Mark Edwards - TODOS SUS LIBROS
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Hasta el fin de tus dias de Mark Edwards
https://gigalibros.com/hasta-el-fin-de-tus-dias.htmlIba a ser el viaje de sus vidas, una aventura en tren por el corazon de Europa antes de sentar la cabeza y formar una familia. Sin embargo, el viaje de Daniel y Laura termina precipitadamente cuando los echan de un tren nocturno y acaban en mitad de un tenebroso bosque, el preludio de una noche de terror interminable.
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El retiro de Mark Edwards
https://gigalibros.com/el-retiro.htmlHace dos anos, Julia perdio a su familia en un tragico accidente: su marido murio ahogado tratando de salvar a la hija de ambos en el rio que discurre junto a su casa. Pero lo cierto es que el cadaver de la pequena Lily nunca se encontro. Destrozada por el dolor, Julia esta convencida de que su hija aun sigue viva en alguna parte.
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La peor pesadilla, Mark Edwards de Mark Edwards
https://gigalibros.com/la-peor-pesadilla-mark-edwards.htmlA Izzy, se lo llevaron de su casa.
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La peor pesadilla de Mark Edwards
https://gigalibros.com/la-peor-pesadilla.htmlLe cayo como una bomba nuclear: unos segundos de inocente calma, quiza un leve silbido al precipitarse sobre el y, despues, la nada cuando, al abrir la puerta de casa, vio que todo estaba demasiado tranquilo y supo de inmediato que algo iba mal, pero no hasta que punto, no pudo siquiera sospechar lo absoluto e irrevocable de ese mal. Habia sido un dia especialmente largo. El inspector Patrick Lennon habia estado encerrado siete horas en una sala de interrogatorios sin ventanas con un drogadicto poco dispuesto a colaborar llamado Dean Kervin, que tenia la cara como una patata hervida hacia varios dias. Pese a que varios testigos y dos camaras de seguridad lo habian visto reventar el escaparate del outlet de prendas deportivas y matar a palos al guardia de seguridad, el se empenaba en negarlo. No paraba de repetir: <
>. Patrick llevaba todo el dia ansiando un poco de aire fresco y un cafe sin recalentar, pero lo que de verdad lo mantenia en pie era la idea de volver a su casa, calentita y perfumada, y abrazar a su tierna pequena de cinco meses, Bonnie. Una copa de vino en una mano, Bonnie acurrucada en la curva de su otro brazo y, en cuanto Bonnie se quedara dormida, comida china a domicilio mientras veia una pelicula con Gill. Casi le hacia reir el que un cuadro asi lo reconfortara tanto. Su yo adolescente se habria burlado despiadadamente de el. ?Vino y bebes? ?Chino y peli? Patetico. No. Patetico, no. La felicidad, la seguridad, la pureza de la familia eran la esencia de la vida. El unico inconveniente, en el frente domestico, era que Gill llevaba algun tiempo bastante deprimida. Todos sabian lo duro que era quedarse en casa el dia entero con la chiquitina, sobre todo para una atareada profesional con un cargo de responsabilidad. Gill era abogada y nada la hacia mas feliz que destrozar, destripar con palabras a desgraciados como aquel Dean, el tipo de la cara de patata. Lo hacia con tanto aplomo... Patrick confiaba en que pronto recuperase esa chispa. Aunque fuera de los tribunales era una mujer sociable y cordial por naturaleza, toda aquella camarilla de la NCT, esa oenege de apoyo a las madres primerizas, con sus cuadrillas de madres amamantadoras que invadian las cafeterias y asistian a clases de musica infantil, no acababa de llenarla. Lo habia intentado, pero siempre habia vuelto a casa amenazando con ponerse a gritar en cuanto volviera a oir hablar de panales y caquitas. La idea hizo sonreir a Patrick mientras estacionaba, marcha atras, el Prius bronce (otra de esas cosas que su yo adolescente le habria censurado) en la pequena entrada de la casita adosada que ocupaban en West Molesey. Cuando queria impresionar a alguien, les decia que vivia < >, aunque, en realidad, West Molesey estaba a dos kilometros y medio y era la hermana pobre de la grandiosa East Molesey, que disponia, en cambio, de una zona declarada patrimonio historico-artistico y multitud de fincas de dos millones de libras. Nunca se habia alegrado tanto de volver a casa. Hasta habia parado en el super para comprar una botella de vino y un ramo de gerberas, las favoritas de Gill. Mas tarde se pregunto si lo habia sabido desde el mismo instante en que habia hecho girar la llave en la cerradura o si solo habia imaginado que lo sabia. Lo que si percibio de inmediato fue el silencio. No creia que hubieran salido porque el cochecito estaba en el pasillo y todas las luces encendidas. ?Habrian ido un momento a casa de algun vecino? Improbable. Los vecinos mas proximos habian resultado bastante desagradables y Gill no habia hecho amistades en las inmediaciones. Normalmente se oia Radio 2 a todo volumen y en la tele se veia, sin sonido, la programacion infantil de la BBC. Ni el ruido de la secadora dando vueltas, ni el de la tetera hirviendo el agua, ni el repiquetear habitual de Gill por la cocina mientras preparaba la cena para ellos dos... No se oia nada de eso. --?Hola? --grito Patrick al tiempo que entraba y cerraba la puerta--. ?Gill? Nada. Fruncio el ceno. Se quito la chaqueta de cuero, colgo las llaves del automovil en el cuelgallaves dispuesto junto a la puerta y dejo las flores y el vino en el suelo de la entrada. Debian de haber salido, se dijo, luego titubeo; tuvo el presentimiento de que no era asi. Se le erizo el vello de todo el cuerpo, pese a que, en aquellos momentos, no tenia motivo para temer nada. --Gill, ?donde estas? --insistio nervioso antes de enfilar el pasillo que conducia a la cocina, al fondo de la casa. Cuando pasaba junto a la escalera, un movimiento lo sobresalto. Su mujer estaba sentada en el tercer escalon, con una cara que el no le habia visto a nadie en toda su vida. Su rostro, por lo general sonrosado, estaba ceroso y demacrado, y sus ojos, inmoviles, eran dos mares de espanto. Aferrada al juguete favorito de Bonnie, una Peppa Pig de punto, se mecia en silencio adelante y atras. Patrick hizo un aspaviento y la agarro por los hombros, medio abrazandola medio zarandeandola. --!Gill, carino!, ?que ocurre? --pregunto, hincandose de rodillas en las escaleras, abrazandola fuerte y meciendose con ella--. ?Que ha pasado? ?Ha muerto alguien? Aquel fue su primer pensamiento, porque, de haberle pasado algo a Bonnie, Gill no estaria sentada en las escaleras, sino junto a su cuna. Ella no respondio. Lo ignoro, como si no hubiera detectado su presencia. --Hablame, carino, ?que ha pasado? !Gill, por favor! La encontro menuda, la mitad de su tamano normal, como encogida por la conmocion y por aquel terrible dolor no manifiesto. --?Donde esta Bonnie? Gill dejo de mecerse. Dejo de respirar y apreto los labios, aquellos labios sensuales de los que Patrick se habia enamorado antes incluso de conocerla bien. Cerro los ojos y clavo los dedos en el rosado cuerpecito blando de Peppa Pig. Luego empezo a gemir. El gemido se torno ganido, despues bramido y, por ultimo, cuando volvio a abrir la boca, se transformo en un aullido de dolor casi animal que retumbo en las paredes y privo la casa de cualquier resquicio de paz para siempre. Patrick se levanto como un resorte mientras escapaba de su boca un sollozo. --Ay, Dios mio, Gill, ?donde esta la nina? ?Que ha pasado? ?DONDE ESTA? Aparto a su mujer y, aunque lo hizo solo con un empujoncito, Gill volco y rodo por los dos peldanos restantes hasta el suelo, donde quedo inmovil, sin dejar de proferir aquel aullido sobrenatural. El subio la estrecha escalera como un maratonista en su tramo final y, con la respiracion atrapada en el pecho, rodeo bruscamente la barandilla y entro en el diminuto dormitorio de Bonnie. Al principio, penso que habia una muneca tendida en su camita, una extrana muneca hinchada, de color purpura. Se adentro en la estancia y comprendio que la muneca era Bonnie. Sus extremidades estaban retorcidas de forma poco natural y tenia marcas visibles alrededor del cuello. Marcas de dedos. Tras proferir un aullido aun mayor que el de su mujer, solto la barra protectora de la cuna e inclinandose sobre su hija sin vida trato de insuflar aire en sus pulmoncitos inertes. Con dos dedos delicados y temblorosos le masajeo el esternon, rezando para hacerlo bien, procurando recordar correctamente los pasos del curso de reanimacion cardiopulmonar infantil al que Gill habia insistido en que asistieran ambos durante su embarazo. < > Bonnie seguia amoratada. Aun estaba caliente. Eso era bueno. < > Las lagrimas de Patrick cayeron en los parpados cerrados de la criatura. < >