• Desesperada (Novias 2) de Eva Alexander

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    Ni la mitad. Estaba recorriendo la carretera que me llevaba a mi ciudad natal y no sentia ni la mitad de la felicidad que deberia sentir, esa felicidad que era un sueno para mi. Mi primer recuerdo era de la entrada a la ciudad, el camino rodeado de arboles verdes y altos hasta el cielo. Recuerdo que iba sentada en el asiento de atras sosteniendo un muneco de Mickey Mouse, mirando por la ventanilla del coche y escuchando a mis padres hablar. Se por lo que me contaron mis padres y por las fotos que llenaban cada pared de nuestra casa que ese dia volviamos de Disneyland, que me llevaron para celebrar mi tercer cumpleanos, pero lo unico que yo recuerdo es que estaba muy feliz, que mientras el coche iba por esa carretera era la nina mas feliz del mundo. Mi madre decia que era porque era la primera vez que salia de la ciudad y que nada se puede comparar con la felicidad de volver a casa. No digo que no tenia razon, pero no he vuelto a sentir esa felicidad, ni ahora ni en las otras veces que he vuelto a casa. Tal vez tiene algo que ver con el hecho de que mis padres ya no estan. ?Tal vez? Seguro que si. Estaba volviendo a casa, mejor dicho, estaba corriendo de vuelta a casa. He conseguido hacer un desastre de mi vida y todo por buscar esa felicidad que ahora me doy cuenta de que no existe para mi. Anos y anos de busqueda para nada, tiempo perdido, esfuerzo y lagrimas en vano. El nunca llego. El, el hombre que me haria tan feliz como mi padre hizo a mi madre. Se que estas pensando, que estoy persiguiendo un sueno que no es mio, que si algo fue bueno para mi madre no necesariamente sera bueno para mi. Que estoy buscando algo para sentirme cerca de ellos, de tenerlos a mi lado a pesar de que llevan veinte anos muertos. Deberia saber mejor que eso, ?verdad? Al fin y al cabo, soy psicologa, se todo lo que hay que saber sobre traumas. !Dios! A cualquier paciente le diria que deberia olvidar el pasado, le ayudaria a encontrar algo mas en que centrar su atencion. Pero ?lo hago? No, yo sigo adelante con la busqueda de ese hombre sin importar las consecuencias y eso es lo que me ha llevado a este momento, a volver a casa llorando. Abandone mi consulta, mis pacientes, mis amigos, para ir a casa a llorar, a curar mis heridas. Lo que no sabia era si iba a conseguirlo, nunca en mi vida estuve tan herida, tan humillada y avergonzada. Nunca senti ese dolor tan atroz en mi corazon. La ultima vez que pase por algo parecido consegui sobrevivir aqui, en casa, tuve ayuda, mucha, y por eso estaba volviendo. Kent Village, mi ciudad natal, la ciudad de mis padres, la ciudad donde nacieron mis abuelos y bisabuelos. Un pueblo pequeno en la montana rodeado de bosques, donde la gente vivia tranquila y eso era justo lo que necesitaba. Soledad, tranquilidad. Queria ir a pasear por el bosque, respirar el aire fresco y aclarar mi mente. Queria poner orden en mi vida y este era el lugar perfecto. Poco despues de entrar en el pueblo gire a la derecha echando un vistazo a la senal oculta por las ramas de los arboles. Mountain Lounge. !Dios! Mi padre era el mejor del mundo, pero ahi habia fallado y mira que no era muy dificil encontrar un buen nombre para las cabanas. No se como hizo para encontrar clientes, pero lo consiguio. Las cabanas estaban siempre reservadas, invierno y verano, los huespedes llegaban para pasar un buen rato. No habia mucho que ver excepto la montana, pero me imagino que eso era lo que ellos buscaban. Soledad, tranquilidad. Se notaba la falta de cuidados y no solo en los hierbajos que rodeaban el camino, el propio camino era un desastre. Mi pequeno hibrido Lexus de color rojo solido era perfecto para la ciudad, para la montana no tanto y solo de pensar en la factura del taller mecanico me entraba un ataque de panico. Habia ahorrado durante mucho tiempo para comprarme el coche y no pense que un dia iba a tener que hacer un viaje en la montana por caminos llenos de rocas, baches y socavones que iban a destrozarlo. Era mi culpa por haber salido corriendo de la ciudad y no pensar en el coche, pero la verdad es que no pense en nada mas que no fue correr. Correr de mi vida. Correr de esa mirada que veia cada vez que cerraba los ojos. Correr de esa palabra pronunciada con tanto asco. Desesperada. Ahora tampoco era un buen momento para pensar en lo que me hizo coger el coche y venir aqui, tenia que concentrarme en llegar a las cabanas con el coche de una sola pieza. Muchos minutos despues llegue al claro que debia ser el aparcamiento, pero en cambio era solo un mar de hierbajos. Ni loca iba a dejar a mi precioso coche ahi asi que segui adelante y me detuve delante de la fuente. Justo enfrente estaba la cabana principal y a los lados las otras cabanas. Tres a la izquierda, tres a la derecha y otras cuatro detras de estas. Todas formaban un circulo y en el medio estaba la fuente, una que habia construido mi madre con piedras que recogio en el rio que bajaba de la montana t corria detras de la propiedad. Tenia una forma extrana, piedra sobre piedra con el agua saliendo de un lugar que no podia ver, y de pequena pasaba horas mirando e intentando averiguar que era. A veces me parecia que era un elefante, otras que era una nube. Cuando estaba convencida de que habia conseguido dar con la forma justa iba corriendo a contarle a mi madre y ella me abraza riendo, diciendo que debia intentar una vez mas. Nunca averigue lo que mi madre quiso construir y tal vez no esta mal, tal vez es asi como debe ser, tal vez deberia pasar el resto de mi vida sentada en el porche intentando descifrar el misterio de la fuente. Las cabanas estaban en mal estado y no queria imaginarme como estaban en el interior, con el exterior tenia suficiente. Pintura que una vez fue blanca ahora estaba gris ahi donde quedaba algo, algunas ventanas estaban rotas, el techo de la cabana Rosa tenia un agujero. Si, cabana Rosa. Mi padre nombro el establecimiento y mi madre las cabanas. Rosa, Blanca, Roja, Azul, Verde, Morada, Gris, Violeta, Amarillo y Turquesa. La verdad es que mis padres hicieron muchas cosas que ahora me cuesta entender, mira que hicieron con los nombres con lo facil que hubiera sido poner numeros como en los hoteles. Baje del coche y al poner el pie en el suelo maldije. Mis sandalias eran tan ideales para este sitio igual que el Lexus para un camino de montana. Salir corriendo no fue una buena idea y ahora me tocaba pagar el precio. Maldije entre dientes mientras caminaba y sentia los tacones hundiendose en el barro, mientras la hierba raspaba mis tobillos. Me sente en el pequeno banco que estaba enfrente de la fuente y mire la cabana principal. Mi casa. Yo naci ahi, mi madre se puso de parto durante la nevada mas horrible de ese invierno y sobrevivi gracias a que mi abuela estaba de visita y ayudo a mi madre. Creci ahi, dije mis primeras palabras, di mis primeros pasos, hice muchas cosas y me faltaban muchas por hacer. Este sitio siempre fue mi lugar feliz y ahora solo era uno abandonado, deteriorado por el tiempo y por el dolor. Veinte anos cambian un lugar, cambian a las personas. Cerre los ojos y recorde como estaba antes. Las cabanas blancas, las flores de todos los colores brillando en tiestos en cada porche. El sonido del hacha de mi padre cortando los troncos para la chimenea. El olor a galletas que estaba horneando mi madre. Las risas de los ninos que llegaron por la manana con sus padres y se hospedaban en la cabana Blanca. No habia soledad o tranquilidad, solo ruido, risas y felicidad. Lo queria para mi, lo busque sin encontrarlo durante los ultimos diez anos de mi vida y empiezo a creer que lo estuve buscando en el lugar equivocado. Abri los ojos mientras una idea se formaba en mi cabeza, pero no tuve tiempo para dejarla fluir. El sonido de un coche llego y aun despues de tantos anos reconoceria ese motor entre miles. Era un milagro que todavia estuviera funcionando y tambien era un milagro que la persona que lo estaba conduciendo pudiera hacerlo. Me quede quieta mientras aparcaba el coche, mientras bajaba y caminaba hacia mi y solo cuando se detuvo detras de mi me levante. --Hola, abuela --dije sonriendo. --Hija. Eso fue todo, una sola palabra y las lagrimas empezaron a salir a una velocidad increible como si el tono de la abuela fue la senal de que podrian comenzar. --Hija --repitio la abuela mientras yo le rodeaba los hombros con los brazos y la abrazaba con fuerza. Llore recordando la ultima vez que lo hice en los brazos de ella. Fue hace veinte anos cuando la policia llamo a la puerta y dijo que mis padres habian fallecido en un accidente de coche. El ultimo fin de semana de cada mes era para mis padres, era su ritual, su tiempo de enamorados como lo llamaba mi padre y el accidente ocurrio justo cuando volvian de uno de esos fines de semana. Nunca supe a donde iban, si iban en coche o en avion, y no me importaba ya que ellos volvian felices. Yo pasaba esos dias con los abuelos y hacia todo lo que mis padres me prohibian. Era feliz hasta ese dia, cuando mi padre ignoro los avisos de tormenta y condujo a casa, bueno, debido a la falta de visibilidad y a la carretera mojada condujo hacia un barranco. Cayeron, el coche exploto, se incendio y no quedo nada para enterrar. Me quede huerfana a los diez anos y gracias a mis abuelos, los padres de mi madre, he sobrevivido. Estaba en su casa cuando me dijeron sobre mis padres y es ahi donde me quede hasta que me fui a la universidad. Nunca mas volvi a casa. Dos dias despues del funeral la abuela quiso llevarme a casa para recoger algo de ropa y en cuanto tomo el camino que llevaba a las cabanas empece a llorar y a gritar. Paso lo mismo semanas despues, meses despues, hasta que entendieron que no podia, que no queria volver a este lugar que habia sido mi hogar. Ya no lo era, lo que lo convertia en mi hogar eran mis padres y ellos ya no estaban ahi asi que no tenia sentido volver. Los abuelos respetaron mi decision, no vendieron la casa, no la cuidaron, no la tocaron, la dejaron como estaba que fue lo que yo les pedi. Hasta cuando llego el momento de enfrentar al pasado, de olvidar y de darle una oportunidad al futuro, de darme la oportunidad de ser feliz sin la necesidad de tener lo que ellos tenian. Sin amor. La abuela sintiendo que mi crisis habia terminado rompio el abrazo y en esos dos segundos que tarde en bajar mis brazos ella consiguio sacar un panuelo que me entrego. Blanco, planchado, doblado perfectamente y con sus iniciales bordadas. C.A.K. Caroline Anne Kent, mi abuela que a sus ochenta anos tenia una mirada que expresaba vitalidad, confianza y optimismo y eso es algo que yo no habia heredado. La confianza la tenia, bueno, en mi vida profesional si, en lo de privado no tanto. ?El optimismo? Nunca lo tuve y con cada paciente que no conseguia ayudar me iba mas hacia el lado oscuro, ese en el que no habia esperanza. --Has vuelto --dijo la abuela. --Si --asenti limpiando mi rostro con el panuelo que olia a vainilla. --Vamos a devolverle la gloria a este lugar --dijo ella mirando hacia las cabanas. ?Como diablos sabia que habia vuelto para hacer justo eso cuando ni yo misma no lo sabia hasta hace poco? La mire con los ojos entrecerrados y ella me atrapo. Se acerco, levanto la mano y acaricio mi mejilla. Sus ojos azules, y los de mi madre, brillaban con una emocion desconocida mientras que sus labios esbozaban una pequena sonrisa ensenando sus dientes perfectos. Ochenta anos y tenia la dentadura perfecta, el cutis de una mujer de sesenta y el cabello blanco, pero ni una de esas cosas delataban su verdadera edad. Para cualquiera podria pasar por una mujer mucho mas joven y mas de una vez me pregunte como lo hizo. Como sobrevivio a una infancia dificil, a la perdida de dos bebes, a la muerte de la unica hija que le quedaba y finalmente a perder al que fue su amor durante mas de cincuenta anos, el abuelo.--Este es tu lugar, Jane, siempre lo fue. Solo tenias que darte cuenta tu misma --declaro la abuela antes de darse la vuelta y caminar hacia la casa principal. Me quede mirandola, extranada por la agilidad de sus pasos. Parecia que estaba flotando, su chaqueta de punto que le llegaba hasta los tobillos pareciendo la capa de un superheroe. Malva, su chaqueta era de color malva igual que la falda y la camisa. El pequeno sombrero era blanco como el cabello que le caia poco por debajo de los hombros. Seguramente olvido que tenia cita en la peluqueria para cortarlo, a la abuela le gustaba el mismo corte desde hace mas de cincuenta anos. Corte bob a la altura de la mandibula y le sentaba tan bien que hace anos se lo robe, ahora era mi corte de cabello y la unica diferencia era que mi color era castano, un castano normal y aburrido. La abuela llego a la puerta y empezo a buscar en sus bolsillos, en los de la chaqueta, en los de la falda. Nada, la llave no estaba. Sonrei acercandome al pillar del porche, el de la izquierda donde justo a metro y medio de altura habia un escondite. Mi padre hizo un agujero en la madera y ahi guardaba la llave de repuesto, mejor dicho, las llaves. Veras, la abuela es muy olvidadiza en cuanto a las llaves y no es de ahora que ya tiene ochenta anos, no. Eso le viene de muy joven, es alguna mierda genetica que heredo mi madre y luego yo. Mi padre, harto de volver de donde estaba para abrirle la puerta a mi madre cada vez que ella olvidaba las llaves tuvo la idea de esconder algunas. Llaves, muchas llaves. Es extrano como funciona la mente humana, mi madre recordaba cada lugar en las que estaban escondidas, pero nunca recordaba coger la llave cuando salia de casa. A mi me pasa algo parecido, tanto que tengo al cerrajero en la lista de contactos favoritos. Intente todo lo posible, poner una nota en la puerta para verla antes de salir, colgarla de una cadena a mi cuello como los ninos, hice cincuenta copias y las guarde en todos mis bolsos. ?Y sabes que? Pues que en vez de mirar hacia la puerta y ver la nota yo miraba mis zapatos, la cadena me la quitaba cuando llegaba a casa y olvidaba ponerla de nuevo, las cincuenta llaves se acabaron un dia y olvide hacer otras copias. Al final renuncie y puse una cerradura electronica ya que el codigo nunca se me olvidaba. La parte mala es que no es muy barata y para reemplazar todas las cerraduras de las cabanas iba a salir muy caro, tanto que no podia permitirmelo. Voy a tener que seguir el ejemplo de mi padre y encontrar nuevos lugares para guardar llaves fuera de la casa. Recordar hacer copias tambien era buena idea. Menos mal que no hay muchos robos en el pueblo que si no los ladrones tendrian una manera muy facil de entrar a mi casa. --Jane, la puerta se ve muy floja. ?Por que no le das una patada a ver si la abres? -- pregunto la abuela. Mire la puerta despues de recoger la llave de su escondite y muy floja no parecia, la verdad es que la madera se veia muy solida. Y sucia, me arme de valor mientras miraba las telas de aranas y buscaba a esos bichos que me provocaban un miedo atroz. --?Por que romper la puerta si tengo una llave? --pregunte acercandome. --Esta es mi chica. --Sonrio la abuela. Meti la llave en la cerradura y la gire, la puerta se abrio haciendo un ruido espeluznante y juro que casi espere ver una arana gigante en la casa. Pero no, el sonido era algo normal en una puerta que llevaba veinte anos cerrada. Tal vez deberia reconsiderar mi decision. Tal vez. Segui a la abuela dentro, pero mientras ella iba hacia la cocina Dios sabe porque, yo me quede en la entrada. Justo delante estaba el escritorio que usaba mi madre para todo relacionado con las cabanas. Encima estaba el ordenador y la agenda de mi madre con su boligrafo favorito. Detras, en la pared, estaba el armario de las llaves con llaveros coloridos para saber a que cabana pertenecia. Amaba ese rincon, de pequena me sentaba ahi y me imaginaba que era mayor, que este era mi negocio. Pero lo que mas amaba era la agenda de mi madre, que no se porque razon encontraba tan fascinante. Me acerque al escritorio e ignorando el polvo cogi la agenda y la abri. Nombres, fechas, numeros de telefonos. Mi madre nunca me dejo tocarla y creia que ahi escondia secretos oscuros, pero lo unico que habia era la lista de clientes y las citas de mi madre. Jueves, diez de la manana, peluqueria. Viernes, ocho de la tarde, cena en el CP. Sabado, diez de la noche, CP con FP. Esas eran las ultimas notas de mi madre, las ultimas citas que hizo y de repente ya no quise recordar. Cerre la agenda y la deje en el mismo lugar. Limpie el sudor de mis manos en el vestido veraniego que llevaba y camine hacia el salon. Era el lugar en el que mas tiempo pasabamos como familia, fue mi lugar favorito, pero ahora solo podia sentirme agobiada. Las paredes de un marron extrano, las estanterias que cubrian todas las paredes de la habitacion, los muebles grandes y feos, los objetos que llenaban cada superficie. Me estaba ahogando, la habitacion parecia que me queria ahogar y tuve que dar media vuelta e ir a buscar a la abuela. La encontre en la cocina. Limpiando. --?Abuela? --Coge un trapo y ayudame --dijo ella. Despues de seis horas de conducir sin una sola parada para comer o ir al servicio, lo que menos me apetecia era limpiar suciedad de veinte anos. Estaba mirando los trapos y buscando la manera de convencer a la abuela de que esto era una mala idea cuando ella se dio la vuelta, puso las manos en las caderas y me miro. --?Vas a limpiar o vamos a casa y me cuentas sobre lo que te ha traido de vuelta a casa? --pregunto la abuela. Suspirando di un paso hacia la mesa y cogi un trapo. --Voy a limpiar --murmure. --Lo sabia. Claro que lo hacia, ella lo sabia todo y antes de darme cuenta iba a saber la razon de mi vuelta, pero no ahora. Lo que importaba en ese mismo instante era pasar tiempo con la abuela en lo que fue mi casa durante los primeros anos de mi vida y lo que esperaba que iba a ser mi hogar hasta el fin de mis dias.

  • El hombre inesperado (El Pacto 2) de Eva Alexande

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    No se como, pero lo se y no es la primera vez. La primera vez ocurrio cuando tenia nueve anos. Era sabado, mi dia favorito de la semana, y llevaba esperando ese dia desde hace semanas. Era mi cumpleanos y a las once el jardin decorado con globos y todo lo que mi madre fue capaz de comprar iba a llenarse de ninos, vecinos y amigos. Pero esa manana desperte triste, tan triste que no era capaz de levantarme de la cama. Mi madre dijo que eran los nervios, la excitacion por la fiesta, y me obligo a levantarme, desayunar y prepararme para recibir a mis invitados. Me puse el vestido rojo que habia comprado mi madre especial para ese dia y force una sonrisa en mi rostro. Lo hice mientras el mago contratado nos entretenia con sus trucos, mientras me cantaban cumpleanos feliz y mientras abria los regalos. Era la sensacion mas extrana del mundo, mi corazon, mi alma, todo mi estaba llorando y mi mente de nueve anos no era capaz de saber que pasaba o por que. Lo averigue cuando recibia mi ultimo regalo al ver a mi padre contestar a una llamada. Lo vi palidecer y mirar a mi madre con lagrimas en los ojos. Mi padre, el hombre mas fuerte que habia conocido, el que era capaz de ahuyentar a los monstruos de debajo de mi cama. El hombre que siempre sonreia, el que hacia sonreir a mi madre. Pero en mi noveno cumpleanos un poco de la luz que brillaba en sus ojos se apago. Mi abuela, la madre de mi padre, tuvo un accidente de camino a mi fiesta y fallecio. Hannah, abu como la llamaba yo, era toda la familia que teniamos. Los padres de mi madre habian fallecido poco despues del nacimiento de mi madre y ella crecio entre familias que nunca decidieron adoptarla y hogares de acogida. De alguna manera mi madre consiguio salir adelante y durante su primer ano en el instituto conocio a mi padre. Fue amor a primera vista, Paul y Paula, incluso sus nombres eran iguales. Era predestinado, los dos rubios de ojos azules, altos y guapos. Tenian quince anos cuando se conocieron y desde ese momento fueron inseparables. A la familia de acogida de mi madre le daba igual si ella no dormia en casa, si estaba ahi cuando llegaban los de los servicios sociales era suficiente para ellos. Y asi mi madre se fue a vivir con mi padre y la abuela. La abuela se convirtio en la madre de los dos, los cuido, los castigo. Puso limites, reglas para que la relacion de los dos no terminara por arruinar el futuro de ninguno. Mis padres fueron a la universidad, los dos querian ser medicos y con mucho trabajo y esfuerzo lo consiguieron. Se casaron antes de empezar el primer ano de Medicina. Continuaron viviendo con la abuela hasta que terminaron los estudios y consiguieron trabajo en el hospital, mi padre como cirujano y mi madre en pediatria. Dos anos despues nacia yo para cumplir los suenos de los tres, para aumentar la familia, la primera de muchos. Pero el destino fue caprichoso y mi madre tuvo problemas en el parto y otro embarazo hubiera sido peligroso para ella. De esa manera eramos cuatro miembros en la familia Garrett. Y desde mi noveno cumpleanos tres. Nunca mas quise celebrar mi cumpleanos, ni regalos ni tarta. De alguna manera me sentia culpable por la muerte de la abuela, como si hubiera tenido algo que ver con el accidente. Yo, una nina de nueve anos sentada en una silla rosa en el jardin rodeada de ninos y no el hombre que se salto el color rojo del semaforo. La segunda vez fue una semana antes de cumplir los dieciocho. Me desperte de la misma manera, triste y rota. Era domingo y mis padres estaban los dos trabajando. Los llame y estaban bien, no iban a volver a casa hasta el siguiente dia. No les dije nada de lo que sentia, pero fui a comer con ellos y luego a cenar. Mi padre quiso cenar tortitas, mi madre riendo pidio lo mismo, y ya que estaba yo tambien. Recuerdo que reimos, hablamos y tomamos docenas de fotos. Les abrace con fuerza, les bese y les dije que los amaba. A las siete cuarenta y dos de la manana del lunes la policia llamo a la puerta. Un hombre habia entrado con un arma en el hospital y disparado a todo el mundo, treinta y siete heridos y doce fallecidos. Mis padres eran entre los doce. Cumpli dieciocho anos sola, nadie estuvo a mi lado. Todas las personas queridas habian dejado este mundo, me habian dejado sola. Pero la vida siguio a pesar del dolor y la tristeza. Fui a la universidad, estudie Medicina como mis padres. En el ultimo ano conoci a Colin. Colin. Alto, moreno. El sueno de cualquier mujer, pero no mio. Sali con el porque era guapo, atractivo y tenia una sonrisa bonita. Y era muy insistente. Me enviaba flores, regalos, globos hasta que dije que si. No queria salir con el porque no tenia tiempo y porque no habia lugar para hombres ni en mi vida ni en mi corazon. Pero al final lo hice, salimos unos meses y cuando tuve problemas con el alquiler de mi apartamento Colin me ofrecio el suyo. Me llevo a conocer a su familia que eran buenas personas, eso si ignoramos a su hermana adoptiva, Iris. Esa mujer era una perra malvada, una mujer adulta comportandose como una nina malcriada. Eso fue el dia antes de la tercera vez. La tercera vez que me desperte triste y asustada. Llame a Colin, pero tenia una reunion importante y no me devolvio la llamada. Fui al trabajo como siempre sabiendo que no podia impedir al destino hacer lo suyo. Iba a pasar lo que tenia que pasar. Por eso cuando volvia del trabajo y vi a la mujer al lado del coche en medio de una carretera no lo dude. Era de noche en un barrio peligroso y la vi tan desesperada que decidi parar y ofrecerle mi ayuda. Al llegar a su lado un escalofrio me recorrio y supe que Colin no estaba en peligro, pero yo si. Extranamente no tuve miedo, no tenia miedo a la muerte y nadie iba a llorar por mi. Por fin iba a estar con mis padres. Senti al hombre acercarse, agarrarme y tapar mi nariz con un trapo. Le di la bienvenida a la oscuridad y cuando desperte el dia siguiente en una jaula en una sala que parecia un sotano me permiti sentir miedo. La pesadilla habia comenzado, una que iba a durar un ano y cambiaria mi vida para siempre. Durante dos meses estuve sola. Grite. Llore. Suplique. La unica persona que venia para traerme comida era un hombre aterrador. Alto, fornido y espeluznante. Odiaba la manera en que me miraba, odiaba sentir sus ojos recorrer mi cuerpo, odiaba el miedo que me paralizaba al escuchar el sonido que hacia la puerta al abrirse. Espere, ?que? No lo sabia. Algo o alguien que me diria porque estaba ahi o que podria hacer para volver a casa. Pense que podria ser un secuestro para pedirle dinero o algo mas a Colin, pero pasaron dias y dias y me di cuenta de que si eso era lo que estaba pasando el no habia pagado el rescate. Lo odie. Sin importar cuanto lo intente no consegui averiguar la razon, si no era Colin, ?entonces que era? Yo era una persona no muy sociable, me gustaba la soledad, la tranquilidad, sentarme a leer un libro y viajar a otros mundos. Pero tenia cuidado con los que me rodeaban, vecinos, companeros de trabajo, conocidos. Era amable con todos y nunca hice nada para merecer terminar encerrada en una jaula como los perros. Sin importar cuantas vueltas le daba llegaba a la misma conclusion, Colin. El era rico y yo era su novia, algo haria el para ganarse el odio de la persona equivocada con la mala suerte de que me toco pagar a mi. Dias, semanas despues la luz se encendio en medio de la noche, al menos lo que yo suponia que era noche ya que la luz se apagaba y encendia automaticamente cada periodo de tiempo. Fingi dormir en mi colchon, tapada con una manta mientras mi corazon latia listo para saltar de mi pecho. Escuche los pasos del hombre y otro ruido mas, como arrastrando algo pesado. Abri los ojos solo un poco para ver que pasaba y lo vi metiendo a una mujer en otra de las jaulas. Ella no estaba muerta a pesar de verse de esa manera, si lo fuera no la encerraria, ?no? El se fue y me quede despierta esperando a que la mujer abriera los ojos. Espere mucho, horas interminables hasta que ella se desperto. Sarah, joven y guapa, alta y con el rubio rojizo mas espectacular que he visto, de ojos verdes y el cutis perfecto, era una mujer hermosa. El tipo de mujer que volvia locos a los hombres nada mas entrar en una habitacion. Ella tampoco tenia idea por que la habian secuestrado, paso por lo mismo que yo. Grito, lloro y luego se quedo callada hecha un ovillo en su jaula. Poco despues, igual que habia pasado con Sarah, el hombre llego en medio de la noche con otra mujer. Inconsciente a causa de lo que sea que el hombre usaba para dormirlas. Por lo que recordaba Sarah usaba el mismo metodo de la pobre mujer con el coche averiado. Todas caimos en la trampa y me gustaria saber en que pensaba esa mujer cuando esperaba ahi tranquila sabiendo que ayudaba a un monstruo a hacer dano a otras mujeres. Me pregunto si lo que le hubiera pagado valia la pena, si podia dormir por la noche. La tercera mujer tardo muy poco en despertarse. Liz era su nombre y adivina quien era ella. Otra novia de Colin, exnovia como Sarah y actual novia como yo. En ese momento no quedaron dudas, lo que sea que nos habia llevado a ese sotano era por el. Liz tenia una teoria un poco espeluznante, como que a Colin le gustaba tener a las mujeres de su vida encerradas para disfrutarlas cuando y como le daba la gana. No le dije que yo llevaba meses ahi y nada habia pasado

  • Felices para siempre (Encontrar la felicidad 1) de Eva Alexander

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    Ella es hermosa e inteligente. Y enamorada de el.
    El es guapo y rico. Y esperando el momento adecuado para hacer su movimiento.
    Su viaje hacia el feliz para siempre es duro. Ella tiene secretos (en realidad solo uno), el comete error tras error (muchos errores). ?Seran capaces de conquistar todo?

  • El hombre perfecto (El Pacto 1) de Eva Alexander

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    Colin esta feliz con su vida de soltero. Tiene su trabajo y a su familia, en el amor no he la ido muy bien y renuncio a la idea de encontrar a una mujer con la que podria pasar su vida. Cada manana su chofer lo deja en la misma cafeteria para comprarse un cafe, aunque su secretaria ya tiene uno esperandolo. Y todo por verla a ella, la morena deslumbrante que nunca recuerda como le gusta el cafe.