al instante y por voluntad propia a prestarle el dinero, sin cuestionar nada ni hacer ninguna comprobacion. Lo mas probable era que le propusiera ayuda juridica, quiza incluso poner una denuncia. Si era el caso, ella tendria que escurrir el bulto, actuar sin prisa pero sin pausa y, con cuidado, sembrar la idea de que Nils podria ayudarla a ser libre de una vez por todas. Su paladin del corcel blanco. Un prestamo. Una suma que para el era perfectamente asumible, mientras que para ella era decisiva. Al menos hasta que surgiera el siguiente problema y necesitara mas. Metio la llave en el portal y cerro los ojos, noto las lagrimas brotando en sus ojos. Joder, que buena era. La practica hace al maestro. Cuando volvio a abrir los ojos, le quedaban ocho decimas de segundo de vida. Solamente. La bala viajo a una velocidad de casi ochocientos metros por segundo al abandonar la boca del canon del rifle. Mas del doble de rapido que el sonido, por lo que Angelica no tuvo ni tiempo de oir el petardazo sordo antes de recibir un disparo en la sien y caer muerta en su querida calle Kungsgatan. Kerstin Neuman Bernt Andersson Angelica Carlsson Philip Bergstrom Aakif Haddad Lars Johansson Ivan Botkin Annie Linderberg Peter Zetterberg Milena Kovacs El tercer cuerpo, el tercer asesinato. Vanja echo un vistazo a la ambulancia, que cruzo sin prisa alguna el cordon policial de la calle Kyrkogatan, donde un grupo de curiosos se habia agolpado junto a la cinta blanquiazul. El vehiculo amarillo lima fue grabado por varios moviles mientras, sin sirena ni luces encendidas, ponia rumbo al hospital mas cercano que tuviera morgue. Vanja no sabia donde quedaba, no habia tenido tiempo de familiarizarse lo suficiente con la ciudad. Ursula si lo sabia, habia estado alli para sacar sus propias conclusiones de las heridas que presentaban las dos victimas anteriores. Por lo demas, lo unico que sabian de estas era lo que habian podido leer en comisaria despues de que la policia local les hubo cedido oficialmente el caso. La primera, una mujer de sesenta y ocho anos, Kerstin Neuman, asesinada por arma de fuego mientras recogia el correo en el buzon, ubicado en el cruce del camino principal. Ahi no habian encontrado gran cosa a la que aferrarse, la senora vivia en una casita aislada que quedaba a unos diez kilometros del nucleo urbano. Un aislamiento que Kerstin Neuman habia buscado a proposito, dedujo Vanja al leer el informe del caso. No habia ninguna amenaza directa contra ella, pero todo el mundo --o al menos mucha gente-- en Karlshamn sabia quien era Kerstin Neuman. Lo que habia hecho. O, mejor dicho, en lo que habia participado, puesto que nunca se la declaro oficialmente responsable. En el accidente de autobus. La segunda victima se llamaba Bernt Andersson, cincuenta y tres anos, pero aparentaba diez anos mas, al menos en la foto que colgaba del tablon de la oficina provisional que habian montado en la comisaria, a unas pocas calles de alli. Era el resultado de una vida dura. Se habia pasado un buen punado de anos consumiendo todo lo que se podia consumir. En sus ultimos dias, segun las personas que de vez en cuando se cruzaban con el cuando deambulaba por Asarum, donde vivia, se habia centrado en la bebida, principalmente. Era un rostro conocido para la policia local, habia pasado la borrachera infinidad de noches en el calabozo, lo habian detenido por alteracion del orden publico, lo habian acusado de todo tipo de delitos por estupefacientes, pero siempre habia logrado librarse con una simple multa. Algunas de las mujeres con las que ocasionalmente habia conseguido instalarse durante un tiempo lo habian denunciado por robo y malos tratos. Pero no habia ninguna sentencia condenatoria. Lo habian encontrado tirado sobre una de las maquinas de un gimnasio al aire libre junto a una arboleda tres dias despues de que dispararan a Kerstin Neuman. Un tiro en la sien, muerte fulminante. Por lo visto, el mismo rifle en ambos casos. Fue entonces cuando Krista Kyllonen, la jefa de area de la policia local, habia logrado convencer a su superior de Region Sur de Malmo para que solicitara el apoyo de la Unidad de Homicidios. Era poco habitual que lo hicieran para casos que apenas llevaban una semana abiertos, pero no dejaba de tratarse de un francotirador en ambos casos y no habia testigos ni evidencias tecnicas, aparte de las balas, no habia casquillos en las escenas del crimen, ni huellas de neumatico ni nada sospechoso en las cuatro camaras de vigilancia que habia repartidas por la ciudad. No tenian ningun hilo del que tirar y necesitaban ayuda. Decir que habian llegado a una ciudad que vivia presa del panico habria sido exagerar, pero no cabia duda de que un tercer asesinato en el transcurso de ocho dias espolearia el miedo y la preocupacion, y entonces la rabia nunca estaba muy lejos. Vanja solto un suspiro. Aquello podria convertirse facilmente en una pesadilla. Pero no podia permitir que eso sucediera. Le tenian puesto un ojo encima. Era su primer caso importante desde que habia asumido el mando de la Unidad de Homicidios en diciembre. Desde que sustituyo a Torkel. Volvio a mirar calle arriba, al cordon policial del siguiente cruce, el de la calle Sodra Fogdelyckegatan. Vanja no sabia que significaba ese nombre ni si era siquiera una palabra de verdad. Sonaba inventada. Alli tambien se habia acumulado gente curiosa, pero no tanta, y habian sacado menos telefonos moviles. Quedaba mas lejos del escenario del crimen, desde alli las fotos no debian de mostrar mas que una calle normal y corriente de una ciudad de provincias. Como mucho, cogerian a Ursula, que estaba agachada sacando fotos del sitio donde habia estado la victima, que segun el carnet de conducir hallado en el bolsillo de su abrigo se llamaba Angelica Carlsson y tenia treinta y nueve anos. --Vanja.

  • Castigos justificados (Bergman 5) de Hans Rosenfeldt , Michael Hjorth

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    Una estrella de television es hallada muerta de un tiro a la cabeza en una escuela abandonada. Su cuerpo se encuentra de cara a la pared y, atadas a una silla del aula, unas hojas de examen. A juzgar por el numero de respuestas incorrectas, la victima suspendio el examen mas importante de su vida.
    Este horrible asesinato es el primero de una serie de muertes que tendran como victimas a personajes famosos. La Brigada Criminal de Torkel Holgrund se encargara del caso y solo gracias a la pericia de Sebastian Bergman lograran, siguiendo las pistas halladas en chats de internet y en cartas anonimas publicadas en los periodicos, resolver el misterio.

  • Mentiras consentidas (Bergman 6) de Hans Rosenfeldt , Michael Hjorth

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    Los dias de Sebastian Bergman en la Unidad de Homicidios han terminado y ahora dedica su tiempo a impartir conferencias y a escribir libros. Tras los acontecimientos vividos en Castigos justificados, lleva meses sin noticias de Vanja y la unica persona del equipo con quien tiene contacto esporadico es Ursula.

  • Silencios inconfesables (Bergman 4) de Michael Hjorth

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    Una familia es hallada asesinada en su propia casa. La Brigada Criminal de Torkel Holgrund se hace cargo del caso, una investigacion que se complica aun mas al descubrir el cadaver del que era el principal sospechoso del crimen.