• Al fin del camino de Guillermo Arroniz

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    Si yo tuviera que describir a Guillermo Arroniz en una palabra, diria que es POETA, con mayusculas, uno de verdad. Lo conoci en un taller de escritura creativa en la Casa de Aragon de Madrid, organizado por Susana Diez de la Cortina Montemayor. Yo pasaba entonces por un trance complicado y habia escapado a Madrid para huir de mis problemas, al menos por una semana. Llegue a la Casa de Aragon cansada, ensimismada, sin poder librarme de mis ansiedades, de mis miedos. Comentabamos las variaciones de estilo literario. La conversacion era muy interesante y enriquecedora como suelen ser todos los eventos organizados por Susana, pero me costaba concentrarme, dejar de pensar en lo mio… Y entonces Guillermo nos enseno una imagen de El Calvario de Jose de Ribera y declamo su soneto dedicado a ese cuadro. 1 El soneto fue magnifico: profundo, apasionado, muy poetico y escrito en un bellisimo castellano. Sonaba <>, como habia escrito Ruben Dario en su <>. No tenia demasiados adornos que tuvieran por objeto acentuar la maestria del idioma por el autor, ni alusiones alambicadas que mostraran su alto nivel cultural. Sin embargo, el poema revelo todo eso y mucho mas: la pasion, la sensibilidad y la capacidad innata para percibir --y ensenar-- la belleza. Y muy buen gusto. El soneto resulto una revelacion para mi. Me sereno y me devolvio la capacidad de pensar en algo mas alla de mis angustias, en algo hermoso, eterno y verdadero, lo que siempre esta a nuestro alcance, y que no nos abandona nunca. Hacer precisamente eso, en mi opinion, es el objetivo de la literatura, su raison d'etre, sea cual sea el genero. A primera vista Al fin del camino. En busca de Pepa la Pipera tiene poco en comun con los sonetos sublimes y edificantes sobre arte, personajes historicos, o la fe, distintivos de Guillermo Arroniz. Es una comedia de costumbres: ligera, irreverente y burlesca. Recuerda al Decameron --por los temas que trata: el amor, el destino y la magnifica imperfeccion humana--, asi como por el estilo en que los aborda: las bromas chispeantes como burbujas de champan, las escenas absurdas, eroticas y romanticas, una ironia fina y una satira mordaz. Sin embargo, la novela tiene la misma impronta inconfundible del autor que tienen sus sonetos. Es poetica y esta escrita con oficio y talento, por alguien que escribe, como reflexiona uno de sus personajes sobre los novelistas de casta, <>. Guillermo Arroniz es un hombre culto (y estoy hablando de las dos culturas: la que se escribe con mayuscula y la que se escribe con minuscula), y eso se nota. En sus alusiones --inesperadas y divertidisimas todas-- los personajes historicos, como el marques de Santillana, --los pragmaticos cambistas holandeses del siglo XVI-- y Napoleon, conviven con toda naturalidad con Mecano, Alaska, Rocio Jurado y Lady Gaga. Solo un hombre culto de verdad, el que se siente en el mundo de la literatura como pez en el agua, se atreveria a poner en una estanteria de su protagonista --uno al lado de otro-- los libros de Terenci Moix, de Pablo Perez y Las aventuras de Camilla, la peluquera que todo se lo cepilla, una novela sobre <>. Un peluquero perplejo, buscando el sentido de la vida, un grupo de (muy gais) amigos suyos, los colegas, los padres, los vecinos (este imprescindible coro griego de una obra espanola): asi son los personajes de esta novela; todos diferentes y cada uno con sus propios problemas y anhelos o incluso con una crisis existencial. Y la enigmatica Pepa la Pipera, a quien nadie conoce… o casi nadie, y quien, sin embargo, lo enlaza todo, pero no hasta el final. !Ah! Y tambien la ciudad pequena donde se desenvuelve todo, fluidamente y con precision de cirujano, un pueblo tan real y tan vivo que se pueden oler sus olivos y su hierba seca, escuchar sus gallos y pajaros, mirar sus casas blancas y <>. Y Espana, magnifica y frustrante, que sigue luchando contra sus demonios, <>, a la que el autor tiene muchisimo carino, tanto como a todos sus personajes. Nos enganchan las obras que nos hablan de nosotros mismos, sean cuales sean los generos, los estilos y los guiones. Un buen escritor siempre tiene una gran calidad humana y, al cerrar la ultima pagina de una novela buena, el lector se ha vuelto mas sabio, se siente enriquecido, con una mejor comprension de la vida y de si mismo. Asi es Al fin del camino. En busca de Pepa la Pipera. Es muy entretenida, frivola y repleta de ocurrencias dignas de Oscar Wilde, de enredos, equivocos y dialogos picantes (incluidas varias digresiones divertidas del autor y una <> preciosa sobre el sexo gay). Con todo eso, la novela no hace caso omiso a los problemas graves de nuestro mundo: la homofobia, el esnobismo, la intolerancia, los prejuicios, la superficialidad. Guillermo Arroniz trata estos temas con una suave ironia, sensibilidad y comprension, pero sin perder por ello nada de la seriedad de su mensaje. Es luchador pero sus armas preferidas son compasion y empatia, humor y educacion, y las usa con un extraordinario dominio del lenguaje. Nos coge dulcemente de la mano y nos lleva de una pagina a otra, no solamente haciendo que nos enamoremos de sus personajes, que libran sus batallas respectivas, sino tambien poniendonos ante unos espejos, animandonos a reflexionar, profundizar y compadecer. La novela es profundamente humana. Nos ofrece lecciones vitales y no seria precisamente un destripe decir que una de ellas es, en las palabras de una sabia protagonista, <>. Nunca mejor dicho. Y ahora, !a disfrutar! OLGA BOGDANOV Capitulo 1 Pancho. ?Y quien cono sera Pepa la Pipera? Se desperto con un desasosiego especial, con un frio que se le filtraba, ambicioso y directo, por varias partes de su cuerpo. Era un frio material, real. No sabia donde estaba, le costaba abrir los ojos y se sentia torpe y pesado. ?Dormia la ciudad la siesta o era aquel un sopor matutino? Tampoco recordaba que habia hecho la noche anterior ni como habia llegado a aquel lugar en el que supuestamente acababa de dormir. La sensacion de extraneza lo envolvia y se acumulaba al agarrotamiento de sus musculos. ?Que lugar era aquel tan estrecho en el que le resultaba casi imposible moverse? No era su cama, de eso podia estar seguro, aunque su pensamiento fuera lento, y agarrotado tambien. A pesar de tener una jungla de espesores en la cabeza, pudo ver que una sombra se acercaba… La sombra grito: <>. Asi, sin respirar y a mil decibelios por silaba. Efectivamente, Pancho, peluquero de profesion y de vocacion; treintanero por la gracia de haber nacido al principio de los ochenta, con la decada y el despiporrio; y grande y carinoso, se habia pasado mas de la cuenta con las copas la noche anterior y, dado el inexorable color blanco de la banera, habia confundido la ceramica con las sabanas de la cama. Bien es verdad que el frio de la ceramica le habia extranado un poco, pero lo habia atribuido a unas sabanas invernales… aunque estaban en julio, asados de calor en aquel pueblo a ocho kilometros de la costa. Ya se sabe que, mediando el alcohol, el razonamiento logico no pinta nada. El grito de su madre se le habia metido en la cabeza como un clavo potente que no dejaba de retumbar y saber a hierro, tambien frio. Por supuesto era incapaz de responder, pero empezo a moverse, al menos, para hacer saber a la sena Sole que la habia entendido. Sin embargo no debio de ser muy convincente su movimiento porque… la sena Sole abrio sin mucha delicadeza el grifo del agua fria para escarnio --y despierte-- de Pancho, que de pancho tenia poco en aquellos momentos. El grito de nuestro protagonista fue algo notable. Tanto que la vecina de enfrente penso: <>. Y es que no era un secreto que Pancho tenia preferencia por los hombres… o que para el sexo no le interesaban las mujeres, como uno quiera decirlo. Ni el se habia preocupado de pregonarlo, ni tomado las molestias de ocultarlo. Pero no se le conocia novio ni lio. Se sabia en cambio que habia sido un nino amable y carinoso a quien, apenas un ano atras, se le habian pegado, cual lapas, una pequena banda de amigotes muy fiesteros que no tenian mucho control, pero a los que no se les conocia escandalo grave. Pancho, empapado y aun torpe, se incorporo lo suficiente como para cerrar el grifo y volvio a caer en la banera, llevandose las manos a la cara para intentar despertar definitivamente restregandose un poco. La madre, conforme al fin, anadio: --Voy a prepararte un cafe bien cargado. Te espero en la cocina. Tenemos que hablar. Eso de <> era la primera vez que salia de los labios de su madre, al menos que el recordara. Y la preocupacion sobre aquello que tenian que discutir empezo a despertarle de forma mucho mas efectiva que el grito o el agua. ?Hablar de que? Tres cuartos de hora despues, duchado y cambiado, con un pantalon corto y una sencilla camiseta blanca, aparecia Pancho en la cocina donde esperaba, paciente, su madre. --Sientate, anda. Conociendote, te acabo de hacer el cafe. Los dos sabian que ese <> hacia referencia al proverbial y legendario ritmo lento de Pancho. Pero a ninguno de los dos le molestaba. Ellos no sufrian de las prisas de la gran ciudad, aunque a la sena Sole no le habian faltado nunca ni el brio ni la sangre para enfrentarse a todo, desde la muerte del marido a las huertas, cuando las tenian, que ahora vivia de las rentas de las tierras y la peluqueria del hijo, que, quien lo habria dicho, daba dinero. --Mira, hijo, eso de que vayas asustando a tu madre representando escenas de Saw no me parece bien.