• El zapato de oro de Maria Parra

    https://gigalibros.com/el-zapato-de-oro.html

    Esta historia comienza hace muchos, muchisimos anos en un prospero y pacifico reino; mas concretamente en una deslumbrante mansion rodeada por un bello jardin. Alli vivia un noble caballero junto a su joven hija, cuya madre habia fallecido hacia unos anos. Desde entonces la pequena Isabella, dotada de una desbordante energia, habia contado por unico companero de juegos a su gatito negro. Un dia, meditando acerca de su actual situacion, el padre decidio que no podian continuar asi. Su hija necesitaba los cuidados de una madre. Ademas, merecia disfrutar de la compania de unas hermanas. Por ello, el noble senor marcho de viaje para buscar, entre las damas de la nobleza del reino, a la mujer capaz de llevar su hogar y educar a su hija. Al cabo de unos meses escogio a una viuda, madre ya de dos hermosas y gentiles chiquillas de edades muy similares a la de Isabella. Se celebro con presteza la boda, sin ostentaciones ni algarabias, como correspondia al ser unas segundas nupcias. Tras el enlace, el padre de Isabella envio una misiva a la mansion con el fin de informar de la feliz noticia y el pronto regreso con su nueva madre y hermanas. Y llego el dia en cuestion. Isabella se encontraba en las cocinas, ocupada en ayudar en la preparacion de la comida, cuando uno de los mozos irrumpio en la estancia anunciando a voz en grito la llegada del amo. Desde el jardin se divisaba un carruaje aproximarse. --!!Que alegria!! !!Papa ya viene con mi nueva mama y mis hermanitas!! --exclamo la chiquilla henchida de alborozo al oir la ansiada nueva. Tan contenta estaba que al ir a quitarse el delantal, que protegia su vestido de posibles manchas, olvido soltar la larga cuchara de madera con la que instantes antes removia el guiso. Sucedio entonces que, al girarse con un impetuoso movimiento, tiro la cazuela al suelo. Por fortuna, gracias a estar hecha de resistente cobre no se hizo anicos. En cambio, su contenido no corrio la misma suerte y se desparramo por completo. La cuchara escapo de su mano y fue a aterrizar sobre la cabeza de una de las pinches. Sobresaltada, la jovencita lanzo una exclamacion de dolor mientras se llevaba las manos a la zona magullada. Tan entusiasmada se encontraba Isabella con la llegada de su nueva familia, que ni cuenta se dio del desastre organizado. Salio disparada de la cocina tirando el delantal al aire tras ella que volo y volo hasta posarse en el suelo, justo delante del sirviente portador de la noticia justo en el preciso instante en que se disponia a ayudar a varias sirvientas. Apresuradas querian limpiar el estropicio; ?que diria la nueva senora si se topaba con semejante desaguisado al llegar a su nuevo hogar? Y, sin darse cuenta, el hombre piso el delantal. Entonces, el tejido resbalo sobre las losetas de piedra haciendole patinar. Sorprendido, trastabillo y trato de recuperar el equilibrio mientras se esforzo por frenar su patinazo. Pero no lo logro e instantes despues cayo de culo justo sobre los restos del aun humeante guiso. Cuando Isabella cruzaba el umbral de la mansion se oyeron los alaridos del pobre mozo; acababa de abrasarse el trasero ademas de hacerse polvo la espalda. Sin embargo, la muchacha ni se dio cuenta. Tal era su emocion que ni veia, ni oia. Tan solo pensaba en su nueva madre y hermanas. --Que el cielo proteja a nuestra nueva senora --rezo suplicante la cocinera elevando los ojos al techo tras observar el panorama que presentaba su cocina--. Le va a hacer mucha falta con esta nina --anadio y dejo escapar un suspiro de alivio. Aunque en semejante situacion pareciera extrano tal sentimiento, lo cierto era que la fornida mujer preferia mil veces ver su cocina vuelta del reves y libre de la presencia de Isabella, que ordenada pero con ella entrometiendose en todo. Haciendo honor a su respetable oficio no soportaba las intromisiones en sus dominios y sus dominios eran las cocinas de aquella mansion, aun si la intrusa era una dulce y amable jovencita siempre deseosa de ayudar al projimo; incluso cuando el projimo no se lo pedia ni la necesitaba para nada. Y en opinion de la curtida cocinera, Isabella era una segura invitacion al desastre. Con ella cerca nunca podia estar tranquila. Siempre con el corazon encogido preguntandose que nueva calamidad caeria sobre su querida cocina. Entretanto, con aun mas entusiasmo, Isabella proseguia su carrera por el jardin directa hacia el carruaje. Justo acababa de parar a la entrada de la propiedad. --!Papa, querido papa! --exclamaba a voces mientras el caballero, su nueva esposa y las dos muchachas descendian del transporte. En su carrera agitaba los brazos saludando a su familia como si sus gritos no fueran suficiente llamada de atencion y en uno de esos movimientos, golpeo un rastrillo medio apoyado a la carretilla del jardinero. Este, como todos los dias, se hallaba ocupado con sus rosales, primulas, gladiolos y demas plantas que componian el delicado jardin. Pero, claro esta, para tener un hermoso jardin es necesario trabajar duro y dedicarle muchas horas. Por ello, al viejo empleado de la familia que no era muy dado al trato humano y poco le importaba si el amo estaba en casa o fuera o si llegaban visitas o nuevos miembros a la familia siempre y cuando no pisaran sus parterres, estaba concentrado en sus cosas sin prestar atencion a nada que no tuviera raices hundidas en la tierra. En tanto, sus utensilios se hallaban dispersos por la zona a la espera de ser usados. Del mismo modo, sin prestar atencion a la briosa y ruidosa carrera de la chiquilla, se encontraba Lucifer; el minino de la casa. Pese a tan sobrecogedor nombre era un gato de lo mas tranquilo. Y aun asi, el nombre resultaba de lo mas acertado. Por lo general, el felino gustaba de pasar el dia dormido, tirado en cualquier lado. La mayoria de las veces en los lugares mas insospechados o inoportunos. En cambio, si tenia un dia inusitadamente activo, medio dormitaba mientras observaba trabajar a alguno de los sirvientes de la mansion. Sin embargo, a la caida del sol, como les suele pasar a muchos de sus congeneres, se trasformaba en un animal activo y se dedicaba a pasear a sus anchas por la vivienda mientras todos descansaban. Asi, cuando alguno de los sirvientes o un miembro de la familia se levantaba de noche, porque habian olvidado cerrar una ventana o querian tomarse un vaso de leche con el fin de espantar el insomnio, y avanzaban en la penumbra de los silenciosos pasillos portando por unica iluminacion una vela con su correspondiente debil llamita y de pronto, entre las fantasmagoricas sombras proyectadas por la llama unidas a las producidas por su propia imaginacion, se topaban con unos ojos brillantes como brasas salidas de los infiernos, daban un brinco con el corazon palpitando a mil por hora y proferian siempre identica exclamacion: --!!Por Lucifer!! Con lo cual no podia haber mejor nombre para el. Ese dia Lucifer estaba tumbado sobre la blanda hierba, sintiendo como los rayos del dorado astro acariciaban su pelaje de ebano. Con los ojos convertidos en apenas unas ranuras ambarinas observaba cautivado como el jardinero se afanaba en sus labores, al tiempo que luchaba contra la agradable modorra que le invitaba al reino de los suenos. En tanto el minino lidiaba su particular batalla entre dormir o mantenerse despierto, el rastrillo golpeado por Isabella salio volando. Giro sobre si mismo y el palo choco con el otro lado de la carretilla lo cual impulso el rastrillo haciendolo volar mas alto. Sin que nadie observara la escena, hizo un nada desdenable vuelo por el cielo. Sobre todo para ser un rastrillo carente de alas. Pero el aterrizaje no parecia ser el punto fuerte del utensilio de jardineria y aterrizo con estrepito, por la parte puntiaguda, muy cerca de Lucifer. Tan cerca que casi le ensarta la cola. Se desperto de lo mas sobresaltado y con un verdadero susto de muerte, salio volando. Los gatos a pesar de igualmente carecer de alas, pueden volar muchisimo mas alto que los rastrillos de jardinero; sobre todo cuando se asustan. Aunque en aterrizajes son tan inexpertos como los utiles de jardineria. Eso si, tienen unas afiladas garras con las que aferrarse a lo primero que pillen. Y lo primero con lo que se topo Lucifer en su descenso, convirtiendose en su improvisada pista de aterrizaje, no fue otra cosa que la cara de Druzilla; una de las nuevas hermanastras de Isabella. Al notar como aquella cosa peluda y negra, salida de la nada, la aranaba y mordia aferrandose a ella como una lapa, la pobre muchacha pego un tremendo alarido mientras forcejeaba, desesperada por liberarse. Anastasia, la otra hermanastra de Isabella, fue en su auxilio. Lucho por apartar a Lucifer. Pero cuanto mas notaba que tiraban de el mas se asustaba y con mas fuerza clavaba unas y dientes. Ademas, los gritos de ambas jovencitas, la una por el sufrimiento y la otra rogando socorro, no ayudaban mucho precisamente a que el minino se sosegara. La madre de las chicas, muda de estupor, observaba tan rocambolesca escena. Entretanto, su esposo notaba como un sudor frio comenzaba a correrle por la frente. A todo esto, Isabella, sin enterarse de nada a pesar de estar por completo en su campo de vision, proseguia su particular maraton. Cuando apenas le quedaban unos metros para llegar hasta su nueva madre tropezo con su propio vestido, perdio el equilibrio y cayo hacia delante. Luego, rodo como una pelota la distancia restante hasta su familia para finalmente acabar espatarrada, sentada de culo y con las piernas abiertas justo frente su madrasta. --!!Mamita!! --exclamo jubilosa. Se abrazo a la cintura de la mujer, en su actual posicion era lo mas alto que llegaba, mientras ignoraba las vueltas que daba su cabeza. La noble dama se quedo de piedra y miro a la joven con el asombro grabado en el rostro. Luego dirigio la mirada a su nuevo esposo. --Querida, te presento a mi hijita --musito el caballero tras un nervioso carraspeo con una sonrisa forzada. Sudaba a mares. Su esposa no dijo palabra pero su cara lo decia todo. Senor, ?Donde me he metido? El padre de Isabella albergaba la esperanza de que la incorporacion de las tres feminas a sus vidas, lograra apaciguar el impulsivo caracter de la chiquilla. La noble senora, con el apoyo de sus hijas, puso todo su empeno en lograr sosegar a su hijastra. Intento aficionarla a la costura y el bordado, actividades propias de damas educadas, que ayudaba a templar el caracter dotando de mayor paciencia a las doncellas. Sin embargo, todo fue en balde y pronto comprendieron que no tenia remedio. Finalmente la familia asumio que la jovencita, a pesar de carecer de malicia alguna, era una verdadera fuerza de la naturaleza. Un desastre natural de proporciones devastadoras semejante a los tornados, terremotos, monzones o a la caida de meteoritos. Eventos de inevitable destruccion, los cuales era mejor que no te pillaran de por medio. Por ello, los habitantes de la mansion, resignados, hicieron lo unico posible; apartarse cuanto pudieron del camino de Isabella e intentar no salir heridos cuando estaba cerca. De este modo, fueron pasando los anos.