• Manual de un Homicidio de Goncalo Jn Dias

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    Para contar mi version de la historia, tendre que retroceder hasta el inicio de diciembre de 2016. Me encontraba en una fiesta de navidad de una escuela de educacion primaria, donde un grupo de ninos de cinco y seis anos cantaba villancicos de una forma anarquica y arritmica, algunos de los cuales estaban mas interesados en hacer payasadas para el auditorio, compuesto en su inmensa mayoria por padres y abuelos. Estos se reian y movil en mano, grababan el momento para toda la eternidad. Seguramente que inundarian las redes sociales cuando llegaran a casa con fotos de sus hijos y tipicas frases toxicas como: "mis hijos son mi felicidad" o "cuando un hijo esta feliz hay una madre tocando el cielo". ?Y que hacia yo, una mujer de 38 anos, sin hijos, que no aprecia la navidad ni la compania de ninos, en este lugar? Acompanaba a Dora, una vieja amiga, que tenia uno de los hijos en el palco y el otro en su regazo, mientras contemplaban como su hermano cantaba y gesticulaba a la vez para su madre, que contestaba enviando besos con la mano; en ese momento pense: ?que hago yo aqui? Habia algo que faltaba en mi vida y no era un hijo. El hecho de que mi novio no pudiera tener hijos no era motivo de insatisfaccion. Sentia que la culpa era mia, no conseguia ver la gracia a aquel tipo de actuaciones, mientras todos reian y disfrutaban. Esto era algo que tambien ocurria en otro tipo de situaciones similares, en las cuales yo simplemente me sentia descolocada, inadaptada. Ultimamente, para poder quedar con mis amigas de la adolescencia o de la universidad, siempre tenia que ser en lugares como este, escuelas, parques o cafeterias apropiados para ninos. Nuestras conversaciones habian cambiado; ya raramente hablabamos sobre nosotras, el tema central y casi exclusivo eran los crios. Que comian, como dormian de mal, que cara era la ropa de ninos, el ruido que hacian constantemente y como echaban de menos el periodo en que tenian tiempo para ellas mismas. Cinicamente decian que me envidiaban, que yo si tenia todo el tiempo del mundo para mi, por supuesto, sabia que ellas lo decian entre dientes, sin sentirlo realmente. Sin tan siquiera darme cuenta, poco a poco, mis amistades fueron cambiando, conoci personas que como yo no tenian hijos, ya fuera por opcion u obligacion, con las que frecuentemente satirizaba sobre las familias tradicionales. Conscientemente, escogia en la playa un lugar alejado de los crios; miraba con impaciencia cuando algun nino berreaba en algun transporte publico y negaba gentilmente coger los bebes de mis amigas, con la excusa de ser poco habil. Por lo tanto, el hecho de que Julio no pudiera ser padre no me produjo gran tristeza, jamas habia sentido la llamada de la madre naturaleza para dar a luz, aunque sabia que, para el, suponia un duro golpe; no solo porque deseaba ser padre, sino tambien por prejuicios machistas que le hacian pensar que seria menos hombre que otro cualquiera. Tuvimos conocimiento de que el no podia concebir un hijo cuando teniamos poco mas de 30 anos, mientras todos nuestros amigos empezaban a tener su primer retono. Mas que por iniciativa propia, fuimos arrastrados por aquello que todos hacian en nuestra edad: centrarse y tener hijos. Despues de diversas visitas a medicos y curanderos, aceptamos lo inevitable y entonces, Julio propuso la alternativa de adoptar un nino, la cual rehuse con total determinacion. El aniversario del fallecimiento de mi padre era otra de las razones de mi tristeza y nostalgia en esta epoca. Se cumplian ahora dos anos de su muerte, y esa fecha me hacia recordar la agonia por la que paso en sus ultimos dias. Las noches que estuve a su lado, mientras el se esforzaba, entre dolores y morfina, en hablarme de su vida, de sus victorias y derrotas, del orgullo que sentia por mi, de su impotencia y locura cuando murio mi unico hermano y de la esperanza que tenia en que yo aun le diera un nieto. Esa navidad, Julio habia acordado con su madre y sus hermanas pasar la Nochebuena con ellas en su pueblo natal, Braga. Yo me habia disculpado por no querer dejar sola a mi madre en este periodo tan delicado, por no hacer el viaje de casi 400 kilometros, aunque en el fondo, el poder evitar las interminables preguntas, sugerencias y opiniones de mi suegra y cunadas, fuera ya razon suficiente. El estar separados en estas fechas, cada cual con su respectiva familia, era ya una senal clara de la crisis conyugal que atravesabamos, la cronica de una muerte anunciada. Julio y yo teniamos una relacion de 13 anos, que yo definiria de mutuo respeto, pero la rutina junto a nuestra falta de comunicacion, la ausencia de aficiones en comun y la inexistencia de iniciativa de Julio para llevar a cabo cualquier tarea domestica, arrastro nuestra relacion al borde de la ruptura. Julio me habia dado la estabilidad y serenidad que yo necesitaba a mis 25 anos; e influyo positivamente en mi madurez como mujer y persona. El dejo su pueblo natal y un buen empleo estatal para venir a vivir conmigo; comenzar de cero, en una ciudad grande y confusa, sin ningun amigo ni familiar. Era, sin duda, un hombre valiente. Me sentia en deuda con el por ese gesto tan romantico y elocuente. Tal vez por ese motivo, aun no habia reunido las fuerzas suficientes para terminar nuestra relacion o simplemente estaba acomodada a la situacion. Retomando a mi vieja amiga, Dora, y sus dos pequenos hijos, me acuerdo de nuestros intentos fallidos para tener una charla civilizada y apetecible durante esa tarde, intentos que eran sistematicamente interrumpidos. Aun asi, decidimos quedar para hacer las compras de navidad el siguiente sabado. Desafortunadamente, ella no podria librarse de sus hijos y yo sabia que el desahogo de la angustia que llevaba dentro y necesitaba soltar, junto a los consejos de una buena y vieja amiga, no ocurriria durante el siguiente fin de semana. II Nos encontramos el sabado a media manana, era un dia invernal, con bastante viento y lluvia. Al igual que nosotras, muchas personas pensaron lo mismo y el centro comercial estaba abarrotado de gente. Era verdaderamente desagradable caminar en medio de aquella confusion, haciendo colas para todo y el barullo de las tiendas bombardeando musica a un volumen altisimo. Despues de pasar toda la manana de tienda en tienda, arrastrando a los dos ninos con nosotras, decidimos comer e intentar tener una conversacion tranquila. Sin embargo, eso resulto imposible una vez mas y, en esta ocasion, ni siquiera fue culpa de los dos ninos. Dora recibio una llamada de su madre, muy alterada, porque su abuela se habia caido por las escaleras y estaba en el hospital. Por lo que me tuve que quedar alli, comiendo sola, en aquel inmenso centro comercial, pensado que tal vez fuera mejor asi, ya que si yo le contase mis angustias a Dora, probablemente no fuera capaz de entenderlas. Habiamos sido las mejores amigas en la universidad, pero a cada una la vida le llevo por distintos derroteros y fuimos cambiando. Dora no entenderia mi tristeza y amargura, estaba demasiado ocupada como para dedicar tiempo a esos sentimientos y posiblemente justificaria mi temperamento por mi falta de hijos o la muerte relativamente reciente de mi padre. Mientras reflexionaba sobre aquello, observe que no muy lejos de mi, se encontraba un rostro conocido. Al principio no consegui identificar de donde lo conocia, pero poco despues, lo distingui como mi companero de trabajo, Andre Carvalho. Estaba junto a una ventana y enfrente se hallaba su hijo, los dos ya habian terminado su comida y ahora cada uno leia un libro. Me quede durante algun tiempo vigilandolos como si fuera una espia y me parecio que los dos estaban en una burbuja, protegidos de todo el alboroto que habia a su alrededor, mientras leian tranquilamente, comentaban algo rapidamente entre ellos y, a veces, Andre se quedaba con la mirada perdida, viendo como caia la lluvia. No sabia mucho sobre Andre, solo que estaba casado, que tenia un unico hijo, que trabajaba hacia mas de quince anos en nuestra empresa y que ahora era jefe comercial para el mercado asiatico. Ademas, habia pasado por otros mercados y siempre con relativo exito, conocia bien la empresa y era una persona accesible, cordial y siempre dispuesta a ayudar. Habia ciertos rumores sobre el que circulaban por los pasillos de la empresa, pero yo nunca les habia dado importancia. Yo trabajaba hacia ocho anos en la misma empresa, Corkbo, una firma que se dedicaba a la comercializacion y exportacion de tapones de corcho para todo el mundo. Me encargaba de la contabilidad de la empresa y, honestamente, siempre me gusto mi trabajo, siempre fui una buena profesional en mi area. Las siete horas que pasaba de mi jornada laboral transcurrian rapidamente, me quedaba absorta entre numeros, tablas, facturas y el ambiente en nuestro departamento era bastante agradable; no habia competitividad entre nosotros. Era un trabajo estable, relativamente mal remunerado, pero la empresa era seria, ambiciosa y yo me sentia parte del equipo. Decidi levantarme e ir a saludarlos. No esperaba demorar mucho tiempo, un simple hola, conocer a su hijo e irme. Mientras me acercaba, tuve dudas de si debia tratarlo por tu o de usted. – Hola, buenos dias. - Dije yo. Andre levanto su cabeza y sonrio. – ?Que sorpresa, tu por aqui? – Si, parece que tuvimos la misma idea, aprovechar que esta lloviendo y hacer las compras de navidad. - Apunte hacia sus bolsas y despues levante las mias para mostrarselas. – ?Eso que tienes ahi es un disco vinilo? – Andre apunto el dedo hacia una de mis bolsas donde destacaba un disco de vinilo. – Si, asi es. – !De verdad! ?Todavia se vende de eso? ?Tienes un tocadiscos? – Si, lo herede de mi padre y colecciono discos clasicos que me gustan. – ?Y se puede saber cual es el clasico que tienes ahi? - pregunto el. Retire el disco de la bolsa y se lo mostre, era un regalo para mi misma y esperaba que el conociese el grupo. – !The Doors! - Dijo con un aire intrigado. – ?A ti te gusta este grupo? – Si, me gusta ?y a ti? – Si, claro, fui gran fan de ellos en mi adolescencia, tenia todos los discos y libros de Jim Morrison, ademas, llevaba un casete de ellos en el coche de mi padre. – Papa, ?que es un casete?