• Sobre la felicidad de Lucio Anneo Seneca

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    Todos los hombres, hermano Galion, quieren vivir felices, pero al ir a descubrir lo que hace feliz la vida, van a tientas, y no es facil conseguir la felicidad en la vida, ya que se aleja uno tanto mas de ella cuanto mas afanosamente se la busque, si ha errado el camino, si este lleva en sentido contrario, la misma velocidad aumenta la distancia. Hay que determinar, pues, primero lo que apetecemos; luego se ha de considerar por donde podemos avanzar hacia ello mas rapidamente, y veremos por el camino, siempre que sea el bueno, cuanto se adelanta cada dia y cuanto nos acercamos a aquello que nos impulsa un deseo natural. Mientras erremos de aca para alla sin seguir a otro guia que los rumores y los clamores discordantes que nos llaman hacia distintos lugares, se consumira entre errores nuestra corta vida, aunque trabajemos dia y noche para mejorar nuestro espiritu. Hay que decidir, pues, a donde nos dirijamos y por donde, no sin ayuda de algun hombre experto que haya explorado el camino por donde avanzamos, ya que aqui la situacion no es la misma que en los demas viajes; en estos hay algun sendero, y los habitantes a quienes se pregunta no permiten extraviarse; pero aqui el camino mas frecuentado y mas famoso es el que mas engana. Nada importa, pues, mas que no seguir, como ovejas, el rebano de los que nos preceden, yendo asi, no a donde hay que ir, sino a donde se va. Y ciertamente nada nos envuelve en mayores males que acomodarnos al rumor, persuadidos de que lo mejor es lo admitido por el asentimiento de muchos, tener por buenos los ejemplos numerosos y no vivir racionalmente, sino por imitacion. De ahi esa aglomeracion tan grande de personas que se precipitan unas sobre otras. Lo que ocurre en una gran catastrofe colectiva, cuando la gente misma se aplasta, nadie cae sin arrastrar a otro y los primeros son la perdicion de los que siguen, puedes verlo suceder en toda vida; nadie yerra solo por su cuenta, sino que es causa y autor del error ajeno. Es danoso, pues, apegarse a los que van delante; y como todos prefieren creer que juzgar, nunca se juzga acerca de la vida, siempre se cree, y nos perturba y pierde el error que pasa de mano en mano. Perecemos por el ejemplo de los demas; nos salvaremos si nos separamos de la masa. Pero ahora la gente se enfrenta con la razon, en defensa de su mal. Y sucede lo mismo que en los comicios, en los cuales los mismos que han nombrado a los pretores, se admiran de que hayan sido nombrados, cuando ha mudado el inconstante favor; aprobamos y condenamos las mismas cosas; este es el resultado de todo juicio que se falla por el voto de la mayoria. Capitulo 2 Razon y opinion Cuando se trata de la vida feliz, no es propio que me respondas, segun la costumbre de la separacion de los votos: "Esta parte parece ser la mayor"; pues por eso mismo es la peor. No marchan tan bien los asuntos humanos, que las cosas mejores agraden a los mas; la prueba de lo peor es la muchedumbre. Busquemos que es lo mejor, no lo mas acostumbrado, y lo que nos ponga en posesion de una felicidad eterna, no lo que apruebe el vulgo, pesimo interprete de la verdad. Y llamo vulgo tanto a los que visten clamide como a los que llevan coronas; pues no miro el color de los vestidos con que se adornan los cuerpos; no me fio de los ojos para conocer al hombre; tengo una luz mejor y mas cierta para discernir lo verdadero y lo falso; el bien del espiritu, el espiritu lo ha de hallar. Si este tuviera alguna vez ocasion de respirar y de entrar en si mismo, !oh! Como se torturaria, confesaria la verdad y diria: "Todo lo que he hecho hasta ahora, preferiria que no hubiera sido hecho; cuando pienso en todo lo que he dicho, envidio a los mudos; cuanto he deseado, lo juzgo maldicion de mis enemigos; todo lo que he temido, !justos dioses!, cuanto mejor fue que lo que he deseado. Me he enemistado con muchos y del odio he vuelto a la amistad (si es que hay alguna amistad entre los malos): aun no soy amigo de mi mismo. He hecho los mayores esfuerzos por salir de la multitud y hacerme notar por alguna cualidad: ?que he hecho sino ofrecerme como un blanco y mostrar a la malevolencia donde podia morderme?. ?Ves a esos que elogian la elocuencia, que escoltan a la riqueza, que adulan al favor, que ensalzan el poder? Todos son enemigos o, lo que es igual, pueden serlo; tantos son los admiradores como los envidiosos. ?Porque no buscar mas bien algo bueno realmente, para sentirlo, no para mostrarlo?. Esas cosas que se contemplan, ante las que se detienen las gentes, que uno senala a otro con asombro, por fuera brillan, por dentro son deplorables". Capitulo 3 La felicidad verdadera Busquemos algo bueno, no en apariencia, sino solido y duradero, y mas hermoso por sus partes escondidas; descubramoslo. No esta lejos: se encontrara; solo hace falta saber hacia donde extender la mano; mas pasamos, como en tinieblas, al lado de las cosas, tropezando con las mismas que deseamos. Pero para no hacerte dar rodeos, pasare por alto las opiniones de los demas, pues es cosa larga enumerarlas y refutarlas; oye la nuestra. Cuando digo la nuestra, no me apego a ninguno de los maestros estoicos: tambien yo tengo derecho a opinar. Por tanto, seguire a alguno, pedire a otro que divida su tesis, tal vez despues de haberlos citado a todos no rechazare nada de lo que decidieron los anteriores, y dire: "Esto opino tambien". Por lo pronto, de acuerdo en esto con todos los estoicos, me atengo a la naturaleza de las cosas; la sabiduria consiste en no apartarse de ella y formarse segun su ley y su ejemplo. La vida feliz es, por tanto, la que esta conforme con su naturaleza, lo cual no puede suceder mas que si, primero, el alma esta sana y en constante posesion de su salud; en segundo lugar, si es energica y ardiente, magnanima y paciente, adaptable a las circunstancias, cuidadosa sin angustia de su cuerpo y de lo que le pertenece, atenta a las demas cosas que sirven para la vida, sin admirarse de ninguna; si usa de los dones de la fortuna, sin ser esclava de ellos. Comprendes, aunque no lo anadiera, que de ello nace una constante tranquilidad y libertad, una vez alejadas las cosas que nos irritan o nos aterran; pues en lugar de los placeres y de esos goces mezquinos y fragiles, danosos aun en el mismo desorden, nos viene una gran alegria inquebrantable y constante, y al mismo tiempo la paz y la armonia del alma, y la magnanimidad con la dulzura, pues toda ferocidad procede de debilidad.