• Un Vecino Encantador de Lupita Palma

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    Las personas siempre han pensado que yo no era una ‘persona sociable’, no estoy muy segura del porque de eso. Bueno, la verdad es que yo creo que era una persona agradable con el resto de las personas. Habia muchas cosas que me gustaba de tratar con la gente. Me gustaba ver como le pasaban cosas un poco desafortunadas a quienes se lo merecian. Me gustaba incomodar a la gente con mis frases directas. Solo porque sentarme a conversar en un campo de hierba con mi mejor amigo y una canasta de picnic en la mano no era mi idea del paraiso, no me convertia en un harisco. Pero el hecho de que probablemente elegiria salvar la vida de un gato antes que la vida de una persona… Bueno, eso podria llevarme un poco mas lejos hacia el extremo psicopata del espectro, pero nadie es perfecto. Todos tenian que encontrar sus alegrias en la vida. Placeres culpables. Mis alegrias solo se referian a la desgracia de los demas. Aunque tal vez haya una forma menos perturbadora de decir que… No me gusta la mayoria de la gente, y me gusta verlos sufrir. Basicamente, asumi que todo el mundo tenia un mal karma en camino, y si yo tenia la suerte de verlo, era una bonificacion. El tipo que acaba de derramar cafe en su corbata mientras se dirigia al trabajo probablemente paso al lado de su inocente Golden Retriever, que solo queria un masaje en la barriga hace unas horas. Karma. La mujer que tenia un trozo de papel higienico en el talon despues de la hora del almuerzo probablemente le hizo pasar un mal rato a una trabajadora de servicio al cliente por su cupon que no funciono. Peor aun, la razon por la que el cupon no funciono fue probablemente porque no se molesto en leer la fecha de vencimiento en la parte de atras. Boom. El Karma ataca de nuevo. Pero hay algo que disfruto aun mas que los actos casuales del gran espectaculo de equilibrio del universo. No me emociono facilmente, y no tengo el habito de sonreir, pero disfruto especialmente esperando que el karma golpee a alguien cuando me ha cabreado. Y asi es como empezo todo. Vivia al otro lado del pasillo del Sr. Perfecto. No sabia su nombre, a pesar de que habia vivido frente a mi durante unas semanas, y tampoco pensaba saberlo. Probablemente era algun nombre tonto como “Marc”, “Ben”. Tipos como el siempre tenian nombres como ese, como si acabaran de salir de un yate usando un sueter envuelto alrededor de sus hombros, si, asi como lo imaginas. El Sr. Perfecto no se vestia asi, pero se veia muy bien. Algo sobre el pelo o la forma en que tenia ese tipo de rostros odiosos que probablemente se verian bien hasta calvos. O que al mirarlo no podia evitar pensar en la larga e ininterrumpida linea de personas absolutamente hermosas que tuvieron que dormir juntas a lo largo de los siglos para producir un hombre con una genetica tan perfecta. O tal vez era la forma estupida en que se mantenia en tan buena forma – quiero decir, vamos, ?quien necesita que su cuerpo luzca como si se estuviera tratando de salir de la ropa para mostrar cada uno de sus musculos perfectamente moldeados? Habia decidido, en un momento muy extrano, darle una oportunidad el primer dia que se mudo. Es importante notar que mi decision no tuvo casi nada que ver con lo bien que se veia o con cualquier fantasia extrana que pudiera haber tenido sobre el. No fue nada de eso. Solo pense que seria un buen vecino. En lugar de mi mirada habitual, simplemente mire hacia su lado y espere a que se presentara. Incluso le hice uno de esos sutiles asentimientos de cabeza que veo que los chicos se hacen el uno al otro. Habia visto tanto la inclinacion de la barbilla hacia arriba como la variacion de la inclinacion de la barbilla hacia abajo, asi que elegi una. No esperaba mucho a cambio. Tal vez una respuesta igual de regreso. Tal vez una sonrisa. Tal vez que me arrastrara a su habitacion porque nunca habia visto una belleza tan salvaje como yo. Pero me ignoro por completo. Ni siquiera contacto visual. Nada. Asi que, el karma estaba en marcha. ?Queria ser perfecto? Tal vez queria llevar un cartel alrededor de su cuello que dijera ‘mi vida es mejor que la tuya’. Bien. Podia hacerlo. Pero si me esfuerzo por mirarte fijamente cuando te veo, mas vale a que al menos me des una inclinacion de cabeza. Ese fue el error numero uno. Su siguiente error fue seguir pareciendo como si tuviera un alijo de la suerte del universo de Harry Potter escondido en su apartamento, como si cada dia de su vida fuera una serie interminable de coincidencias perfectamente afortunadas. Se le veia en los ojos. Pero los detalles no son lo que importa. Lo que importaba era que me irritaba. Asi que habia estado esperando agresivamente a que el universo se diera cuenta de que le debia unos treinta anos de mala suerte, todo en un solo momento. No queria que le pasara nada grave, pero me habria alegrado el dia si lo hubiera visto caer de bruces una vez. Incluso me conformaria con una lesion osea. Tal vez su inodoro podria inundar su apartamento de mierda. Lo que sea, de verdad. Me habia sentido como una sombra bajo el glorioso rayo de luz que era su vida desde el dia en que se mudo, y ya habia tenido suficiente. Era martes, lo que significaba que probablemente me encontraria con el antes de llegar a mi apartamento. Puede que haya tenido una vaga idea de la hora en que regresaba al complejo de apartamentos despues del trabajo, pero no es como si yo fuera una acosadora. El hombre seguia su vida como un reloj. Sali de mi apartamento alrededor de las cinco, no porque quisiera encontrarme con el, sino porque era cuando tenia que salir para llegar a tiempo a mi destino. Tarde unos dos minutos en llegar desde las escaleras hasta el buzon, asi que el estaba entrando justo cuando yo estaba saliendo de la escalera. No se vestia ostentosamente. Gafas de sol baratas, camiseta azul descolorida y vaqueros. Por supuesto, hacia que todo pareciera de un millon de dolares, lo que me hizo querer hacerle tropezar. Si el karma no iba a hacer el trabajo, me encantaria ayudar a que las cosas tomen su rumbo. Los buzones para los residentes se ubicaban en la pared y estaban disenados para gigantes. Yo media 1,65 metros, pero tenia que pararme de puntillas para girar la llave de mi buzon y meter la mano dentro. El buzon del Sr. Perfecto estaba justo al lado del mio. El no tenia problemas para alcanzar el suyo mientras yo trataba de mantener algo de dignidad en mis puntas de los pies y con mi cara aplastada contra la pared. Saque un paquete sorprendentemente grande de mi buzon. Ambos salimos de nuestras casillas con paquetes en las manos: el mio era una caja beige discreto, y la suya era una caja rosa muy femenina con una cinta blanca y sedosa para mantenerla cerrada. “Bonito paquete”, dije. Me sorprendio un poco oir mi propia voz. Pense que mi cerebro y mi cuerpo habian acordado una tactica pasivo-agresiva estricta, pero tampoco estaba dispuesta a disculparme por lanzar un pequeno sarcasmo en su camino. Se volvio para mirarme con una ceja levantada. Dios. El tipo era guapo. Fue casi repugnante, como si no estuviera satisfecho con el buen aspecto de estrella de cine que tenia. No, tuvo que seguir subiendo en la lista hasta ser perfecto. Ni siquiera se le podia llamar excesivamente perfecto al punto de ser aburrido, porque parte de su perfeccion era precisamente la imperfeccion en los puntos correctos, como sus cejas que eran demasiado oscuras o demasiado gruesas, pero que de alguna manera armonizaban en su cara. Luego estaba su nariz. Nunca habia pasado mucho tiempo estudiando la nariz de un hombre, pero era una nariz bonita. Dignificada. Noble, incluso. Era una nariz que me hizo preguntarme si de alguna manera me habia convertido de repente en una ‘especialista en narices’. ?Eso existe? “El tuyo es mas grande”, dijo, asintiendo hacia el paquete que tenia en mis manos. Habia una nota juguetona en su voz que me hacia luchar para suprimir una sonrisa. Normalmente no tenia que luchar para no sonreir. Todo eso de no ser muy simpatica era algo natural. Tampoco me ponia nerviosa con los chicos, asi que la sensacion extrana e incomoda en mi estomago debe haber sido lo que intensamente odiaba a este ser. “Si, bueno, el consolador que pedi era extra grande.” Le di a la caja un poco de inclinacion y lo mire con ira. Se rio. Era un sonido profundo y rico. “?Debo enviar a los paramedicos al otro lado del pasillo si no sales de tu apartamento para manana?” “No”, dije. “Envia un plomero”. Volvio a reir, y me vi a mi misma casi sonriendo mientras lo miraba a el y a sus dientes blancos y bien arreglados. “No te distraere. Grandes planes. Lo entiendo”. “Si, planes extra grandes”, murmure antes de girarme y subir las escaleras. Que imbecil. Podia fingir todo lo que quisiera ser encantador y agradable, pero nunca se habia presentado ante mi. ?Solo enciende el encanto cuando hablo de consoladores enormes? Probablemente es un pervertido…. En realidad, habia ordenado un consolador, pero era uno de tamano normal, y el no necesitaba saber nada de eso. Tampoco suscribi la idea de que poseer un respetable arsenal de juguetes sexuales tuviera implicaciones sobre tu vida sexual o la falta de ella. Podrias hacer el trabajo a mano, tener buenas herramientas, o llamar a alguien para que lo haga por ti. ?Yo? Prefiero estar preparada con un buen equipo. Una vez que volvi a mi apartamento, pase unos minutos mas maltratando el paquete porque era demasiado perezosa y terca para caminar cinco pasos hasta la cocina por las tijeras. Esperaba encontrar mi cita de pulgadas de largo y dos de ancho para esta noche. En vez de eso, solo habia un sobre. Lo tome y lo voltee. Un par de tarjetas de plastico se cayeron, pero el paquete de papeles de adentro se atasco. Si esta era una nueva tactica de correo no deseado, estaba funcionando, porque mi curiosidad estaba en su apogeo. Roosevelt, mi gato, tambien estaba interesado. Era una raza de munchkin, que era basicamente el corgi del mundo de los gatos: piernas muy cortas en un cuerpo de tamano normal. Se podria argumentar que era un poco confuso criar un gato con patas cortas y rechonchas. Si alguna vez salieran a la naturaleza, probablemente perderian las peleas callejeras con otros gatos porque no tendrian el mismo alcance, o lo que sea. Pero tambien se podria argumentar que era completamente increible. Tome una de las cartas que se habian caido y entrecerre los ojos ante la foto. Era la licencia de conducir de mi vecino. ?Ted Smith? Supongo que me equivoque en el juego de nombres, pero Ted era casi peor. Imbecil. Tire la tarjeta de vuelta a la caja y pense largo y tendido. Abrir el correo de alguien por error era bastante perdonable, pense. Asi que, hasta este punto, no me sentia demasiado culpable. Por otro lado, si me meto en los papeles del sobre, puede que tenga que empezar a sentirme mal. Gruni enojada y cerre las solapas de la caja. Cualesquiera que fueran los secretos que Ted Smith tenia, no me importaba lo suficiente como para someterme a la pequena dosis de culpa que sentiria al escarbar en su correo a proposito. Alguien golpeo fuerte en mi puerta. Le rasgune la barbilla a Roosevelt y luego fui a ver quien era. Arregle cuidadosamente mi cara antes de abrir. Reflejaba algo como ‘has interrumpido algo extremadamente importante’, pero tan pronto como vi a mi vecino en la puerta, mi expresion se quedo en blanco. Estaba sosteniendo un consolador, mi consolador purpura que tenia unas venas muy bonitas y prominentes trabajadas en el molde. Normalmente, me habria tomado un momento para apreciar y disfrutar de la artesania. Molde solido. Buen acabado en la silicona, y una gran base con capacidad de succion. Todo lo que una chica puede sonar. Profundo. Probablemente me debi sentir avergonzada, pero hace mucho tiempo aprendi que era mejor ser duena de tu verguenza que esconderse de ella. “Oh bien. Encontraste mi cita”, le dije, cogiendo el consolador de su mano. Enfatice mi punto al golpear la ventosa en la parte posterior de las bolas contra el marco de la puerta donde se atasco y luego comenzo a tambalearse amenazadoramente entre nuestros ojos. Me miro con una leve distraccion. “Tu cita encontro el camino a mi buzon. Me preguntaba si tambien recibiste mi paquete”. “Creo que sabria si tuviera tu paquete”. El no parecia pensar que mi juego de palabras era divertido. Tenia los brazos cruzados de tal manera que sus biceps y pecho se veian lamibles, aunque pense que preferiria morderlos. Tipos como el tenian suficiente placer en sus vidas, despues de todo. “?Estas segura?”, pregunto. Habia tension en su voz. Por alguna razon, su tono me hizo querer mentir sobre mi descubrimiento. Tal vez el universo finalmente habia encontrado una manera de lanzarle al Sr. Perfecto una muy merecida bola curva. A menos que tener a sus padres llamandolo “Ted Smith” fuera su unico intento de equilibrio. Tal vez vio dentro de mi oscuro y retorcido corazoncito y supo que yo era la complice perfecta. Cruce mis brazos hacia el y le hice un encogimiento de hombros digno de un premio de la Academia. “Si. Bastante segura. Acabo de comprar comida para gatos. Tal vez no tenian suficiente espacio para poner los dos paquetes en mi buzon, asi que metieron mi consolador en tu agujero”. Sus fosas nasales se abrieron un poco. Eran bonitas fosas nasales si eso era posible, y ver un poco de ira en su cara solo parecia hacerle parecer mas intocable, como un dios. Tenia el pelo oscuro y ojos gris claro. Su piel estaba un poco palida, pero eso me gusto. Significaba que al menos no se pavoneaba afuera, flexionando sus musculos, o peor aun, engrasandose y deslizandose dentro de una de esas camaras de radiacion que ellos llaman camas de bronceado. Despues de una larga y tensa pausa, suspiro. “Si aparece, ya sabes donde encontrarme”. “Claro”. Golpee el consolador, lo vi tambalearse, y luego lo arranque del marco de la puerta con un agarre a dos manos. Hizo un vulgar ruido de schlup mientras lo liberaba. “Gracias por traer a mi cita de vuelta, por cierto”. Volvio a suspirar y cerro la puerta. Mi puerta. ?Que clase de persona cierra la puerta de otra persona para terminar una conversacion? Mire al consolador con el ceno fruncido, como si tuviera las respuestas para mi. Lo lance aun mas enojada hacia el sofa, lo que desafortunadamente puso a Roosevelt en su camino directo. Solto un pequeno grito de guerra asustado mientras se apartaba del camino. Tome el grueso sobre que habia dentro de la caja una vez mas, dude, y luego volvi a meter los papeles sin mirar. Lo siento, universo. No quiero ser arrastrada a esto. CAPITULO 2 CARL Comprobe dos veces el correo electronico de mi telefono. El paquete habia sido entregado esta tarde. O la chica del otro lado del pasillo estaba mintiendo, o se habia metido en el buzon de otra persona. No habia manera de comprobarlo a menos que quisiera perder la tarde sentado en el vestibulo mientras miraba a cada persona revisar su correo. Incluso eso no tenia sentido porque no sabia de que tamano o tipo de caja era, o si habia sido retirada mas temprano en el dia. Nada de eso importaba. Sabia en mis entranas que la vecina lo tenia. No podia imaginarme cual era su problema. Desde que me mude, ella no ha hecho nada mas que quedarse mirandome fijamente. Era como si ella lo supiera, como si de alguna manera viera a traves de mi y las mentiras endebles en las que me habia envuelto en las ultimas semanas. No era inconcebible, despues de todo. La mezquindad de mi hermanastra tenia muy pocos limites, y no descartaria que sobornara a gente al azar en toda la ciudad para que estuviera atenta a alguien que coincidiera con mi descripcion. La vecina podria estar mandando un mensaje a Tanya sobre el paquete ahora mismo. Me hundi en el borde de mi cama y rastrille mis manos a traves de mi cabello. Todavia estaba esperando que alguien me dijera que los ultimos meses habian sido un mal chiste. Mi hermanastra siempre habia estado loca, pero sus recientes payasadas opacaban todo lo que habiamos vivido en el pasado. No queria pensar en ello. Nada de esto. Si sigo escondiendome y pasando inadvertido, se calmara. Defenderse o hacer un gran escandalo solo prolongaria la frustracion. Si no le daba municiones nuevas, se aburriria como siempre, y podria volver a mi vida normal. No mas de estas ridiculas distracciones o juegos a los que me habia forzado a jugar. Me sentiria libre para concentrarme en mi compania de nuevo, aunque incluso esa idea se sintiera vacia en este momento. La compania habia sido mi unica preocupacion durante anos, y tener que retirarme de ella, aunque fuera temporalmente, me estaba haciendo cuestionar por que estaba dejando de lado toda mi vida por mi trabajo. Hice todo el dinero que podia necesitar. Habia logrado los objetivos que me habia propuesto. Era muy bueno en lo que hacia, y no habia ningun imperativo para mi de seguir esforzandome por ser mejor, pero me sentia obligado a volver a la oficina, al trabajo y a la competencia. Ninguna relacion habia sido capaz de ganar contra esa compulsion, pero cada dia que pasaba escondiendome me hacia cuestionar aun mas mi dedicacion. Tal vez era hora de relajarse, de soltar el peso y liberarse un poco. Alguien llamo a mi puerta. Me apresure en ira ver de quien se trataba y cuando abri la puerta, encontre a la chica del otro lado del pasillo que estaba alli de pie, viendome con la mirada perdida por sus ojos cubiertos de lapiz de ojos. “Aqui esta tu estupido paquete. Resulta que tu nombre estaba en el. Whoops.” Como era de esperar, no parecia ni remotamente arrepentida. Su voz tenia una cualidad de inexpresiva que no coincidia con la mirada que tenia en los ojos, como un desafio constante, un reto de algun tipo, pero cualquiera que fuera el desafio, no podia ni siquiera empezar a adivinarlo. Mi corazon se hundio cuando vi que el paquete estaba abierto. No me atrevi a preguntarle si habia leido el contenido del sobre, asi que intente mirarla fijamente. La mayoria de la gente no se sentia comoda con el silencio, especialmente cuando se combinaba con el contacto visual. Era la manera mas rapida de juzgar la fuerza del caracter de alguien, en mi opinion. Asi que cuando pasaron diez segundos y luego veinte, sin que ella siquiera se apartara de mi mirada, decidi que su apariencia dura no podia haber sido una actuacion despues de todo. “Gracias”. Dijo de una manera tan seca y desinteresada despues de medio minuto. “Eso es lo que dices cuando alguien hace algo bueno por ti”. Le dio a la caja un fuerte empujon hacia mi y se dirigio hacia su puerta. “Espera. ?No miraste dentro?”, le pregunte. “Lo creas o no, no me importa saber que clase de cosas raras te envian por correo”, dijo. Saque el sobre y vi que el sello estaba roto en la solapa. “?Entonces por que abriste esto?” Esos ojos marrones profundos de ella se alejaron de los mios y luego volvieron de nuevo. Era la primera senal de debilidad que habia mostrado, y me ayudo a saber que era humana bajo el muro de desinteres que estaba mostrando. “?Por que abriste mi caja de consoladores?”, respondio ella. “Pense que era mia”, dije con los dientes apretados, aunque sabia que me estaba preparando para lo que estaba por venir. “Boom”, dijo, enfatizando la palabra con un movimiento perezoso de sus cejas. “Tambien pense que tu estupida caja era mia. ?Alguna otra pregunta cientifica?” Entrecerre los ojos. “No te creo. Y no me importa”, dije. Cruce los brazos y espere. “?Que?”, pregunto ell