• Los muertos no tienen amigos de Luis Gutierrez Maluenda

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    <>. Jordi Canal, Biblioteca La Bobila, L'Hospitalet <>. Alex Martin Escriba, organizador del Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca <>. Horacio Vazquez-Rial, escritor, periodista e historiador PROLOGO Muchas veces, solo el humor nos permite sobrevivir al espanto. MARGUERITE YOURCENAR Era una noche ideal para morir. El soplo polar cabalgaba sobre la humedad que subia desde el puerto y se colaba por el mas minimo resquicio entre la piel y el hueso del pobre desgraciado al que pillase sin la proteccion adecuada. El cielo, encapotado de nubes hinchadas de lluvia, impedia ver las cuatro escualidas estrellas que cada noche se asomaban entre los jirones de contaminacion urbana. En las alturas, un baterista de jazz enloquecido repartia sin ton ni son redobles que se alejaban rebotando de nube en nube, mientras el fulgor de un relampago guiaba, con su luz, la caida de las gruesas gotas de lluvia que se estrellaban contra el asfalto. Era la noche ideal para abandonar este mundo de perros, pero el tipo del anorak amarillento no habia tenido en cuenta estos factores a la hora de darse de baja del padron municipal. Basicamente porque dos balazos en el estomago y la consiguiente hemorragia se lo habian impedido. La sangre fue manando de la herida, sin que el anorak impermeabilizado y cenido en la cintura permitiese su salida. Cuando la policia municipal entro en el callejon, con la idea de recoger a un borracho de los muchos que salpicaban los callejones del Raval, observo con sorpresa la falta de aliento en el cuerpo tendido en el suelo y, temiendo hallarse ante una victima de infarto, desabrocharon el anorak a fin de practicarle una respiracion asistida de urgencia. La sangre fluyo asi libremente, se abrio camino entre los sucios surcos del empedrado del callejon, se mezclo con los orines de gatos, los vomitos de vino barato y el resto de desechos habituales en aquel vecindario. Fue un espectaculo realmente desagradable, aunque, en honor a la verdad, al tipo del anorak no le importo gran cosa. UNO La gatita de curvas sinuosas que compartia mi cama aquella noche se habia empenado en trabar conocimiento de cualquier rincon de mi cuerpo al que pudiese acceder con su lengua. Mientras su pubis acariciaba mi estomago y sus pechos de pezones duros rozaban mi cuello, se abalanzo hacia mi oreja izquierda y, tras mordisquearmela durante unos segundos, me susurro: <>. La mire sorprendido, ella me dedico un mohin cargado de sensualidad, apreto sus dedos de unas lacadas contra mis labios impidiendome hablar y repitio: <>. En esta ocasion parecio sorprenderse ella tambien y lo intento de nuevo: <>. Me desperte furioso, saque la mano y tantee tratando de alcanzar el auricular del telefono, que jugaba a esquivar mi mano. Senti un ramalazo de frio que me subia desde los nudillos hasta la base del cuello. Finalmente, cogi el jodido aparato y salude cortesmente: --Si, cono, si. ?Que pasa, se puede saber que pasa? La educada voz de mi amigo el comisario Jareno intento tranquilizarme: --Lo siento, Humphrey. Ya se que no son horas de molestar a la gente, pero te necesito, tendrias que venir al deposito de cadaveres ahora mismo. Mire hacia mi reloj despertador, desde el cual un Mickey Mouse sonriente senalaba con sus brazos abiertos hacia los numeros tres y doce. --!Joder, Jareno, ?tu sabes que hora es?! --Las tres de la madrugada, Humphrey. Tanto para ti como para mi son las tres de la madrugada. Anda, vistete y ven. --?Y se puede saber que cono se me ha perdido a mi en el deposito de cadaveres precisamente hoy y ahora? --Tengo un muerto aqui y... --!Hostia, Jareno, tienes un muerto! Pues nada, hombre, te lo regalo, es tuyo, puedes hacer con el lo que te plazca, porque lo que es tu amigo Humphrey ahora mismo se va a dormir de nuevo. Voy a continuar sonando con mi gatita. !He ligado, Jareno, aunque sea en suenos, por una vez he ligado! !Y tu vienes a joderme el ligue! Buenas noches, te vere en cualquier otro momento. --Me temo que el muerto es amigo tuyo, Humphrey. Necesito una identificacion y la necesito ahora, no manana; no en otro momento, ahora. Y deja de joderme porque ya me estas cabreando. La voz del comisario habia tomado un tono profesional que no prometia nada bueno para mi licencia, permanentemente en situacion cuestionable, asi que decidi ser amable. Al fin y al cabo, para algo estan las amistades. Lo de que el muerto era amigo mio no lo acababa de ver claro. Mis amigos son del tipo dificil de liquidar, aunque solo sea porque ven a la Muerte venir de lejos y corren mas que ella. Me vesti mientras la gatita de curvas sinuosas se perdia irremisiblemente entre las brumas oniricas de un sueno que sospechaba tardaria en recuperar. No porque no suene habitualmente, sino porque me cuesta ligar hasta dormido. En el deposito de cadaveres me esperaban el comisario Jareno, de la Brigada de Homicidios, y el Sargento Garcia. La nariz de Jareno era un bulbo enrojecido por el frio que el apretaba con frecuencia, evidenciando que estaba sufriendo los molestos picores de uno de sus frecuentes ataques de alergia. --?Te has dejado en casa aquel espray milagroso de las japonesas, eh, Jareno? --No, peor que eso. El Ministerio de Sanidad ha decidido retirarlo del mercado por no se que falta de informacion en uno de sus componentes. Pero vamos a lo nuestro. ?Conoces a Eduardo Lopez? Trabaja de camarero en El Universo de Noche. --Claro, somos vecinos, vivimos en la misma escalera. El Sargento Garcia decidio que aquel era el momento mas oportuno para mostrarnos su dominio de los tiempos verbales: --Era tu vecino, Humphrey, ahora esta muerto. --Como pueden ver, un maestro de la morfologia el tal Garcia. Eduardo el Dracula, como era conocido por el barrio debido a la extrema palidez de su piel. Su trabajo nocturno le obligaba a dormir durante una buena parte del dia, con lo que el sol se convertia para el en un bien exotico. Efectivamente, era mi vecino. Cuando el Sargento Garcia me informo de su muerte, lo primero que me plantee fue si la muerte seria capaz de anadir palidez a la cara de Eduardo. Una tonteria, ya que ademas pronto iba a tener la oportunidad de comprobarlo. --Ven, Humphrey, quiero que identifiques el cuerpo. La ultima vez que me habia cruzado en la escalera con Eduardo me habia lanzado uno de sus habituales requiebros de homosexual zalamero. Iba cambiando de tema, tenia un repertorio amplio y ocurrente: en ocasiones era mi cara de bruto que le ponia cachondo, en otras era mi, segun el, aspecto desvalido lo que le hacia desear acunarme entre sus peludos brazos; como respuesta, yo le amenazaba con darle de hostias o algo asi. En realidad era una broma vieja que aceptabamos los dos. Lo que si recuerdo con claridad de esta ultima vez fueron sus palabras, expresadas con un cerradisimo acento gaditano, que se perdian mientras bajaba la escalera: <>. Eduardo el Dracula estaba bien desnudo dentro del cajon frigorifico. Y no me gusto, aunque probablemente los dos enormes boquetes en su estomago contribuyeron poderosamente a ello. --Si, es el --me oi decir con una voz que parecia provenir de un lugar donde no haria el frio mortal de aquel deposito y donde el Dracula podria seguir jodiendome con sus requiebros con acento gaditano y yo amenazandole con violencias tan improbables como innecesarias.