Ver todos los libros de: Noelia Medina
Mike Cloud siempre habia sido mi punto debil. Ni que decir tiene, que nunca habia comentado nada a nadie y mucho menos a el. El novio de una amiga es intocable; asi que el novio de una hermana es algo superiormente intangible. Aquel miercoles, Sheila me habia llamado muy emocionada concertando una cena para esa misma noche en casa. Tenia algo que contarnos y no podiamos faltar ninguno. No puse objecion alguna, el jueves era mi dia libre en el trabajo y no me importaba si esa pequena celebracion se alargaba un poco mas de la cuenta. La mesa estaba compuesta por mi padre, en el extremo izquierdo; Sheila y Mike, a su derecha, y mi hermana menor, Megan. En el otro lado, estabamos el hueco vacio de mi madre --que se paso toda la cena arrimando comida en exageradas cantidades--, y yo. Tras charlar de cosas sin importancia durante toda la velada, Mike, tan correcto como siempre, saco una carisima botella de Pernod Ricard y se levanto amablemente a por las copas para poder brindar por la buena noticia. Admire cada movimiento pausado, su cuerpo alto y robusto, sus modales finos que tanto habian llamado siempre mi atencion... Y en mitad de mi embobamiento, hablo: --Nos casamos --dijo con su comun sonrisa impoluta y la copa en alto, situado junto a mi hermana. Tras ello, la beso y nos miro extendiendo la copa hacia nosotros para compartir su felicidad. Que me pusiera como un tren aquel tio no quito que me alegrara por ellos. Mi atraccion por el llevaba despierta muchos anos y habia aprendido de sobra a controlarla. A menos que se cinera demasiado a mi cuerpo cuando lo felicitaba por su compromiso o me besara casi en la comisura de los labios, como paso aquel dia cuando me acerque a darles mi enhorabuena. Me removi en la silla durante toda la noche sintiendo el frescor de su aliento en mi comisura, como una adolescente que no quiere lavar el trozo de piel que ha tocado su cantante favorito en el ultimo concierto. Que me tomara varias copas de ese buen champan como la que bebe Champin sin alcohol, no ayudo mucho a aminorar mi excitacion. --Carino, voy a tomar el aire y quiza a fumar un cigarrillo --oi decir a Mike casi en el oido de mi hermana. Esta solo asintio, sonrio y siguio charlando animadamente con nosotros sobre los preparativos de la boda. Unos minutos despues de la ausencia de Mike, me di cuenta de que estaba mejor alejada de el. Me encontraba bastante mareada y las burbujas del Pernod Ricard bailaban en mi cabeza burlandose de mi. Me levante sigilosamente y me dirigi al bano. No necesite excusarme ante nadie, ya que todos participaban fascinados en la conversacion sin percatarse siquiera de que habia desaparecido del asiento. Entre a mi habitacion y repose unos segundos tras la puerta; el haberme levantado de subito habia incrementado mi mareo. Escuche un leve sonido al otro lado de la puerta de mi bano y, sin pensar mucho mas, anduve hasta el con cautela. La puerta entreabierta me dejo la imagen mas caliente que habia visto nunca. Mike se encontraba de pie, apoyado en el lavabo, con la mano izquierda masajeando muy despacio su pene y la derecha en su cara con mis bragas negras de encaje de la noche anterior, que recordaba perfectamente haber echado al cesto de la ropa sucia. Me quede en silencio observando como olia con esmero la entrepierna y su miembro se hinchaba mas. Era perfecto. Todo en el era perfecto. La corbata levemente torcida, el pantalon con la cremallera desabrochada y su falo oscuro, grande y venoso asomado. No me atrevi a decir nada. Contuve la respiracion y, sin poder evitarlo, levante un poco el vestido y aparte mis bragas a un lado. <
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