• La isla de las mujeres de Laura Perez Caballero

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    Un brujo, un Emperador, cientos de mujeres confinadas en una isla desierta y una muchacha misteriosa que llevara a cabo una ingeniosa y deseada venganza.
    Fantasia mezclada con brujeria, con supersticiones, con ambicion y con venganza.

  • La tormenta infinita de Laura Perez Caballero

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    Veo, veo. ?Que ves? Una cosita. ?Y que cosita es? Veo la cama de Eva Simon Marquez. Veo la cama de una estudiante de enfermeria de veinte anos que comparte piso en Oviedo con dos companeras mas. La cama esta deshecha. Faltan las sabanas y el colchon esta cubierto de sangre. Falta algo mas. Falta un cuerpo. El cuerpo a quien pertenece la sangre. Cuerpo que no es dificil imaginar envuelto en las sabanas ausentes de esa cama. Las camas sin vestir dan sensacion de mudanza, de dia de colada o de casa abandonada. No puedo evitar pensar en alguna de esas situaciones cuando veo una cama sin sabanas. En este caso, ademas, la sangre indica una agresion, una pelea, puede que un crimen. Veo a los de la cientifica afanandose en su trabajo, zumbando como moscas a mi alrededor, con ese aspecto aseptico que los rodea y que los vuelve impenetrables, ajenos a todo lo que no les parezca que pueda ser una prueba. Ajetreados en obtener todo aquello que pueda ser util, antes de que la escena se contamine, como se contamina todo aquello que toca la mano humana. Mis ojos se desplazan por el cuarto tomando nota. Persiana levantada, cortinas cerradas. Algo de sangre salpica la pared a la que esta pegada la cama, pero en general se concentra toda en el colchon. En el suelo una huella borrosa de un zapato, dibujada con el rojo de la sangre de la victima. --Supongo que alguien habra fotografiado eso --digo. Aunque lo hago en un susurro, mas para mi misma que para el resto, uno de la cientifica se apresura a responder que si. Su tono es neutro. No hay reproche por la intrusion en su trabajo. Las dos companeras de piso de Eva permanecen en el salon del pequeno piso alquilado. Esta en El Cristo, muy cerca del Campus, es facil saber porque lo han elegido. Es una tercera planta, en un edificio viejo en el que recientemente han instalado un ascensor que baja hasta los estacionamientos del sotano. En seguida hablare con ellas, pero primero quiero ver con detalle la escena del crimen. ?El crimen? Por la cantidad de sangre que empapa el colchon yo diria que si, que la pobre chica no puede seguir viva despues de haber perdido tanta. ?La chica? Estoy haciendo conjeturas demasiado rapido. No hay cadaver, la sangre podria ser de otra persona y la inquilina de la habitacion ser su asesina. ?Asesina? Todavia no se nada. Dejo hacer su trabajo a los de la cientifica y observo. Observo una mesita junto a la cama. Sobre ella una lamparilla de noche antigua, con una de esas tulipas que se llevaban tanto en los anos ochenta, un paquete de panuelos de papel, la funda de unas gafas, una botella de agua mineral y un libro. El libro se titula Tiempo de silencio. Esta escrito por Luis Martin Santos. Yo no leo demasiado. En la portada hay un par de ratas blancas, de esas de laboratorio. Giro el libro y leo la sinopsis. Va de un estudiante de medicina. Muy adecuado para alguien que estudia enfermeria, aunque tiempo es lo que alguien ya no tiene. Y silencio, bueno, no es silencio exactamente lo que se escucha ahora mismo en este piso, pero son gajes del oficio, el alboroto es basico en el inicio de una investigacion. El alboroto y el caos que se forma cuando cuatro personas nos movemos con premura en una habitacion de apenas ocho metros cuadrados. Uno de los agentes sale de un pequeno bano con lo que parece una servilleta de cafeteria. --Estaba dentro de la taza del vater, tiene algo escrito pero no es legible --dice dirigiendose a mi. La guarda con cuidado en una de las bolsitas plasticas que usan. Imagino a alguien extrayendola del servilletero de un bar, rojo (no se por que, pero lo imagino de ese color con la publicidad de una marca de cerveza serigrafiado en el) y garabateando algo en ella. Que se anota en una servilleta. Un numero de telefono, una direccion, un poema, o se hace un dibujo de forma distraida mientras se toma algo en un bar. Estas en la barra, sentada en uno de esos taburetes altos, tomandote un vino o una cervecita, mientras picoteas del coctel de frutos secos que te han puesto en un platillo y de pronto te llaman por telefono. El interlocutor te dicta un numero o una direccion y ?que haces? Sacas una de esas servilletas que no absorben absolutamente ningun liquido y le pides un boligrafo al camarero para apuntar en ella lo que te estan dictando. Veo una comoda un poco mas alla, apoyada contra la pared pintada de color azul cielo. A primera vista se distingue un cepillo de cabello, del que seguramente alguno de la cientifica habra recogido algun pelo, un foulard muy bien doblado, una caja que parece un joyero, un frasco de perfume. Y pienso que ni volcando todo el contenido del perfume podriamos dejar de respirar ese olor metalico tan caracteristico de la sangre. Ese olor se mete por la nariz y tarda mucho en abandonarte, se instala en la pituitaria y se repite una y otra vez a lo largo del dia, con mucha mas intensidad al tragar saliva. Veo una foto. Es la foto de una nina sentada frente a una tarta de cumpleanos con una vela de numero. El numero es un seis. Una mujer la abraza desde la espalda y su cabello, largo, claro y brillante, cae sobre los hombros de la nina, mezclandose con el suyo. Supongo que son Eva y su madre. Estan al aire libre, parece que es el patio de una casa. Hacia un dia esplendido, se puede apreciar por la luz en la fotografia, el sol estaba alto, asi que debia ser primera hora de la tarde cuando se la sacaron. Pienso en su madre, en que tendre que llamarla para darle la noticia de la desaparicion de su hija. No sera la primera vez, tampoco la ultima, pero todas son igual de incomodas, dolorosas. --Nosotros hemos terminado aqui --dice el jefe de la cientifica. El resto de sus hombres ya han salido de la habitacion. Es un hombre enorme, debe medir cerca de dos metros y tiene algo de sobrepeso, pero su voz es suave y amable -- ?Como esta tu madre, Lujan? --Sigue igual. Eres el unico del que recuerda su nombre --miento. Les digo lo mismo a todas las personas que tienen la delicadeza de preocuparse por ella, aunque sea con una simple pregunta. Puede que ni siquiera les importe, pero se agradece el que la recuerden ya que ella no puede hacer lo mismo. Sonrie y me aprieta el hombro con una de sus manazas antes de dejarme sola en el cuarto. Sola con los fantasmas. La habitacion se vacia y el silencio se vuelve, ?como se dice?, si el silencio se vuelve atronador. Vuelvo la vista de nuevo hacia la foto y despues observo la imagen que me devuelve el espejo que tengo enfrente. Veo una mujer de cincuenta y seis anos. Una piel lechosa, con pecas que, de nina, fueron el deleite de los abusones del colegio. Veo un cabello que llega a la altura de los hombros, cobrizo, con canas brillando en las sienes, intrusas peleando por destacar entre el tinte. Un rostro que se ha ido rellenando con carne y arrugas. Veo ojeras y bolsas bajo los ojos. Si, esa soy yo. Veo a Lujan Garcia Prieto, inspectora en el cuerpo de policia de Oviedo. Veo, en resumen, que otro caso mas me esta esperando. 2. ALEJANDRA Menuda noche, vaya manera de echar agua, hacia anos que no caia una tormenta asi. Lo se porque siempre me ha gustado ver los rayos mientras me siento a salvo, como ahora tras la ventana. Cuando era una nina, mi abuelo siempre nos contaba a los nietos como le habia caido un rayo a un vecino del pueblo mientras araban la tierra. Los ojos se le enrojecian y la voz salia temblorosa de su boca, acompanada de aliento con olor a vino y queso. Decia que el rayo le habia destrozado la ropa, que el vecino habia quedado tendido en el suelo, con el cuerpo abrasado y la ropa desperdigada a su alrededor. Los nietos le escuchabamos en silencio, sobrepasados por la historia y sobre todo por las lagrimas de mi abuelo. En nuestras cabezas se dibujaba la imagen de un hombre desnudo y chamuscado. Durante la infancia tuve miedo a las tormentas. Era un miedo que al mismo tiempo me atraia. Como el vertigo que se siente al montar en una montana rusa, o el cosquilleo mientras ves una pelicula de terror. Hace anos que lo supere para disfrutar del espectaculo natural que suponen los hilos de luz que caen sin piedad sobre la tierra, como si la castigara por haber cometido algun pecado. Eva me llamaba pesada porque yo contaba aquella historia, la de mi abuelo, siempre que habia tormenta. --Pero que pesada que eres, de verdad. Superalo ya --me decia usando aquellas expresiones de adolescentes que escuchaba en la escuela o leia por las redes. Sin embargo, el haz de luz que atraveso los cristales de mi habitacion no era el de un relampago. Era sin duda la luz que proyectan los focos de un coche. Instintivamente dirigi la mirada hacia el reloj despertador que tenia sobre la mesita para, entrecerrando los ojos, comprobar que era mas de la una de la madrugada. Luca, la perra pastor que le habiamos regalado a Eva cuando cumplio ocho anos, ladro en el salon, donde tenia su cama para dormir. El viento habia cambiado de direccion y las gotas de lluvia ya no golpeaban contra los cristales de la ventana. Contuve la tentacion de abrir las hojas para inspirar el olor a tierra mojada y observe sorprendida que se encendia el farolillo de entrada de la casa del jardin. La casa que mi marido habia construido para Eva cuando ella apenas tenia dieciseis anos y reclamaba intimidad. --Yo te construyo la casa, pero tu prometes ser responsable. Su padre siempre la habia mimado y consentido. --Es una cria --habia protestado yo. --Asi aprendere a dejar de serlo --replico ella. --Asi ?como? --Asumiendo responsabilidades, como dice papa --dijo mientras se colgaba del cuello de su padre. Sabia que habia ganado la batalla, que tenia a su padre vencido. Y eso bastaba. --A ver, a ver a ver. Cierra los ojos y desealo con fuerza, con mucha fuerza, con toda tu alma. Sabes que lo que se desea con toda el alma se acaba cumpliendo --reia Benjamin, encantado con los arrumacos de su hija. --Papa --protestaba Eva--, que ya no soy una nina pequena para creer en esas milongas. Y ya se habia salido con la suya. Eva siempre se salia con la suya. Su padre, arquitecto, dibujo los planos y se ocupo de construir una pequena casa de una sola planta con una cocina que hacia las veces de sala, una habitacion y un bano minusculo. Yo la observaba entrar y salir acompanada de Nestor. Me averguenza reconocer que algunas veces llegue a asomarme a traves de los cristales para tratar de ver lo que hacian dentro, deseando descubrir algo que me diera la razon en mi postura de que aun era una cria irresponsable, pero con el paso de los meses acabe por acostumbrarme y Eva se instalo a vivir en la casita de a hecho. Luca se quedo con nosotros en la casa grande. Eva habia rogado por tener un perro, pero se habia cansado de la perrita en muy pocas semanas. Benjamin era quien se ocupaba de sus cuidados, comprarle la comida, cambiarle el agua, sacarla a pasear por el monte. Luca le adoraba. La cortina de lluvia me impedia ver quien era la persona que abria la puerta y accionaba la luz del recibidor, pero si distinguia la figura de una mujer. Regrese a la mesita de noche y tome el telefono mientras buscaba su numero entre los contactos. Al tercer pitido su voz me llego como desde otro mundo. --?Mama? ?Te he despertado? --Eva ?eres tu? ?Estas en la casa del jardin? --Si, soy yo, mama. --?Que ocurre? ?Como has venido a estas horas? Y ademas con la que esta cayendo. --No pasa nada, mama, acuestate. --Voy a verte. --No, mama, acuestate. Estoy bien, de verdad, pero estoy muy cansada y no quiero que vengas con este diluvio. Manana con calma hablamos, necesito dormir un rato. Las madres sabemos cuando nuestros hijos no estan bien, pero ademas yo tenia una ventaja, o dos: la hora que era y el tiempo que hacia. Nadie se aventuraria desde Oviedo hasta Valmilar por gusto bajo aquella lluvia torrencial, pero como buena madre tambien sabia cuando era mejor ceder. --Esta bien, carino. Manana me paso a verte. Tuve que ir hasta el salon a tranquilizar a Luca que no dejaba de ladrar. Me miraba con esos ojos grandes y cansados, su pelaje se habia poblado de canas y cada vez aspiraba mas de sus pelos de los suelos y los sofas, ya tenia doce anos y comenzo a lloriquear cuando le dije con voz firme que se callase. --Tonta, tonta, ?que pasa? Es Eva. ?Por que te asustas asi? Eres una cagona, menuda perra guardiana estas hecha. La perra se dejaba mimar, mi mano pasaba una y otra vez sobre su cabeza, entre las orejas, arrastrado pelos entre mis dedos. En cuanto daba un paso para alejarme comenzaba a aullar desesperada. Al final me la lleve al cuarto y le permiti echarse sobre la alfombra, a mi lado, como si fuese una nina pequena asustada que quisiera dormir con su madre. Algo que Eva nunca habia hecho. A Luca no se lo habia permitido mientras Benjamin estaba vivo, sin embargo, al morir el fue como si Luca se volviera mas asustadiza. Benjamin habia sido el faro que guiaba su vida, ahora tenia que acostumbrarse a su ausencia y a mis cuidados, sustituir las rutinas que mantenia con mi marido a las que yo misma mantenia. Me parecio que su vida ya se habia vuelto lo suficientemente dura como para negarle algun capricho de vez en cuando, como el dormir en la habitacion conmigo cuando se mostraba mas estresada, como ahora. Lo ultimo que vi antes de meterme en la cama y quedarme dormida, hasta que me desperto la llamada al movil, fue un rayo caer en el terreno, cerca de la casa del jardin. O quien sabe, quiza solo hubiese sido parte de un sueno, el inicio de un sueno del que seria dificil despertar.

  • Amor, ultima apuesta de Laura Perez Caballero

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    Cuando se decidio poner en marcha el proyecto, nos aseguraron que nada de lo que imaginabamos podria pasar. Como siempre. Pero la historia se repite, a eso estamos condenados. Los humanos tropezamos una y otra vez con la misma piedra. ?Por que? Porque nos creemos invencibles y superiores. Superiores, he ahi el error. Aun creyendonos mejores que nadie, una raza insuperable, siempre buscamos ir mas lejos. Asi crearon a los “Precoces”. Se tardo un periodo exiguo de tiempo para que el Gobierno aprobara el proyecto, pese a las criticas de algunas de las grandes potencias. La no intervencion se habia firmado poco tiempo antes y creo que de ello se aprovecho Astonia para poner en marcha aquel experimento. Los ADN de mas de un millon de personas fueron modificados y luego en grandes laboratorios gubernamentales se gestaron los Precoces de forma artificial. Los Precoces eran igual que el resto de los humanos, solo que ellos eran rubios, todos. Tambien tenian los ojos y la piel clara, y, sobre todo, todos tenian el mismo apellido: Solares. El de su padre y creador. Los Precoces se repartieron en varios asilos estatales donde se les daba una formacion especial basada unicamente en las matematicas y las ciencias. Se les dirigia hacia el aprendizaje practico de soluciones a problemas en la vida real, esto parecia haber creado hombres y mujeres cuyo sentido empatico no existia. Solo se centraban en las soluciones practicas. Se les veia frios y calculadores, lo cual al Gobierno no dejaba de parecerle perfecto pues eran mas faciles de manejar. Cuando llegaban a la mayoria de edad se les colocaba en laboratorios y fabricas de investigacion con la idea de conseguir el mas alto rendimiento en I+D de cualquier otro pais en el mundo. Se les proporcionaba una vivienda y se les animaba a integrarse con el resto de los habitantes del pais. Sin embargo, no se sabe si debido a su falta de empatia, al haber estado aislados durante toda su infancia y adolescencia o a su desconfianza, cuando se incorporaban a la sociedad se concentraban en comunidades formadas por Precoces y mantenian el minimo contacto con el resto de las personas. Procreaban entre ellos y sus hijos se criaban en los mismos centros en los que ellos lo habian hecho, hasta que, a su vez, llegaban a la mayoria de edad. Y un dia, cuando se acercaban las elecciones presidenciales en Astonia, un “Precoz” presento su candidatura y puso patas arribas todo el sistema. Se puso en duda si era posible que un Precoz se presentara, pero puesto que el Gobierno los habia reconocido como ciudadanos en todo momento, no encontraron excusa para que no pudiese hacerlo. Poco despues todas las calles estaban forradas con propaganda electoral del Precoz Augusto Solares. A pesar de que los precoces no solian relacionarse con el resto, poco antes de que todo comenzara, muy poco antes, cuando en el fondo todos estabamos seguros de que algo asi pasaria aunque ya nadie lo dijese en voz alta, yo conoci a Dylan Solares. Y asi, con ese punto de partida, me gustaria contarles esta historia. 1. Papa no recordaba bien en que momento el Gobierno de Astonia habia aprobado el proyecto, porque el era aun pequeno, tenia seis anos. Sabia que se habia anunciado en todos los telediarios y en las redes sociales como un gran acontecimiento, un acontecimiento que supondria el despegue de Astonia para ponerse a la cabeza del resto de naciones, para crear un pais puntero en I + D. Esta era la apuesta de Astonia, generar cabezas pensantes, hombres y mujeres adelantados a su tiempo. Lo que si recordaba bien, y me contaba a menudo, era cuando la primera generacion de Precoces salio de los Asilos estatales y se incorporo a la sociedad. Ahora ya hay tres generaciones viviendo entre nosotros. Cuando llegaba a esa parte del relato abria los ojos como platos y su voz tomaba un tono mas bajo, pero admirado. --Era muy dificil describirlos fisicamente. Su belleza superaba la de los angeles de los cuadros. Eran... eran perfectos. Ahora estamos tan acostumbrados a verlos que ya no nos llaman tanto la atencion, pero entonces... Entonces me miraba y sonria. Seguia manteniendo la dulzura en sus ojos a pesar de que las arrugas que los rodeaban cada vez eran mas profundas. --Bueno, tu puedes entenderlo bien. Tu eres como ellos. Cuando naciste se lo dije a mama: ?Con que precoz me has enganado? --se reia y miraba a mama, que trasteaba por la casa y que siempre movia la cabeza a los lados sin decir nada, como si se avergonzara con el comentario. Papa siempre me lo contaba. Cuando naci hasta la matrona y las enfermeras quedaron sorprendidas con la tersura de mi piel completamente blanca a pesar del esfuerzo para salir del vientre de mama. Luego, fui creciendo y cada vez mi cabello se volvia mas claro, caia en mechones suaves y lisos que mama peinaba con premura y admiracion. Por la calle los vecinos me observaban, embelesados con mis ojos azul marino y con la gracia de mi cuerpecito delgado y elastico. --Tan hermosos como inaccesibles --decia papa refiriendose a los Precoces. El primer error del Gobierno al tratar de que los Precoces se integraran en la sociedad y con el resto de habitantes fue facilitarles viviendas en barrios preparados para ellos. Esto solo reforzo su sentimiento de Comunidad y les aislo mas del resto. Como se dedicaban a trabajar en laboratorios y fabricas de investigacion tenian autobuses que los recogian en cada barrio y los repartian en su trabajo, con lo que su contacto con el resto se limitaba al que mantenian con los humanos no precoces que habia en esas fabricas y con los dependientes y duenos de establecimientos en los que tenian que abastecerse para su supervivencia. Por lo demas, cualquier actividad de ocio, como ir al cine, al teatro, ballet, a centros comerciales o cualquier otro lugar tambien la realizaban entre ellos. Eran una sociedad aparte. --Quiza sea mejor asi --decia mi padre--. No todo el mundo estaba de acuerdo en su "creacion". Tenia algo de... antinatural, e ir contra la naturaleza no suele terminar bien nunca. Y si no que se lo digan ahora a las autoridades... Papa se referia a que hacia unos meses, uno de los precoces se habia presentado como candidato para las elecciones presidenciales de Astonia. Y lo que en un momento parecia imposible, ahora, si se tenian en cuenta las encuestas, parecia estar a punto de cumplirse contra todo pronostico. --Astonia dirigida por Precoces, ?lo imaginas? --preguntaba mi padre -- Dirigida por gente que jamas se ha integrado entre nosotros. Por gente que no nos conoce. Y entonces era el quien movia la cabeza de un lado a otro. --No nos conocen, Ruth, ni nos conocen ni tienen el mas minimo interes en conocernos. Pero ahi se equivocaba, al menos habia un precoz que si tenia interes en conocer a un no precoz. Bueno, a una no precoz. Vaya, en concreto tenia interes en conocerme a mi. 2. Desde muy nina me habia obsesionado con el ballet. Miraba extasiada las imagenes de las bailarinas en mi dispositivo movil y les decia a mis padres que yo seria una gran bailarina. Apenas naciamos nos colocaban entre las manos una tableta y disponiamos de total libertad en su uso pues determinados contenidos se activaban unicamente cuando llegabamos a los dieciseis anos de edad. Para que esto fuese asi, las tabletas que ibamos adquiriendo se registraban a nuestros nombres y estos iban directamente al registro civil en el que estaban nuestros certificados de nacimiento. Esta claro que era, ademas, una forma de mantenernos controlados, de disponer de infinita informacion sobre nosotros y de tenernos localizados en todo momento. Esto habia logrado que nos volvieramos totalmente dependientes de todos los dispositivos electronicos, pero no habia terminado aislandonos en una realidad virtual, tal y como papa contaba que su abuelo y la generacion del mismo siempre habia temido. Asi, yo me pasaba horas y horas observando a aquellas bailarinas, sonando con sus cuellos despejados, largos, etereos. Con sus piernas ligeramente musculadas, dentro de aquellas medias blancas que aun les daban un aspecto mas fragil, mas fantasmal... En las tiendas deportivas iba a la seccion de ballet y acariciaba las zapatillas con puntera, los lazos, los tutus. Imaginaba mi cuerpo vestido con aquellas mallas con olor a nuevo. Con seis anos papa me dio la noticia una tarde al volver del colegio. --No te cambies, vamos a volver a salir. Yo le miraba sorprendida. --?Juntos? --Juntos, si. --?Y la tienda? --Hoy abrire un poco mas tarde. Papa tenia una tienda de venta de telas al peso. Mama cosia las mismas telas que otras senoras compraban y ellas le encargaban convertir en faldas, blusas o vestidos. Cogida de la mano de ambos, atravese la puerta del lugar que se convertiria en mi segundo hogar durante trece anos. La Escuela de Ballet clasico oficial de Astonia. La senorita Claudia, que entonces y durante los trece anos que yo estuve en la Escuela fue la directora, nos condujo entre lo que entonces me parecio un laberinto de pasillos, y mas tarde me aprenderia al dedillo, mientras nos iba senalando una y otra puerta a los lados y nos decia a que sala correspondia. Asi hasta llegar a la que yo ocuparia como principiante y donde se encontraban las ninas que tenian mas o menos mi edad. El suelo era de madera, pero habia perdido su brillo original. Las ninas se apoyaban contra la barra anclada a la pared y cesaron su actividad cuando la directora abrio la puerta. Mis ojos, avidos por aprender, lo registraban todo. Una, dos, tres, cuatro... diecisiete ninas. Tres llevaban mallas negras, una de ellas rosa palido y el resto de color blanco. Cerre los ojos y trate de imaginarme entre ellas, con mi propia malla, y, mientras, la directora se dirigia a ellas para decir: --Esta es Ruth, va a ser vuestra nueva companera. Yo pensaba en el color de la malla que iba a elegir al tiempo que Apretaba, emocionada y agradecida, las manos de papa y mama.