Alberto Medina Moya - TODOS SUS LIBROS
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Nunca se sabe de Alberto Medina Moya
https://gigalibros.com/nunca-se-sabe.htmlSi habia algo que le apasionaba, era asustar a la gente. En el momento y en la forma que fuera. Un buen susto le resultaba algo simplemente desternillante. Comenzo poniendo cara de psicopata con cuchillo al aparecer por detras de alguien que estuviera sentado tranquilamente en un parque. La pobre victima salia disparada del banco mientras el se revolcaba en el suelo de la risa. En otras ocasiones esperaba en el aparcamiento de un centro comercial a que llegara algun cliente, y cuando lo tenia identificado empezaba a seguirlo a unos metros de distancia. Al rato, en la zona de congelados, por ejemplo, se acercaba a el y le preguntaba si tenia un coche modelo tal matricula tal. Tras la respuesta afirmativa, le decia que se lo estaba llevando la grua. El desgraciado ponia esa maravillosa cara de horror, y salia pitando mientras el se aguantaba la risa hasta que no podia mas. El susto era su alimento, su vicio, su droga. Otra de sus jugarretas consistia en entrar en una tienda con un pasamontanas y una pistola, apuntar al dependiente durante unos segundos y dispararle finalmente un chorrito de agua. Ver aquellas expresiones de puro acojonamiento le suministraba un chute de endorfinas insuperable. Con frecuencia llegaba a dolerle la mandibula de tanto reir. A medida que transcurrian los anos fue perfeccionando su habilidad para asustar al projimo. Pero el susto supremo, el mas terrorifico, fue el que se llevo el albanil que encontro su esqueleto sentado en el sofa del salon, dos anos despues de su muerte. DETECTIVE Lo ha pensado, y se lo ha imaginado mas de una vez, y de dos, y de tres. A el desnudandola, comiendole la boca, los pezones, embistiendola una y otra vez, y las hormonas se le alborotan hasta inundarla del gozo que ahora siente al ver ese deseo abrasador hecho realidad. Quien se lo iba a decir hace tres semanas, cuando fue a solicitar sus servicios como detective. En la primera impresion le parecio atractivo, pero ni de lejos podia imaginar que poco tiempo despues iba a ser penetrada por el, ignorando la rabia que le producia sospechar que su marido la enganaba desde hacia semanas. No podia soportar esa aniquiladora incertidumbre; necesitaba saber la verdad y aquel atractivo hombre le prometio que se la proporcionaria. Desde que el la vio entrar por la puerta supo que haria lo que fuera por ella, y de momento parece que no lo esta haciendo mal, a juzgar por los alaridos de placer que salen de su garganta mientras la posee vigorosamente, haciendola suya y olvidando las muchas horas que paso siendo la sombra de ese marido del que nunca encontro el menor indicio de engano. Hubiera querido no tener que mentir a la mujer que le tiene loco, pero el deseo ha podido mas que la verdad y ya nada importa. Ahi estan los dos cautivados por el roce de sus pieles, los besos, los mordiscos, gozando ajenos a todo, incluso al intenso dolor que atraviesa a un marido que los observa desde la puerta. PREMIO Subia las escaleras maldiciendo aquel antiguo edificio sin ascensor en el que vivia la vieja. No es que la visitara muy a menudo, pero las pocas veces en que lo hacia, siempre en fechas senaladas, ya le parecian demasiadas. Vivia en la sexta planta, la ultima, y cuando llegaba a la puerta estaba a punto de infarto. <>, pensaba mientras subia el ultimo tramo de escaleras. Cuando por fin llego a la puerta espero unos segundos hasta recuperar el aliento antes de abrir. Al entrar vio el salon vacio con la tele encendida. Miro en el dormitorio y, para su sorpresa, la encontro tirada en el suelo, inconsciente, al lado de la cama. Le palmeo las mejillas y la zarandeo un poco, pero no respondia. La ausencia de pulso confirmo sus esperanzas. Estaba frita. <
>, penso con indiferencia. Miro la mesita de noche, repleta de medicamentos y estampitas de virgenes y santos. Tambien habia un decimo de loteria. Saco el movil, comprobo el numero y se quedo a cuadros cuando vio que tenia el primer premio del sorteo de la ONCE. Treinta y cinco mil euros. Noto como se acaloraba y salio al balcon para tomar un poco el aire, pero un golpe de viento le arranco el decimo de las manos ante su desesperacion. Como alma que lleva el diablo se lanzo hacia las escaleras. Al salir del portal lo vio a unos quince metros, en medio de la calzada, y corrio hasta atraparlo para descubrir que no era mas que un papelucho. Miro hacia atras, hacia delante, busco, anduvo, pregunto, y termino aplastado por la cruel realidad: lo habia perdido. Subio de nuevo a la casa arrastrando su abatimiento y se dejo caer en el sofa aturdido, sin poder creerse como habia podido pasarle algo asi. Aquel dinero era su salvacion. Al rato se levanto y se dirigio al dormitorio. Al ver a la anciana noto algo raro. Se acerco a ella, y al mirarla observo con sorpresa que habia una pequena sonrisa dibujada en su cara. CARNAVAL Aquella hermosa manana volvia de la cabalgata de carnaval cuando me cruce con Yolanda, un amor que tuve anos atras. La sonrisa que me regalo fue una ventana que se abria a la primavera. Por un instante volvimos a ser aquella pareja que respiraba alegria por cada poro de la piel y de la que hablaban todas las canciones y poesias de amor. Fuimos de nuevo aquella naranja entera que rodaba triunfante por la vida. Todo volvio a ser como siempre debio ser, antes de los errores, de la niebla, del infinito dolor que nos separo arrancandonos el alma. Aquella sonrisa que una vez fue la mayor de mis pasiones me acaricio con una dulzura que no he vuelto a encontrar. Al verla marchar me invadio la tristeza. No habia sido capaz de quitarme el disfraz de Bob Esponja. TRAMPAS La manana del dia de Navidad no habia quien consolara a los ninos. Ninguno habia recibido su regalo. En un paisaje nevado del norte, tampoco habia quien consolara a Papa Noel. Todos sus renos estaban muertos. Habian sido envenenados. En un lugar de Oriente, tres Reyes Magos brindaban euforicos. Aquel ano iban a arrasar. REFUGIO Primero me cruce con un hombre cejijunto que murmuraba algo inaudible, luego con una muchacha sonriente que me pregunto varias veces si queria ver su mariposa. El auxiliar la aparto suavemente y siguio conduciendome a mi habitacion. Estaba al final del pasillo. --Para entrar tienes que pedirnos las llaves, ?vale? Asenti mientras observaba el interior. Una cama, una mesita con silla y el bano. Era suficiente. Cuando se marcho me tumbe boca arriba en la cama, cerre los ojos y respire profundamente tratando de alejar las imagenes que invadian mi cabeza: la mirada celosa y enferma de mi marido, los golpes de mi cuerpo contra la pared, los gritos, las bofetadas, la angustiosa espera del sonido de sus llaves hurgando en la cerradura… Pero lo habia conseguido. Fingiendome loca, en aquel hospital psiquiatrico estaria a salvo de la locura en que se habia convertido mi vida. POR LAS MALAS El corazon le brincaba en el pecho. Todo habia salido como esperaba. Ya solo tenia la carretera por delante y la alegria de ver cumplido su objetivo. En medio de la euforia le vino a la mente la cara aterrada de la chica al ver el machete, y le parecio oler de nuevo el embriagante perfume que percibio al agarrarla para ponerle el arma en la garganta. Tambien recordo el rostro tenso del quinceanero, y el sollozo de la cria de pocos anos que acompanaba a su madre. Era lo unico que rompia el tenso silencio en que transcurrio todo. Afortunadamente nadie quiso darselas de heroe cuando grito: <>. Un minuto mas tarde salia de la farmacia con un brazo por encima del hombro de la chica y el otro ocultando el machete, obligandola a montar en el coche y conducir. Recordo el remordimiento que sintio al ver lagrimas rodando por su cara. --No te voy a hacer nada --le dijo con pesar. Hasta llego a decirle que lo sentia antes de parar el coche y decirle que se bajara, como tenia previsto. La dejo al lado de un gran parque, en las afueras de la ciudad. Ahora todo habia terminado. En la carretera empezaba a oscurecer. Se juro que esa era la ultima vez; ya estaba cansado. Tenia que enfrentarse a su maldita timidez. En el asiento de al lado llevaba el botin: una bolsa con varias cajas de preservativos.