• La traicion progresista de Alejo Schapire

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    Desde hace un tiempo, en Occidente, la batalla contra la normalidad es la epica burguesa. Foucault y su critica al poder se volvieron covers para las masas ansiosas: Lady Gaga les canta a los raros su <>, mientras las masas criadas entre likes y seguidores se aferran a su tentativa de monstruosidad como un triunfo politico sobre la opresion. El cuerpo propio es la utopia y el cuidado de si es la tierra prometida, bajo los ojos implacables de una sociedad que ya no busca reprimir desde afuera, sino que invita a autoclasificarse hasta la exasperacion y a gestionar la performance de si, porque todos somos iguales al competir (como mini-Gagas) por el favor de nuestras audiencias, sanguinarias o benevolas. Este libro es un viaje a las entranas de esa prolifica y polifacetica madre monstruo, la izquierda contemporanea. Alejo Schapire disecciona el devenir irreconocible de una gauche divine en cuyos valores se educo, pero con cuyas configuraciones actuales ya no se puede identificar. Desde el inicio advierte que este libro narra una ruptura amorosa; criado por esta madre, sintiendose parte sentimental de la familia cultural de izquierda, nunca sospecho que deberia disociarse de ella ni que seria la fidelidad a esos valores liberales primigenios la que terminaria expulsandolo. Pensar aqui es una actividad violenta, una apostasia: es senalar la deriva autoritaria de una traicion. En este sentido, La traicion progresista es una salida del closet y una herejia dolorosa, que medita acerca del desencanto con urgencia y lucidez. Interpela a la buena conciencia de izquierda apuntandole a la yugular. Como senala Schapire, <>. El imperialismo tiene caminos inescrutables: en efecto, el progresismo puritano es la mayor exportacion cultural de un imperio en decadencia y su avanzada cultural mas sorprendente. La izquierda tradicional, que siempre denosto los productos culturales norteamericanos, no tardo en engullir los pruritos puritanos y el sistema de valores de la izquierda norteamericana, que sustituyo el multiculturalismo por una guerra racial sorda donde ser victima es una forma de meritocracia. Si Francis Fukuyama expreso que la historia habia terminado (que con la caida del Muro de Berlin el capitalismo, y con el, la Historia, habia triunfado), el progresismo se hace eco de que la historia termino, y que por lo tanto su mision es ordenarla, aplicando su superioridad moral triunfal a la revision de todas las historiografias y canones, los productos culturales y el lenguaje. Como Pangloss en Candido, esta izquierda omnirrevisionista da por sentado que vivimos en el mejor de los tiempos posibles: lo que piensa es lo mejor pensable, y esta arrogancia le permite abocarse a la demolicion (y prohibicion) de obras y sistemas que no cierran dentro de su egida. La historia no existe: solo existe el presente de lo que puede ser pensado o dicho. Y los indeseables, los perversos y los malos, o los que no puedan probar su inocencia, deben ser excluidos. Los preceptos puritanos del nuevo progresismo norteamericano, que fluyen desde Estados Unidos hacia las versiones ecualizadas de cada pais occidental, son la norma actual que ha creado nuevos excluidos, nuevos raros que no tienen de donde asirse, que boyan entre configuraciones politicas a las que une el espanto. Schapire examina este nuevo closet, expone aquello de lo que no se habla. Organiza los ropajes argumentales brindando un estado de la cuestion en torno al lenguaje inclusivo, la construccion de un orden moral puritano que recuerda a las fantasias victorianas, la ya demodee libertad de ofender (o de escribir cosas que puedan ofender a la burguesia). Nota como incluso la condena al antisemitismo se ha visto revisada bajo este espiritu epocal. Como si haciendo a un lado Auschwitz y las condensaciones cristalizadas por los ritos de la memoria (la montana iconica de zapatos, los cadaveres apilados, los uniformes severos y los pijamas a rayas), el antisemitismo explicito de atacar a los judios por su condicion de judios en Europa ya no fuera un crimen de odio, para ser recatalogado bajo el mantra favorito de la actitud ilustrada de izquierda: <>. Schapire muestra los atavios hipocritas de este progresismo para el cual <>, y a la vez, expone como estas discusiones niegan la realidad de la violencia inspirada por el odio racial. Al exhibir el ajuar de bodas entre la izquierda y los intolerantes racistas, Schapire describe nuestra desnudez. La traicion progresista narra un problema cognitivo. Aquel que, con tal de no estigmatizar al diferente, no tiene reparos en estigmatizar lo que esta frente a el. Quizas el problema radica en que nuestras teleologias de la represion -que forjaron el pensamiento de izquierda como reaccion- ubicaron siempre al Otro afuera. Es el panoptico de Bentham, es la produccion de saberes y sexualidades de Foucault. Pero no nos prepararon para la represion que viene de lo mismo (tomo prestada esta nocion de Byung-Chul Han), cuando la cultura ya no es otra mas que si misma (ahora que la historia ha terminado, que solo existe el mercado y la competencia por lo mismo, por likes, privilegios y audiencias) y busca generar un sistema saturado de su mismidad para rehacer la historia a su imagen y semejanza. Orwell: <>. Este lado es el giro copernicano: la nueva Iglesia es la izquierda, y el hereje es quien ose criticarla. La izquierda tradicional buscaba responder a una pregunta secular por fuera de la religion y de la Iglesia: ?como ser buenos? Este libro desafiante arroja una respuesta. Como ser buenos equivale, una vez mas y como siempre, a ser valientes. A batallar la hipocresia. A no temer senalar toda forma de odio basado en la raza y la diferencia. A mostrar la injusticia de querer identificar el arte y la historia con sus creadores humanos y falibles. A apostar por los valores liberales universales para cambiar el mundo, o simplemente para tener una vida etica en el. Introduccion Estas paginas son el relato de una ruptura sentimental. Describen el divorcio de una pareja, alguien que despues de decadas de convivencia se habia vuelto irreconocible. Escribir sobre la propia familia es un ejercicio doloroso y arriesgado. Exponer las pequenas y grandes miserias de los suyos es disparar los mecanismos de defensa de quienes se sentiran intimamente agraviados. El precio de la desercion es alto. Para quien ha crecido y se ha educado en una tradicion intelectual, para quien ha defendido con el verbo, la manifestacion publica y el voto una vision del mundo, supone consumar una separacion en los peores terminos. Las acusaciones de quien traiciono a quien seran mutuas; la de no haber sido realmente parte de la familia tambien. Resultara esteril desplegar viejas credenciales de izquierda. Ademas, ?que registro queda de mi indignacion ante el descubrimiento de las injusticias sociales y el estimulante hallazgo de las armas intelectuales y el compromiso del campo ideologico que adopte en mi juventud? ?Donde esta el testigo de mi felicidad al ver publicada mi primera nota en el diario de izquierda que llevaba en la mochila a la escuela secundaria y al que envie mi primer curriculum? ?Como convocar hoy a los profesores universitarios, tan entusiastas al comprobar que su alumno podia reproducir con exito en los parciales los analisis marxistas que absorbia? De las discusiones estudiantiles, de las manifestaciones contra las politicas economicas de ajuste que pesaban sobre los mas vulnerables, primero en Argentina y despues en Francia, quedan apenas rastros: en la bisagra de los siglos XX y XXI, no se consignaban en las redes sociales. Tampoco hay testigos en el cuarto oscuro para dar fe de una fidelidad a lo que puede llamarse someramente el campo progresista. Si subsisten trabajos periodisticos en papel o en la web que reflejan, en la eleccion de los temas, sus enfoques, y en el manejo de los codigos, la pertenencia a esta corriente en la que he evolucionado. Tambien quedan la incomprension y la amargura de amistades rotas, la benevolencia de quienes supieron separar los tantos o compartieron el desasosiego. De todos modos, de nada serviran las pruebas ni importan, maxime para una izquierda fragmentada en una constelacion de capillas --revolucionarias o reformistas--, donde cada quien es un experto catador de la pureza ideologica, y la excomunion de sus semejantes, moneda corriente. Menos aun en el contexto de polarizacion argentino, enrarecido por el factor peronista. Este libro no va dirigido a ellos, o no principalmente, sino a otros huerfanos de la izquierda, en su sentido mas amplio, que se han visto abandonados por su familia politica como un barco que se aleja olvidando en el muelle sus valores cardinales. Estas lineas son para quienes han comprobado azorados como la izquierda que ayer luchaba por la libertad de expresion en Occidente hoy justifica la censura en nombre del no ofender; esa que ayer comia curas y ahora se alia con el oscurantismo religioso en detrimento del laicismo para oprimir a la mujer y a los homosexuales; esa que a la liberacion sexual responde con un nuevo puritanismo, que de la lucha contra el racismo ha pasado a alimentar y justificar su forma mas letal en las calles y en los templos de Europa y de las Americas: el antisemitismo. Estos capitulos son un intento por comprender las razones, los mecanismos y las consecuencias encerrados en esta traicion. El mandato de no decir verdades inconvenientes para <> es una intimidacion que funciono, durante demasiado tiempo, con eficacia. Es finalmente una autocensura que ha sido aprovechada desde el otro extremo del arco politico, por los que no se sentian amedrentados por una exclusion del sistema mediatico y academico al que no pertenecian. Asi empezaron a capitalizar en las urnas las claudicaciones, los silencios, el terreno desertado por la izquierda, allanando el camino para el ascenso de populismos de derecha y ultraderecha de ambos lados del Atlantico. El colapso de la Union Sovietica y su modelo llevo a una parte significativa del progresismo a cambiar de sujeto historico, la clase trabajadora por las minorias, y a abrazar nuevos aliados liberticidas: autocratas, teocracias de Oriente Medio y las identity politics, sepultando de esta manera la promesa de la emancipacion universalista. En esta reconfiguracion del paisaje ideologico, se fortalecieron dos polos iliberales, aplastando juntos cualquier legado de la tradicion de la corriente secular, humanista y antitotalitaria de la izquierda occidental.