• Latidos de una bala de Alexandra Roma

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    Berta viaja a Napoles con sus dos mejores amigas para practicar italiano. Esa es la excusa. El verdadero motivo es pasear en esas calles llenas de adoquines hasta no sentir los pies, comer pizza hasta que le duela el estomago y banarse en el Mediterraneo hasta que se le arruguen las yemas de los dedos.

  • El club de los eternos 27 de Alexandra Roma

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    “Cai en la cuenta de que habia una cosa que no habia experimentado. Lo unico que solo probamos una vez en la vida. Aquello que nadie sabe como es porque no se puede explicar despues.”
    La fama siempre tiene un precio
    Julien Meadow era el chico de la eterna sonrisa, el que cantaba en el garaje con su hermano y el que se enamoro de unos ojos valientes ocultos tras una mecha rosa, los de Crysta. Nunca hubiera esperado que, a raiz de un video subido a YouTube, le llegaria la fama.
    De repente, su voz inunda el mundo y su cara protagoniza todas las noticias. Julien debe hacer frente a un nuevo universo lleno de altibajos, lujo, descontrol y poder. Uno en el que te vuelves adicto a focos que queman y a palabras que muerden. Uno en el que echas de menos el abrazo de un gigante o que te besen con brochazos de pintura.
    Todo el mundo sabe que Julien Meadow es el cantante con mas exito del planeta. Solo algunos recuerdan que fue una persona.

  • Un oceano entre tu y yo de Alexandra Roma

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    Adriana parpadeo un par de veces tumbada sobre la hierba fresca. Aspiro profundamente, para llenarse los pulmones de ese olor a mar entremezclado en su justa medida con el de la naturaleza que la rodeaba. Los expertos habian dicho que esa noche habria una lluvia de estrellas como no se habia visto antes. Caerian entre cien y cuatrocientos meteoros por hora, un hermoso espectaculo que podia rivalizar con el de las famosas perseidas. Era consciente de que a lo largo y ancho del mundo, miles de personas se encontraban como ella, exactamente en su misma postura, esperando a que el infinito universo los maravillara como solo el sabia hacer, con su grandeza eterna. Sin embargo, Adriana era una afortunada. Tenia una de las mejores panoramicas del acontecimiento, desde la cumbre montanosa que custodiaba su ciudad en las Rias Baixas, Vilagarcia de Arousa. Casi podia competir con la del mirador de Lobeira. El manto oscuro cubria hasta donde alcanzaba la vista y, como banda sonora, poseia el silencio de la intimidad, adornado con el balanceo de las ramas de los arboles y los roedores, animales y aves que, conscientes de que ese territorio les pertenecia, se movian en el con total libertad. Las luces de las diferentes viviendas de las colinas parecian luciernagas que pintaban un cuadro gallego imposible de olvidar. Los arboles, salvajes e independientes como sus habitantes, crecian sin control, tratando de rozar con su copa esas nubes que alli estaban mas cerca de la tierra que en ningun otro sitio. De pequena, Lidia, su madre, siempre le decia que la linea que separaba lo terrenal de lo divino era mas tenue en Galicia. <>, repetia sin cesar. Pero su criterio era poco objetivo y, por si alguna vez tenia alguna duda, solo era necesario que sacara a relucir las viejas leyendas de las meigas. Distinguio el primer astro que caia, transformandose en un rastro que trazaba un difuminado camino blanquecino que se perdia en el firmamento, entre las constelaciones. Lo senalo, pese a que estaba sola, e imagino la cantidad de deseos que se estarian formulando en ese mismo instante. Ella no pidio ninguno. No estaba acostumbrada a dejar su vida en manos del azar ni de antiguas supersticiones. Si algo tenia que pasar, ocurriria sin que una estrella tuviera que interceder. No le gustaba sonar con fantasias futuras, sino modificar su realidad para vivir el presente deseado. Permanecio en la misma postura, hasta que esa imagen de postal se enturbio con la aparicion de un halo de luz blanca que provenia directamente de entre las nubes, enfocando un punto en el mar. No, no estaba presenciando una especie de acontecimiento paranormal. Se trataba de un helicoptero de la Policia Nacional, que acababa de localizar una lancha que trataba de introducir droga, no sabia si cocaina o heroina, que era con lo que mas se traficaba alli, en el interior de las rias. El barco comenzo a moverse entre las olas, serpenteando bajo la atenta mirada del piloto, que perseguia a los narcotraficantes sin tregua. Estos, en lugar de tirar los fardos o entregarse, trataban de huir. A saber cuanto dinero costaba la mercancia que transportaban y las consecuencias de no llegar al punto fijo que habian pactado con los cabecillas de la organizacion. Tal vez en esos momentos los delincuentes no temian entrar en la carcel, sino el dia que tuvieran que salir de ella y enfrentarse a otro tipo de justicia mas irracional. Con la sangre comenzandole a hervir, Adriana fue consciente de que debia regresar a casa si no queria que notasen su ausencia. Desde que tenia uso de razon, su padre, Edelmiro, siempre habia sido un poco exagerado en cuanto a la seguridad se referia. Pero su paranoia se habia incrementado notablemente desde que, en las ultimas semanas, habian recibido un par de cartas en las que, con letras recortadas de periodicos y revistas, amenazaban a su familia. Pese a la alarma que eso habia generado en casa de los Sierra, Adriana no estaba preocupada. Era normal que en el hogar de un politico, concretamente el alcalde de Vilagarcia de Arousa, los detractores de sus medidas les dirigiesen mensajes poco amables, repletos de insultos y alguna que otra advertencia para intimidarlos. El problema, segun su opinion, era que se les daba demasiado credito a palabras viscerales, surgidas de manera irracional, que en realidad no eran mas que una forma de expresar la frustracion de muchos. Se lo habia intentado explicar a Edelmiro en innumerables ocasiones mientras este caminaba arriba y abajo de su despacho, pero su padre siempre contraatacaba con lo mismo. El pertenecia a la generacion de los anos setenta, esa que el llamaba generacion perdida, y, segun su experto e inalterable punto de vista, se empezaban a repetir los mismos sucesos. Le hablaba de la historia negra de la costa gallega, donde el dinero, la droga y el poder se juntaron, fulminando de golpe a toda una poblacion de jovenes que se entregaban al polvo blanco, la farina, como comunmente la llamaban en su tierra, sin prever las consecuencias. La convivencia con el narcotrafico provoco que el consumo se viera con total normalidad. Hombres como su abuelo, que, crecidos en familias salidas de la miseria, tras enriquecerse con el negocio invertian en caprichos con los que nunca antes habian sonado y se permitian pazos, vinedos de albarino, joyas y coches de lujo. Pero a ninguno de los capos, la mayoria de ellos rondando la carcel, se les ocurria probar la mercancia de sus clientes, a los que, por otra parte, despreciaban. Adriana sabia que ese habia sido el escenario en el que Edelmiro se habia criado, viendo como su padre incrementaba la fortuna gracias a actos delictivos. Y por ese mismo motivo, por su experiencia, habia dedicado su vida a eliminar ese lastre impuesto, demostrandose a si mismo y a los demas que la delincuencia no era hereditaria. El era un hijo de mafioso transformado en politico, que dedicaba su tiempo a borrar la huella familiar con las medidas mas restrictivas que se recordaban en la ria de Arousa. Pese a su esfuerzo, Edelmiro aseguraba en las largas comidas en su churrasqueria preferida, A Ria de Carril, frente a al Parque Nacional Islas Atlanticas de Galicia, que la ciudad estaba revolucionada. El dinero facil siempre era atractivo y tentador, pero a diferencia de los anos setenta, los nuevos cabecillas no lo usaban para sacar adelante a sus familias, sino para quemarlo con sus vicios, dejando parte de la mercancia en casa para consumo propio. Y era consciente de que si se mezclaba el negocio y el vicio, el resultado eran ajustes de cuentas, venta y consumo. En mitad de esa lucha encarnizada contra la droga, estaba su familia. Lo unico con lo que podian atacar a Edelmiro y volverlo vulnerable. Y a eso se debia la <> de Adriana. Avisar de todos sus movimientos y no poder salir de casa una vez llegada la noche, eran las consecuencias que pagaba. Aunque ella no hacia caso en absoluto de las normas impuestas entre los muros de su hogar, con veintisiete anos, le parecia absurdo tener que escaparse a hurtadillas para ver una lluvia de estrellas. Y si ese dia habia operativo, el ambiente estaria caldeado en casa de los Sierra. No queria ni imaginar como se pondria Edelmiro si se percataba de que esa noche su hija mediana habia desobedecido sus normas. Pese a saber que se debia dar prisa, la curiosidad le pudo y se quedo hasta que vio como un policia se lanzaba desde el Condor hasta la lancha. Desde donde estaba no podia distinguir los detalles, pero al ver que el pequeno barco blanco habia frenado en seco, supuso que el agente habia amedrentado a los delincuentes con su arma y no habian tenido mas remedio que abortar la mision que los narcos les habian encomendado. Meditando sobre cual seria el castigo para la persona que pilotaba el navio, y no se referia a la carcel, sino a la ley de la calle, Adriana deshizo el camino hasta llegar a la valla que limitaba el pazo de los Sierra. Una antigua construccion de piedra rodeada por ostentosos jardines y la fragante presencia de cientos de eucaliptos. La luz de la segunda planta estaba encendida, lo que significaba que su madre y sus hermanas estarian viendo algun concurso de cocina, cuyas recetas la primera pondria en practica, posiblemente al dia siguiente. Tambien vio encendida la del despacho y eso la preocupo un poco mas. Rodeo la casa hasta llegar a la parte trasera. Exactamente a la parte donde la valla poseia menor altura y estaba en un punto muerto de las camaras de seguridad. Por ahi escapaba Adriana dia tras dia, volviendo a sentirse con la adrenalina de una adolescente que evita a sus padres para ocultarles que se ha pasado con la bebida. Paso un pie por encima y noto como la piedra se le clavaba en los muslos desnudos. Se tendria que haber puesto algo mas de tela que sus shorts vaqueros. Una vez arriba, sonrio satisfecha por su hazana y salto.

  • Como ver nevar al sol de Alexandra Roma

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    <> GABRIELLE Damien sabe que era un barco a la deriva hasta que el rap le acogio entre sus manos. Damien no tiene idea de como afrontar lo que ocurrira manana ni donde se ha escondido su capacidad de componer. Damien solo necesita una cosa. Que ella vuelva: Gabrielle. Que sus caminos se cruzaran parecia poco probable, pero sucedio en un autobus que llevaba a la carcel y con una grulla de papel volando. El universo del Bronx, las pistas de baloncesto y la violencia choco con el del Upper East Side, la fotografia y una familia que se hacia pedazos. Y llegaron las rimas en un karaoke, un grupo de amigos a los que llamaban juguetes rotos y su refugio en un viejo vagon de tren olvidado. Y ellos dos conociendose de fuera a dentro y quedandose mas alla de los huesos. Puede que alli este su inspiracion. En lo que un dia llamaron amor. Tal vez repasar los grandes exitos de su pasado sea la solucion… Aunque eso suponga regresar a su mayor pecado, cuando Damien era Damien y no el famoso Tiger Ocean.

  • Sangre y corazon de Alexandra Roma

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    Juliana Stiel representa la perfeccion de la Alemania nazi. Delicada, obediente y bonita. Ishmael es el judio roto en mil pedazos abandonados en recuerdos impregnados de violencia, dolor y perdida.

  • Ojala siempre de Alexandra Roma

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    Ella era la hermana pequena de su mejor amigo, amante del amarillo y que creaba su propio cielo de constelaciones inventadas. El era el rebelde de la cazadora de cuero que dibujaba a boligrafo aquello que le revolvia el pecho. Juntos, quemaron etapas, construyeron recuerdos y se echaron mucho de menos, incluso cuando la unica barrera que tenian que salvar era la distancia entre sus bocas.
    Ahora, Julieta y Marco son solo dos extranos destinados a encontrarse en las calles de Salamanca para averiguar si las canciones antiguas nunca mueren y el faro de Trafalgar les espera con un nuevo atardecer.
    Pasado.
    Presente…
    Un juramento, un reloj de arena con el secreto del tiempo y la esperanza de que <> puede estar escondido entre los acordes de La chica de ayer.